martes, 12 de abril de 2022

TXARLY USHER Y LOS EJEMPLARES + KRUELA: EL FUNERAL DE LA PRIMAVERA

 

Pub El Mendigo, Barakaldo (Bizkaia)

 

Ya lo hemos repetido varias veces, pero seguimos pensando que la verdadera normalidad solo llegará con esos conciertos en garitos sin cortapisas donde artistas y público se funden casi en un solo ser y la única distancia de seguridad que se respeta es contra aquellos que no están ahí por la música. Hablamos de esos bolos íntimos en cierta manera porque cualquier comentario retumba como si uno se encontrara en una iglesia y se establecen diálogos de punta a punta del recinto. La eucaristía de los paganos.

Frente a otros lugares donde el hecho de que alguien se suba a un escenario no merece el más mínimo respeto, es todo un gustazo acudir a sitios donde el ambiente se encuentra precisamente en las antípodas, apenas existen cotorras que den por saco al personal y la única voz que se eleva es a ritmo de la música. Paraísos contemporáneos en una época donde predominan distracciones estériles que a la larga empobrecen el espíritu.

Además de la nutrida multitud que se congregó aquella noche en el Mendigo de Barakaldo, se había montado una velada interesante con el concurso de los locales Kruela, que se movían entre el punk rock y el hardcore melódico y nos pareció un auténtico grupazo. Resulta complicado que no te vengan a la cabeza luminarias patrias del punk ramoniano del calibre de F.A.N.T.A. o Depressing Claim al escuchar “Perdiendo el tiempo” o “Qué sabes tú”, entre otras piezas que hicieron que su recital se pasara volando.

Por si sus propios temas no ejercieran ya de suficiente gancho, encima se marcaron una versión del “Reach for the Sky” de Social Distortion, si es que a esas alturas quedaba algún indeciso en el garito. Salió Txarly Usher para ayudarles en “Anti-Generación” en uno de los momentos álgidos del show, aunque tampoco es que hubiera demasiados remansos de paz. Quizás me sobrara la adaptación en castellano del “What’s Up?” de 4 Non Blondes porque ya nos hartamos en su día de escucharla en los noventa, pero vamos, que deseando volver a ver sobre el escenario a estos cachondos de la vida que en directo suenan cañón. Recomendables totalmente.

Kruela

El listón se había colocado muy alto y eso supondría una clara desventaja para cualquiera excepto para Txarly Usher y Los Ejemplares, que enseguida llamaron a filas a las huestes con “Anfetamina”, “Mundo enfermo”, que ya la habían tocado antes Kruela, o ese himno llamado “Clase perdedora”. El carismático vocalista volvió a desplegar ese inmenso magisterio que sienta cada vez que se sube a las tablas. Volvemos a repetir una vez más lo complicado que se antoja hallar un cantante que se deje más la piel en escena. ¿Iggy Pop? O igual ni eso.

Pero no conviene dejar de lado a los que acompañan a Txarly Usher, que no se trata en absoluto de meras comparsas. Para empezar, ahí está a su vera una de las grandes leyendas del panorama siniestro de este país, el gran Rafa Balmaseda de Parálisis Permanente, pura historia viva. En este contexto, nadie más legitimado para recuperar “Unidos” que una banda en la que esté uno de los mejores amigos de Edu Benavente. Piedra angular.


Hay muchas cosas que todavía no queremos dejar atrás”, advirtió Txarly Usher a la concurrencia antes de esa soberbia “Todavía no” que siempre se convierte en uno de los instantes fundamentales en sus conciertos. El canto nihilista sirvió también de excusa para mandar agachar a la peña previamente al clásico levantamiento con ímpetu. “Latidos” funcionó muy correcta mientras el vocalista decretaba que “la primavera ha muerto”. Claro que sí, sin buenrollismos estériles.

“Hipnopedia” es otro trallazo descomunal, al igual que “La muerte es perfecta” y un servidor también se acuerda de esa odiosa época de los conciertos con sillas cuando en “Vaporízate” pedían cerrar los ojos y “aprender a flotar”, como mandaba también el payaso Pennywise de It. Y, al contrario que otras veces, “Dos minutos de odio” no estuvo dedicada a ese líder supremo y racista que tanto nos hizo la puñeta durante la pandemia, sino a “los de un imperio y los del otro” que están jodiendo hoy en día a la gente normal en Ucrania. Basta ya de discursos maniqueos que blanquean detenciones tan salvajes como la del periodista Pablo González. Que no se envíe ni un cortaúñas a los responsables de este impune crimen de guerra.

Rafa Balmaseda, leyenda del siniestrismo patrio.

“Viejos errores” fue saludada por Txarly con la siguiente frase: “Anda que no habrá nuevos…”. “Latidos” es uno de esos cortes que crece en las distancias cortas, con estrofas que caen cual mantras, mientras que el inevitable recuerdo a Los Carniceros del Norte hizo acto de presencia con “Nosferatu vive en Barakaldo”, imprescindible tocarla en el lugar de residencia del vampiro. Y en esta senda brillaron con la declaración de principios “Nekromántikos”, que también debía atronar en sus bolos sí o sí.

Con un repertorio de semejante envergadura en el que no sobraba nada, había que poner la guinda siniestra y esta llegó con “Autosuficiencia” de Parálisis Permanente, “la única canción de confinamiento que respetamos”, como dijo Txarly. Da igual las veces que uno la haya escuchado, que no nos falte jamás este himno motivador. 

A pesar de la sensación de que el espectáculo concluía, todavía se estiraron con “Ratas extrañas”, cuya melodía posee la elegancia de los crooners de antaño y para nada pasa desapercibida en el álbum. “Cuervo, corazón y cuchillos” operó a modo de despedida incitando a los fieles a corear “¡Sangre!”. ¿Podría haber algo más siniestro?

Si con este recital celebramos el funeral de la primavera y la entrada de una nueva época en el que se dejen todas las recetas represivas y autoritarias de los últimos tiempos, pues bienvenido sea dicho óbito. Toda desaparición implica una reencarnación. O eso por lo menos nos dicen la mayoría de las religiones oficiales. Cambiemos de piel una vez más.

 

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA