viernes, 12 de mayo de 2023

ARIEL ROT: HABLANDO MUY ACOMPAÑADO

 

Kafe Antzokia, Bilbao

 

Hay artistas a los que habría que ver incluso si se pasaran a la jota aragonesa. Cuando un indiscutible talento se ha ido abriéndose paso durante décadas conviene prestar atención y observar que quizás el motivo resida en una más que constatada solvencia tanto en las distancias cortas como en estudio. No digamos ya si uno encima es coautor de canciones coreadas hasta la extenuación en festivales y demás.

 

Es el caso del hispano-argentino Ariel Rot, con una labrada trayectoria en Tequila, Los Rodríguez, aparte de un volumen considerable de colaboraciones junto a otros artistas como Pereza, Los Zigarros o incluso el mítico Moris allá por 1978 en su recordado ‘Fiebre de vivir’. Recientemente, el vocalista y guitarrista ha explotado una destacada soltura ante la cámara en un programa de viajeros musicales donde entrevistaba a todo tipo de bandas y encima tocaba con ellas, cual Leonardo Da Vinci del siglo XXI. El estilo era lo de menos.

Con estos mimbres como carta de presentación, no sorprende que agotara entradas en el bilbaíno Kafe Antzokia, que lo acogió como a una auténtica estrella. Hubo hasta alguna señora que esa noche salía de fiesta que no paró de gritarle “guapo” durante todo el concierto. Devoción sin límites hacia una de las figuras claves del panorama patrio.

 

Lo cierto es que Ariel Rot se conserva muy bien para sus 63 palos, elegante, con buena voz, y con un dominio de las seis cuerdas que provoca que cuando se arranque con un solo parezca como si se detuviera el tiempo. Al margen de Tequila y Los Rodríguez, también ha conseguido configurar una interesante carrera en solitario, que precisamente homenajeaba en esta ocasión a su disco ‘Hablando solo’ por su cuarto de siglo. Un hito en el que se acompañó en estudio de The Attractions, la banda de apoyo de Elvis Costello. Ahí es nada.

Rodeado de los mismos músicos con los que en aquella época se lió la manta a la cabeza para recorrerse escenarios, irrumpió Rot y no tardó en ganarse el favor de un respetable muy proclive a ello. Nada mejor que apelar a las esencias stonianas desde un inicio con “Vals de los recuerdos”, todo un pistoletazo de salida que puso firmes a aficionados al rock y demás personal de infantería.

 

Sin despegarse del rollito chulesco, “Hasta perder la cuenta” elevó todavía más el interés y hasta se permitió citar a “rubias, morenas y pelirrojas” en los puritanos tiempos actuales. Qué clase en el escenario, señor. Y “Te busqué” siguió la senda ascendente y a la vez demostró cómo mantener la tensión disminuyendo las revoluciones, algo al alcance de unos pocos elegidos.

“Adiós Carnaval” mantuvo la tónica sosegada mientras se acercaba a las maneras de cantautor del bardo de Minnesota, no era una mala referencia, desde luego. “Dos de corazones”, por el contrario, recuperó el aire latino de Los Rodríguez y constató que el repertorio de la velada se tornaría muy diverso.

 

Presentó “Bruma en La Castellana” como “una canción de adoramos” y animó a entonarla de forma “sutil”. Y que no se había olvidado de los sonidos duros lo dejó claro con el “rock n’ roll apocalíptico” de “La última cena”, una licencia antes de “Geishas en Madrid”, que lo mismo podría remitir a Bob Dylan que a los Pereza de ‘Aviones’ o al mencionado en la letra, Lou Reed, una maravilla. Daba gusto escuchar cantar o tocar a este tipo a semejante nivel.

“Vicios caros” fue sin duda una de las cimas de la cita, con su teclista además apoyando a los coros. Que no se pase por alto subrayar la perfecta comunión que mantenía Rot con el resto de su banda. Aquello que dijo de que se creaban ciertas complicidades no era en absoluto un farol. Ojalá se atrevan también a consolidar esta magia en el escenario en disco.

 

No podría faltar en el repertorio uno de los grandes clásicos de Ariel como la balada de Los Rodríguez “Me estás atrapando otra vez”. Otro igual no hubiera desaprovechado el subidón de intensidad creado, pero el otrora miembro de Tequila fue a lo suyo con la instrumental de efluvios swing “Confesiones de un comedor de pizza”, más oportunidades de lucimiento para los acompañantes. Y se despidió por unos instantes con “Baile de ilusiones”, uno de sus mejores temas en solitario, que contó incluso con coros a lo “Brown Sugar” al final. ¿Qué más se puede pedir?

Confiábamos en que se rescatara algo de Tequila, o por lo menos el “Míster Jones”, pero nuestro gozo en un pozo. Sacó a relucir, como era de esperar, “Milonga del marinero y el capitán” de Los Rodríguez, que nunca nos cautivó demasiado por su excesivo pachangueo, pero para gustos, colores. 

 

“Dulce condena” cosechó unanimidad total, si nos daba por prestar atención a la peña cantando la letra a pulmón. Estaba claro que aquel debería ser el broche final, aunque ya habría molado que hubiera colado en su lugar “Matrícula de honor” del debut de Tequila. No se puede contentar a todos, pero el tipo era tan crack a las tablas que ese detalle se tornaba hasta insignificante.

Rot estuvo hablando esa noche muy acompañado, un auténtico baño de masas que certificó el espectacular tirón que conserva todavía por el norte, pues tampoco muchos artistas patrios agotan el papel con tanta facilidad. Viendo la manera que tiene de desenvolverse y de cautivar a los fieles se entiende por completo. Maestro.

miércoles, 5 de abril de 2023

MOTORISTS + THE SMASHING TIMES: PARA DELEITE DE LA AFICIÓN

 

Sala Rock Star, Bilbao

 

 Lo cierto es que no existen demasiados conciertos en los que uno pueda decir que conoce a casi todo el mundo, por lo menos de vista. Porque, al fin y al cabo, los que nos movemos por el circuito rockero somos siempre los mismos, salvo alguna que otra incorporación dependiendo del grupo que se trate. Y ojo, pocos poseen el insólito don del eclecticismo que a veces te hace acudir a los bolos por mera curiosidad, igual que aquel que siempre echa un vistazo por la puerta entreabierta.

 

Motorists

El regreso de la bilbaína sala Rock Star al circuito concertil de la capital vizcaína desde luego era una buena noticia con la suficiente magnitud como para personarse allí y dar de esa manera apoyo a todas las futuras sorpresas que nos tengan deparadas para los próximos meses. La apelación al power pop de los cabezas de la velada sirvió de leve reclamo para los melómanos de pro, esos que no se dejan distraer por colorines ni por voces enlatadas.

Un medio centenar de fieles acudieron a la llamada de este primer evento en una nueva etapa de una sala por la que en su época ya pasaron unos cuantos artistas internacionales. Tal vez los de esa noche no tuvieran un desbordante poder de convocatoria, pero se antojaban perfectos para esa suerte de bautismo del recinto. Deberían haber dado carnets de socios preferentes o algún tipo de distinción a todos los que asistieron al bolo.

The Smashing Times
 

Abrieron sin demasiada pompa The Smashing Times, naturales de Baltimore que por su aspecto parecían más bien una comuna hippy, sus dos chicas incluso llevaban pintados coloretes en las mejillas. Su rollo era una especie de psicodelia con ecos de Pavement, The Byrds y demás combos de los que queda bien decir que te molan, pero tampoco eran un desenfreno excesivo. Echamos de menos un poco más de garra en sus composiciones, aunque para calentar el terreno podrían servir.

Los canadienses Motorists, por el contrario, sí que nos sorprendieron gratamente, pues en directo ganaban bastante en intensidad respecto a lo escuchado en estudio. El matiz guitarrero que poseían deudor de The Replacements o Hüsker Dü les convertía en un plato apetecible seguramente para la mayoría de los asistentes, por no mencionar alguna melodía que otra tipo Big Star. Un menú nutritivo, como poco, para el espíritu. 

Motorists
 

“Surrounded”, que abría su último trabajo de estudio, demostró que en el aspecto compositivo cuentan con dignas bazas. Y la verdad es que se lo montaron bien alternando voces el bajista y el guitarrista con ese gancho que quizás les faltaba a sus predecesores en escena.

Confesaron que se encontraban tristes por tener que abandonar la península después de estar seis días por nuestro país. El entusiasmo del personal a comienzos de semana tampoco era impresionante, aunque sirvió para que el trío se llevara una aceptable impresión de la zona. Una sensación que sería del mismo modo compartida por los fieles, pues los músicos exprimieron de lo lindo los instrumentos en las distancias cortas.

Motorists
 

“Through to You” fue una de las cimas de la velada, no en vano se trataba de uno de los cortes que más llamaban la atención en su último disco. Y “Go Back” se antojó de igual manera muy disfrutable, con punteos decentes y ese punto alternativo nostálgico del “Bastards of Young” de The Replacements. No perdieron empaque en “Walled Garden”, con fragmentos en los que hasta se acercaban al hard rock, y en un momento dado, los compis sugirieron al vocalista beber agua tras un arranque en falso. Más que una banda aquello se asemejaba a un grupo de amigos que se juntaban para tocar en el porche o en el garaje de algún vecino, como hemos visto infinidad de veces en películas americanas.

El repertorio tampoco era muy extenso, por lo que ni siquiera llegaron a una hora, pero ya nos lo imaginábamos al encontrar por plataformas y demás únicamente un disco. Muy acertado resultó recurrir a toda una revisión para sibaritas como “Part-Time Punks”, del grupo de culto Television Personalities, un dato que creo que en la sala solo advirtió Carlos Benito, un gran fan de ellos. 

Motorists
 

Definitivamente, no salimos de allí maravillados ante lo que habíamos contemplado, aunque al final los canadienses se marcaran una actuación muy guapa, bastante por encima de nuestras expectativas. El instinto funcionó en aquella ocasión. Y también moló encontrarse entre el paisanaje selecto que no se perdió uno de esos eventos que no se hacían para ganar dinero, sino para deleite de la afición. Por puro amor a la música.

miércoles, 15 de marzo de 2023

KURT BAKER BAND: ESTRELLA DE ROCK DE NOCHE

 

Kafe Antzokia, Bilbao

 

Si hubo algo que verdaderamente eché de menos durante los años que duró la pandemia fue ver en directo a Kurt Baker. Los que me leen saben de sobra que este artista estadounidense me parece uno de los grandes talentos contemporáneos que se pueden escuchar hoy en día. Parece poseer en su cabeza la fórmula mágica para componer canciones perfectas, con pegada, estribillos memorables y todo aquello que debería poseer el rock n’ roll más glamuroso, por algo le solemos llamar el príncipe del power pop, porque de rey de ese género ya tenemos a Paul Collins. 

 

 La debilidad por este oriundo de Portland no se ciñe únicamente al aspecto musical, sino también al sentimental. Voy a confesar algo en exclusiva para los lectores del blog, ahora que no nos oye nadie. Lo cierto es que podría decir incluso que hasta me enamoré en un concierto de Kurt Baker. No de una chica que estaba allí (podría ser, a esos bolos van muchas féminas), sino de una ya fichada de antemano pero que a partir de entonces empezamos a hablar hasta altas horas de la madrugada. Recuerdo que cuando se inició aquel rollo iba flotando entre la emoción de esto último y el bolazo que se había cascado Baker en el Crazy Horse bilbaíno. Y no sabría precisar qué ocasionó el mayor subidón en aquel momento.

Tuvieron que pasar unos cuantos años para que Kurt Baker regresara a la península, con una gira larga que por supuesto pasó por Bilbao, en concreto, por un lugar tan acogedor como el piso superior del Kafe Antzokia. Vendría además acompañado por su propia banda estadounidense, algo que no se producía desde hace una década. Un dato realmente relevante, pues esa formación grabó joyas del calibre del reciente reeditado ‘Brand New Beat’, entre otras cosas.

 

A pesar de que coincidía con el dichoso fútbol, hubo una concurrencia importante para recibir al músico de Maine, que salió con su actitud habitual de comerse el mundo con “Send Me To Mars”, todo un trallazo para despertar al personal. Sin pausa alguna, encadenó con un clásico en su trayectoria como “Don’t Steal My Heart Away”, otra composición redonda que además demostró que de cualidades vocales no había perdido un ápice.

Por la maldita pandemia nos quedamos sin disfrutar en directo de un discazo como ‘After Party’, pero esa noche lo remediaron rescatando “New Direction” o la maravillosa “I Like Her A Lot”, que probablemente sea de las mejores piezas que ha compuesto en los últimos años. El repaso a su último trabajo en estudio no se quedó ahí, pues también sonó otro potencial himno como “Over You” o la decente “Wandering Eyes”.

 

El ritmo frenético del comienzo no disminuyó para nada. Se notaba que era la banda con la que Baker había compartido ya varias vivencias, pues había una química tremenda entre ellos, a veces parecía que se comunicaban únicamente con miradas. “¡Qué elegantes!”, dijo una chica, y era verdad, pues su aspecto se asemejaba al de dandis tipo Elvis Costello.

No faltaron tonadillas festivas de la envergadura de “Electric Fire”, en cuyo vídeo Baker se marcaba un fiestón impresionante en la azotea de un edificio. Para dejar claro que sus compañeros no eran meras comparsas, el carismático frontman reservó instantes de protagonismo tanto para el teclista, que se cantó un tema, como para el otro guitarra. Aquí no había jerarquías de ningún tipo, todos eran iguales encima del escenario y trabajaban en conjunto para el máximo bien común, hacer disfrutar a la gente.

 

El repertorio resultó muy variado, pues picoteó de varias etapas de la trayectoria de Baker, desde los inicios hasta cosas más recientes como “Foolish Stuff”, con su aire The Beatles total, esos “oh yeah” son puro John Lennon, o por lo menos eso le parece a un servidor. Un orfebre de la melodía en pleno esplendor.

Kurt anunció “una canción especial” y cedió de nuevo el testigo de las cuerdas vocales a su escudero guitarrista para “Love Will Lead The Way”. Sorprendieron con una enérgica revisión del “Rock N’ Roll Star” de Oasis que transmitió un buen rollo impresionante. A los hermanos Gallagher nunca les tragué, pero lo cierto es que tampoco había demasiado parecido con la original.

 

El poso rockero a lo Bob Seger de “Can’t Wait” siguió elevando la temperatura del recinto, pero no dudaron en bajar un poco las revoluciones con “Good” de su último álbum, que funcionó bastante bien en las distancias cortas. “Move Up” era otro corte reciente que probaron justo después, un completo acierto, esperemos que siga en un futuro en el repertorio, ideal para quemar garitos en una noche de farra.

Baker ha vivido un tiempo considerable en la península, por lo que sus conocimientos de castellano le permiten comunicarse con el personal, pero rizó el rizo al intentar traducir al euskera el expresivo título de “Yeah Yeah”. Daba igual, la peña iba a bailotear de la misma manera, aquello era un lenguaje universal. 

 

“Qualified” mantuvo el interés antes de un “Partied Out” que incitaba al desmadre, pero lo que provocó que algunos dieran hasta saltos fue “Don’t Go Falling In Love”, una pieza redonda con las principales marcas de fábrica de la factoría Baker. Soberbia elección para terminar como en una nube.

Los gritos de la concurrencia provocaron que Kurt y compañía no tardaran mucho en regresar con más cortes historia viva de su trayectoria, caso del power pop de manual de “Telephone Operator” de The Leftovers o una revisión tan del rollo de Baker como el celebérrimo “Cruel To Be Kind” de Nick Lowe. Un broche de altura. Ya si hubiera seguido con el “Hanging On The Telephone” de The Nerves habríamos alcanzado el éxtasis.

En suma, fue un repertorio muy diferente al que solía hacer antes de la pandemia, pero era lógico, los acompañantes tampoco tenían nada que ver. Nuestras existencias cambiaron bastante durante ese periodo en el que hubo que recluirse en casa a la fuerza. Baker dijo que incluso trabajó de camarero en su ciudad natal. Un simple pasatiempo, pues al subir a un escenario se sigue desatando su verdadera pasión, ser una estrella de rock de noche. Que vuelva cuanto antes.