jueves, 17 de noviembre de 2022

EL PECHO DE ANDY + SERES DE LA CHARCA: LA CARA B DE LA MOVIDA

 

Sala Shake, Bilbao

 

Cuando se le pregunta por la movida madrileña a cualquier ciudadano de a pie lo normal es que empiecen a salir nombres como Alaska o Radio Futura, lugares comunes empleados por esa gente que escucha de todo y que en realidad reflejan una nula cultura musical. Al margen de las bandas que terminaron asociadas a esa época determinada, había toda una vertiente underground siniestra con grupos como Ceremonia, Los Monaguillosh o Morticia y Los Decrépitos, entre muchos otros, pues aquel periodo sirvió de pistoletazo de salida a una auténtica explosión creativa en diversos estilos.

A los toledanos El Pecho de Andy les consideraban los Smiths españoles, como bien recalcaron algunos aficionados antes del concierto que veríamos esa noche en la sala Shake. Para otros, su música era demasiado moderna para el tiempo que les tocó vivir, al igual que esas letras con ínfulas literarias que probablemente no encajarían en una juventud que prefería simplemente pasárselo bien sin preocupaciones existenciales de ningún tipo.

 

Contemplar por estos lares a un combo como ellos era todo un regalazo que nos ofrecía Iñaki Gallardo, promotor de conocimiento enciclopédico y responsable del sello Decadencia Corporal. Por desgracia, a veces vienen mal dadas y esa noche debido a la manifestación que recorría el centro de Bilbao el grupo no pudo llegar a la sala en el horario estipulado. Eso sí, en cuanto aparcaron, muchos fieles se prestaron a ayudarles a descargar instrumentos y demás. Eso sí que era pasión por la música.

A consecuencia del retraso, hubo que recortar las actuaciones, pues en el Shake los conciertos no pueden prolongarse más allá de las diez de la noche. Los teloneros Seres de la Charca quedaron reducidos a unos escasos veinte minutos que ejercieron a modo de entremés. Esta formación fundada por dos hermanas, de las que solo vimos a una en escena, pues la otra vivía en Costa Rica, dejaron una maqueta perdida en la noche de los tiempos que Iñaki recuperó recientemente. 

Seres de la Charca
 

Fue una especie de acompañamiento mientras los protagonistas de la noche iban montando sus artilugios para no perder tiempo. Tal vez debido a este ir y venir, se le notó a su única oficiante nerviosa, y por los comentarios que escuchamos luego, no debió de quedar muy satisfecha con su intervención. No era para tanto, hemos visto cosas mucho peores. Seguro que a la próxima aparece con mayor seguridad.

Podríamos englobar a El Pecho de Andy dentro de esa corriente coetánea de nuestros adorados Héroes del Silencio que practicaba una suerte de post punk muy influenciado por The Cure. En este sentido, no entendemos cómo se dejaron fuera del repertorio de la noche “Última combinación”, su mejor canción en nuestra opinión y que en alguna ocasión hemos puesto en alguna sesión gótica.

 

Comenzaron su breve recital, que no llegó a la hora por exigencias del recinto, como hemos explicado, con “¿Quién si no tú”, corte enérgico que posee cierto rollo a los U2 del ‘Achtung Baby’. No nos desagradó para nada esta manera de empezar, realzada además por el toque personal que les otorgaba el saxofón y que les acercaba quizás algo lejanamente a los Spear of Destiny de Kirk Brandon.

Siguieron repasando a conciencia su último trabajo ‘La equivocación minuciosa’ con “Higiene”, que suena por completo a los ochenta, o “Meteorológica”, en la que vuelvo a pensar en Bono, The Edge y compañía, aunque si nos podemos a enumerar a todos los combos que han influenciado los irlandeses, igual no acabamos nunca.

 

El vocalista conservaba en buen estado las cuerdas vocales y además tuvo el detalle de no hablar demasiado para así aprovechar el escaso show al máximo. “Llegará octubre” padeció un pequeño problema técnico que obligó a empezar de nuevo, pero ese saxofón del inicio, así como algunas melodías, remitieron a Springsteen o a la versión patria del Boss que se marcó Carlos Goñi en ciertas piezas de Revólver.

“El turista oriental” no desentonaba en la trayectoria de los toledanos, del mismo modo que “Líneas”, que guarda el equilibrio entre pulso rockero y accesibilidad. La homónima “La equivocación minuciosa” ganaba bastante en directo y no podemos dejar de subrayar en este punto la aportación de su enérgico batería, así como del evocador saxofón, un elemento que realmente les añade carácter propio, ya lo hemos dicho.

 

“La fe de los necios” miró hacia su segundo trabajo de 1987, ese con el que cerrarían una etapa en el grupo, pues el siguiente álbum tardaría en llegar casi cuatro décadas. Regresaron a la actualidad con “La celda”, que conserva los rasgos principales de su sonido y no sería descabellado que uno pensara en Nacha Pop o Antonio Vega en solitario. Unas coordenadas musicales bastante respetables que tampoco se estilan tanto hoy en día.

En este viaje a los orígenes de la banda no podría faltar “El arrozal”, su himno por definición y que debería ser un clásico de culto para fans de Héroes del Silencio y derivados. Tal vez en esta tesitura La Dama se esconde tuvieran más suerte, pero de lo que no cabe duda es de que El Pecho de Andy también deberían gozar de un rincón propio en la historia musical de este país.

Muy corto se hizo su recital, pero ya estábamos al tanto de la limitación horaria, ellos por su parte se quedaron con las mismas ganas de estirar el espectáculo, se les notaba en las caras. Esperemos que regresen otra vez en mejores circunstancias. Toda una oportunidad única de disfrutar de la cara B de la movida en vivo. Para tomar apuntes.

 

jueves, 6 de octubre de 2022

NEW CANDYS + SILVER SURFING MACHINE: DULCE TINIEBLA ENVOLVENTE

 

Sala Azkena, Bilbao

 

Sin intención alguna de repetirnos, volvemos a quitarnos el sombrero ante los promotores que apuestan por grupos que se salen de lo habitual. Frente a aquellos que no arriesgan lo más mínimo y traen a la misma gente año tras año, todavía quedan cruzados de la cultura que se lanzan en barrena a por combos no muy conocidos en la península, pero que siempre es un gustazo ver.

No hablemos ya si encima nos centramos en el shoegaze deudor de The Jesus and Mary Chain, un género que a priori tampoco arrastra ingentes multitudes, mucho nos tendríamos que remontar en la memoria para encontrar algún precedente. Pero la vida es de los osados, así que había que acudir a una de esas experiencias que desde luego te marcan debido a que no suceden demasiadas a lo largo del año. Quizás su frecuencia sea la misma que la de los eclipses solares.

New Candys
  

La sala Azkena presentaba aquella jornada un aspecto bastante más concurrido de lo que imaginábamos para un estilo oscuro como un tizón, a medio camino entre el shoegaze y el rock gótico. Tales eran las señas de identidad de los venecianos New Candys, y por lo que comprobamos, había cierta expectación por su show en Bilbao.

Previamente calentaron el ambiente los locales Silver Surfing Machine, cuya psicodelia con trazos post punk encajaba cual guante en la velada. Les habíamos visto hace escasas semanas de teloneros de Fundación Francisco Frankenstein, pero si entonces sus divagaciones no pegaban ni con cola, en esta ocasión se antojaban un más que digno entremés. 

Silver Surfing Machine
  

Cierto es que había que pillarles con ganas, pero si uno ha escuchado antes piezas tipo “Quien sabe” entiende perfectamente los parámetros por los que se mueven. Hicieron además una versión de “O.D. Catastrophe” de Spacemen 3, una de sus grandes influencias. Tan hipnóticos como maquinales. El eslabón perdido entre Eskorbuto y Hawkwind.

Hay grupos con los que escuchas unas pocas notas y enseguida sabes que son ellos. Con los venecianos New Candys pasa eso mismo, pues no tardaron en reproducir al milímetro ese sonido tan personal que podemos escuchar en disco. El espectacular arsenal de pedales colocado a un lado del escenario ya daba a entender que se preocupaban bastante por ese aspecto. Es curioso, pero debe ser una especie de constante en el rollo, pues cuando vimos a The Telescopes su líder también parecía muy preocupado por crear una nube sónica a la altura de su leyenda.

New Candys
  

La puesta en escena no se antojaba de igual modo producto de un caprichoso azar, desde esas luces rojas tortura para fotógrafos a la frase “Art is an Act of Violence” que ponía en uno de los bafles. Diría además que su actitud era más de grupo gótico que shoegaze, en este sentido el bajista podría ser un gran discípulo de Simon Gallup de The Cure.

Hubo ciertos problemas con la parte electrónica de la batería, algo que para los asistentes era casi imperceptible, pero que a ellos les debía provocar un desasosiego digno de no poder continuar con el concierto. Este desvelo, no obstante, tenía su recompensa, ya que se arrancaron con “Twin Mime” y era casi como si uno la estuviera escuchando en cualquier reproductor. Una perfección formal absoluta.

New Candys
  

Lo malo que poseen estos italianos es que les faltan temas memorables, es decir, uno se mete fácilmente en su atmósfera durante un rato, pero llega un momento en el que apetece tomar un poco el aire. Y si se pregunta a cualquiera qué canción en concreto ha estado oyendo, probablemente no acierte a recordar el título. Lo lógico, por otra parte, en una experiencia tan hipnótica.

“Dark Love” marcó un ligero punto y aparte en la tónica general por su aire a lo The Raveonettes, por lo que su recital tampoco resultó monocromático total, hubo leves pinceladas que engrandecieron su obra final. No nos olvidamos que incluso el mismísimo Iggy Pop les debió poner en su programa, por lo que algo especial tendrían que tener.

New Candys
  

Si hubiera que señalar alguno de los aspectos reseñables de la velada, volveríamos a insistir en ese monumental sonido que se curraron, nítido incluso cuando les daba por meter ruiditos. Daba igual que para lograr ese efecto  necesitaran pedales o patas de conejo, lo que permanece siempre son las sensaciones y estas no se disiparían de ninguna manera. Eso fue lo que nos llevamos a casa.

Como en todo, al hablar de ciertos estilos siempre existen prejuicios al respecto, ideas preconcebidas que condicionan nuestra valoración final, pero del mismo modo en que no existen dos personas idénticas tampoco hay grupos totalmente clavados. A nada que uno escarbe y no se quede en la superficie saldrá algún rasgo diferencial. El de estos tipos es su shoegaze oscuro como un tizón, no cabe duda. Una dulce tiniebla envolvente.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA

lunes, 26 de septiembre de 2022

BONZOS + GARBAYO: A VELOCIDAD METEÓRICA

 

Sala Azkena, Bilbao

 

Siempre viene bien un concierto de esos de soltar adrenalina, uno de esos eventos para descargar tensiones acumuladas y que opera en el fondo del mismo modo que un masaje terapéutico o un chupito para ponerse a tono. No hay que renunciar nunca a esos momentos en los que el mundo se para, la atención se concentra en un único lugar y ya puede caer una bomba nuclear en el exterior porque dará igual, lo verdaderamente relevante se encuentra a escasos metros.

Así afrontamos la impresionante dupla montada en la bilbaína sala Azkena que reunía a dos bandas tan gordas de la escena local como Garbayo y Bonzos. Los aficionados ya habían podido disfrutar de ellos en otras ocasiones recientes, pero un servidor tenía la espina clavada con los segundos, pues todavía no les habíamos visto en su nueva reencarnación con repertorio íntegro en inglés, pero idéntica pasión por los Ramones.

 

Calificar de mero entremés lo de Garbayo sería de una profunda injusticia, pues hubo un ambientazo desde que el getxotarra se arrancó con las primeras notas de “Busca entre la basura” y la cosa no decayó en ningún momento, con puntos álgidos como “Delincuentes románticos”, todo un trallazo de power pop capaz de levantar a un muerto, o “Nitroglicerina”, otra joya que epataría en cualquier escenario imaginable. La banda sonó impecable y con unos mimbres tan rotundos se nos antoja complicado que puedan dar alguna vez un bolo mediocre. Un auténtico subidón.

Garbayo
 

Y lo de Bonzos fue un cañonazo de principio a fin, uno de esos recitales a toda pastilla en el que si se te ocurre ir al baño o a pedir algo, igual ya te pierdes un puñado de canciones. “Too Many Kisses” abrió la veda ramoniana y ya no pudimos desviar la atención ni un segundo. A pesar de que algunas piezas como “Are You Gonna Kiss Me?” en estudio tampoco vayan a velocidad supersónica, esa noche Juancar y los suyos estaban desatados, pues oficiaron a un ritmo trepidante. Las únicas pausas admitidas eran los escasos segundos entre una canción y otra, a menudo espoleados por el clásico “one, two, three, four”.

“Heart with Seven Locks” es una delicia ideal para romper la pana en las distancias cortas, del mismo modo que la soberbia “With a Girl Like You”, con un comienzo que remite por completo a Joey Ramone y compañía. “Steady with Betty” también resultó un visto y no visto, con Ricky sobresaliendo a la batería, tuvo que acabar verdaderamente reventado.

  

No pensaba que se podían tocar estas canciones tan rápido, pero veo que sí”, confesó Juancar. Hicieron un breve alto en el camino con “Crush On You”, “una canción de hace veinte años que ha vuelto para quedarse”, podría ser tranquilamente su “I Wanna Be Your Boyfriend”, aunque al final les quedó hasta más cañera que en estudio. Sin medias tintas.

“Drive-in Movie” volvió a demostrar la reseñable capacidad compositiva de Juancar Parlange, no hay que olvidar que también ha estado al frente de Help Me Devil en clave rock n’ roll y hasta se atrevió con un interesante proyecto de industrial primigenio a lo Suicide en First Girl On The Moon, entre otras cosas. Un talento que no entiende de estilos o compartimentos estancos.

 

El carácter frenético de la velada no disminuyó un ápice con “I Don’t Know” y ya “I Wanna Hold You Tight” acrecentó los pogos por el recinto, así como el impulso por arremolinarse en torno al escenario. “Bonzo Girl” solo podía conseguir que los ánimos se elevaran, estamos hablando de uno de sus himnos para dejarse la garganta. La descomunal entrega de la afición hizo mella en el propio grupo, pues su bajista con apariencia de Dee Dee Ramone agitó con ímpetu el bajo y lanzó la púa casi como si le diera calambre.

Lo que desde luego pocos se esperarían es que entonces bajarían las revoluciones con el histórico “Surrender” de Cheap Trick, la última frase la cogemos con pinzas, pues la batería de Ricky le imprimió la fuerza que a veces se echa de menos en la original. Apabullante.

  

Todavía remataron con un “I Want You Back” que terminó de enfervorizar a la peña de las primeras filas y colocó su bolo en lo mejor que hemos visto en los últimos meses. Pero no se acabó el asunto ahí, pues regresaron para un par de bises con algunos invitados como Anero Cordura, que con camiseta de The Misfits finiquitó la sesión por todo lo alto como solo un evento de tal envergadura merecería.

“¡La vez que les he visto tocar más rápido!”, decía un espectador y la verdad es que razón no le faltaba, pues hacía tiempo que no veíamos a un grupo darle cera a velocidad meteórica. Con lo que odia un servidor las palmas y demás tonterías que se suelen hacer para perder tiempo, agradecimos de veras una banda que fuera directa al grano, sin rollos, música y punto, no hay más. Esperamos desde ya con ganas su concierto junto a Paul Collins Beat el 11 de noviembre en Getxo. ¡Apunten fecha!

 

martes, 13 de septiembre de 2022

FUNDACIÓN FRANCISCO FRANKENSTEIN + SILVER SURFING MACHINE: SOBREDOSIS RAMONIANA

 

Sala Azkena, Bilbao

 

El crítico Stephen Thomas Erlewine dijo que los primeros cuatro discos de Ramones sentaron las bases para todo el punk y el hardcore que surgiría en las dos décadas siguientes. Una afirmación que podría parecer exagerada, pero que se torna la mar de cierta si uno se pone a calibrar la tremenda influencia que tuvieron los de Forest Hills en toda la costa oeste norteamericana en bandas como The Dickies, NOFX, Bad Religion y un amplio etcétera que se extiende casi hasta nuestros días.

Si uno se traslada al ámbito peninsular no tardará en acordarse de Los Nikis, los llamados Ramones de Algete, pero tampoco convendría olvidar a los fantásticos Los Vegetales de Mauro y Nacho Canut o a Airbag y F.A.N.T.A. como fundamentales referencias a la hora de dar lustre al legado de Joey Ramone y compañía. Dentro de este último grupo incluiríamos sin duda a Fundación Francisco Frankenstein, que reproducen al milímetro los parámetros de sobra conocidos y que no necesitan explicación alguna, un simple “one, two, three, four” actúa como contraseña para fieles y amantes del género.

Fundación Francisco Frankenstein
Programar conciertos en plenas fiestas bilbaínas podría considerarse una actividad de riesgo dada la abundancia de bolos gratuitos, pero a veces la amplia demanda permite lograr incluso una afluencia digna en condiciones adversas. Así sucedió en la sala Azkena, aunque el respetable era completamente diferente en los teloneros y en los cabezas de la velada. Los que disponemos de gusto versátil disfrutamos de ambos.

La verdad es que había que andar con ganas para pillar el punto al space rock de Silver Surfing Machine, una suerte de territorio indefinido entre Hawkwind, Spacemen 3 y Eskorbuto, aunque también había cierto deje a bandas de la Movida. Hubo muchos que prefirieron quedarse fuera fumando, pero no estuvo nada mal el show psicodélico que montaron con proyecciones hipnóticas de fondo, niebla y temazos como “Hay un lugar” que lo mismo podría recordar a Tropical Fuck Storm. Un entremés muy digno para abiertos de mente.

Silver Surfing Machine
Ataviados con boinas como si se hubieran fundido de un plumazo con el folklore autóctono, Fundación Francisco Frankenstein expusieron con “Atado y bien atado” los principios de su peculiar movimiento, esto es, mucho cachondeo y melodías reminiscentes a Ramones 100%. “No se os puede dejar solos” mantuvo el interés con puño de hierro y “Lo que no puede ser” desencadenó algunos pogos.

Era un concierto de esos que iba como un tiro, en el que si te ausentabas unos minutos, ya te perdías una parte importante del mismo. Daba igual que “Barbacoa en Varanasi” comenzara muy parecido al “Havana Affair” de Ramones,  no sería el único homenaje directo o indirecto a los de Queens. Lo bueno que tiene moverse por unos parámetros tan definidos es que casi resulta imposible que se hagan pesados en ningún momento, se sabe de sobra lo que hay, por lo que aquí no había engaño.

Fundación Francisco Frankenstein
Sin hablar nada salvo para soltar alguna gracieta, fueron fundiéndose un repertorio frenético con alusiones místicas en “Palabra de chamán” o las inevitables referencias al periodo estival en “Yo no hago surf”. Y legaron su particular “I Wanna Be Your Boyfriend” en “Yo no te quiero”, una de las cumbres de la noche con la aportación de Tere a la voz que rompió esa homogeneidad que a veces inundaba todo de manera involuntaria.

“Tontos a las 3” podría recordar en su inicio al mítico “Demolición” de Los Saicos, unos guiños que lejos de revelar falta de imaginación denotan un auténtico amor por la música. ¿A quién no le gusta escuchar esos “one, two, three, four” que evocan de inmediato a Johnny Ramone y compañía?

Tere, de Fundación Francisco Frankenstein.
“Nadie en casa” siguió reproduciendo la ortodoxia ramoniana, al igual que “Ya no estamos”, en el que hasta se animaron a introducir un “Gabba Gabba Hey” para deleite de la entregada afición. Por cierto, señalar que seguramente habría el doble o triple de gente que durante los teloneros, por lo que el ambiente no se pareció en absoluto al que se respiraba minutos atrás.

Y no dudaron en dedicar “El general” a Franco, “el rey del reguetón”, todo un ataque políticamente incorrecto contra ofendiditos que ponen el grito en el cielo por letras de canciones. Parece mentira que todavía sucedan esas cosas en 2022. Impagable resultó contemplar a una multitud de forofos del punk corear con convicción ese contagioso estribillo que dice “reguetón”. Enorme.

“Gracias por irte” no se apartaba de las coordenadas establecidas, pero molaba igualmente por su apelación a los aficionados a hacer bombas de humo, que fijo que no son pocos. Y “Esta noche” guardaba un aire al “I Don’t Wanna Walk Around With You” de Ramones que tampoco caería en saco roto entre el personal con ganas de jarana.

Preguntaron a la peña cómo se decía “otra” en euskera y no tardaron en responder desde la concurrencia con un sonoro “beste bat”. “Solo quiero divertirme” de Aerolíneas Federales volvió a dejar el apartado vocal en manos de Tere, que añadió versatilidad al conjunto después de que sus compañeros advirtieran que no se iba “a desnudar”. ¡Pero yo sí!”, añadió enseguida el vocalista habitual y guitarrista.

No podría faltar “Voy a ser un drogata”, que es su peculiar adaptación de “I Wanna Be Sedated”, Ramones a paladas, claro que sí. “Hay que sudar esa boina”, les dijeron para que se estiraran todavía más, y a fe que lo hicieron con “Vuelva usted mañana”, un reflejo de esa indolente actitud patria que ya denunciaba Larra allá por el siglo XIX en un artículo del mismo título. El comportamiento de los funcionarios no ha variado demasiado desde entonces.

Vale que estos mallorquines no inventen tampoco la rueda dentro del punk, pero siempre agrada disfrutar de una sobredosis ramoniana entre pecho y espalda, sin pretensiones de grandeza o de cambiar el mundo, simplemente por la noble causa de pasárselo bien. ¡Que se conserve en pie muchos años esta fundación!   

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA