Sala Record, Bilbao
Siempre conviene oxigenar mente y espíritu acudiendo a un concierto en sala en plena temporada de festivales. Olvidarse por unos momentos de la orgía capitalista de marcas y asistentes a los que se la suda la música y encontrarse con un público quizás no tan numeroso como el de los eventos multitudinarios, pero sí con bastantes más ganas de disfrutar de música en directo sin cortapisas ni postureos de ningún tipo.
Buena dupla se había montado en la bilbaína sala Record con Los Pepes, la banda internacional de punk formada en 2012, no los históricos valencianos del mismo nombre, ni tampoco los paramilitares que mataron al narco Pablo Escobar. Les acompañaba otro grupazo tan enérgico como los bostonianos Muck and the Mires, cuyo sonido bebía a paladas de Ramones y The Beatles, por lo que no había razón sensata para faltar a tan magno evento.
Por desgracia, la época estival resulta muy dura para programar bolos en salas, incluso aunque el plantel estelar fuera atractivo para cualquier fan del punk o del rock n’ roll en general. A pesar de la complicada coyuntura, muchos de los habituales del panorama concertil se animaron a acudir y a buen seguro la mayoría agradecería al final haber formado parte de aquella inapelable descarga que tuvo lugar en el recinto.
En primer lugar, Muck and the Mires calentaron el ya caldeado ambiente con su sonido Merseybeat de actitud punk. Tras un caótico inicio con un desagradable pitido y algún problema con las voces, no tardaron en encontrar su sitio, tanto a nivel musical como en el escenario, y lo demás fue como un tiro. Pocas veces nos habíamos topado con un grupo heredero de los Fab Four tocando su rollo a semejante velocidad, pero eso no era nada comparado con lo que nos esperaría posteriormente.
“Break It All” o “Caught in a Lie” certificaron la profunda huella que dejaron en ellos los primeros Lennon y McCartney, pero también se acercaron al power pop de The Rubinoos con “Too Soon To Fall In Love” o “Good Enough” y rindieron homenaje a sus paisanos garajeros The Barbarians con “Hey Little Bird”, el primer single que sacaron las leyendas de Boston originales en 1964.
Intentaron recrear el ambiente de fin de semana, por lo que nada mejor que recurrir a “Saturday Let Me Down Again” y “I’m Your Man”, dos bombazos capaces de atrapar en las distancias cortas hasta al más reticente. Por falta de tiempo, nos quedamos con ganas de saber qué era exactamente lo que estaba apuntado como “Ramones” en el setlist, pero se trataría de algo inmenso relacionado con los de Queens fijo. Nunca el beat sonó tan punk.
Y Los Pepes no desaprovecharon la ola en la que nos montaron a todos los teloneros para demostrarnos que ellos todavía podían tocar más rápido. Dicho y hecho. Como si se apretara un interruptor, un aguacero punk cayó sobre los asistentes en cuanto pisaron el escenario, con picos álgidos del calibre de “I Want You Back”, cuyo potencial se incrementaba además por el volumen altísimo. Mira que estamos acostumbrados a aguantar tormentas sónicas, pero lo de esa noche igual hasta era demasiado. El mejor antídoto natural contra cotorras.
Hay grupos que les escuchas en disco y tampoco es que digan gran cosa, pero es luego en los conciertos en vivo donde se crecen y dan todo lo que pueden dar de sí. Tal es el caso de Los Pepes, que cobran verdadera dimensión sobre los escenarios, pegando saltos como Ramones y con una inaudita rapidez que casi les coloca en una imaginaria carrera contra el tiempo.
Valga a modo de muestra de la profunda concentración del personal en el show, decir que en un momento dado se incitó a dar palmas, pero la propuesta no fructificó en absoluto, no se admitían pachangas para verbeneros. El único respiro que se permitió esta multinacional del punk en las tablas fue alargar una pieza, porque en algún instante había que descansar, digo yo. A ver quién aguantaba tanta caña a ese endiablado ritmo.
Uno de los guitarras confesó que “Blur The Lines” era su preferida, si no nos equivocamos, y lo cierto es que ese era precisamente uno de los temas más destacados de su último disco hasta la fecha, ‘The Happiness Program’. Amagaron con tocar una balada porque notaron cansada a la peña, pero hubo unos cuantos pogos a lo largo del show. Complicado se tornaba permanecer impasible ante tal derroche de electricidad desbocada.
“Never Get It Right” era otro glorioso ejemplo de ortodoxia punk, a los aficionados al género casi se les podrían humedecer los ojos con cada comienzo de canción. Las camisetas de The Saints o Les Lullies que portaban los diferentes miembros nos aseguraron que sus referencias eran las adecuadas y a la vez que en ese momento no se podría estar en un lugar mejor.
El trallazo “Action” nos terminó de colocar en una nube de la que nunca apetecía bajarse. Dicen de ellos que son los Motörhead del power pop, por su voluntad de oficiar a piñón fijo podría ser, aunque en realidad sus coordenadas parecen más ubicadas en la primera oleada del 77. Bueno, un ramalazo a The Only Ones, The Boys o los grupos de chicas de los sesenta ya tienen.
Y pensar que estuvimos a punto de perdernos esta inapelable descarga por pura vagancia, menos mal que lo que escuchamos en estudio ejerció de suficiente gancho. Así que ya lo saben, la próxima vez que el beat punk o esa multinacional de los tres acordes llamada Los Pepes recale por su ciudad, acudan a la cita sin dudarlo. Soltar tanta adrenalina debería ser obligatorio por prescripción médica.