miércoles, 5 de junio de 2019

VULK + LA URSS: IAN CURTIS EN LA FERIA DE ABRIL


Kafe Antzokia, Bilbao

Frente a modas pasajeras y la voluntad de quedar bien por encima de todas las cosas, existen todavía grupos que siguen apostando por la visceralidad y la sal gruesa. Con las redes sociales erigidas en altavoces absolutos de la estupidez, poco espacio se ha dejado para las voces discordantes gracias a aquellos que llevan un gran fascista en su interior. La vigencia del espíritu del 77 debería reivindicarse más fuerte que nunca, a la par que convertirse en adalid de esa libertad de expresión que en realidad a nadie importa. Quién sabe de lo que ya no nos dejarán escribir dentro de unos años. Eso si no hablamos ya esa neolengua que sustituye sin rubor alguno palabras como “censurar” por “retirar”. Por nuestro bien, por supuesto.

Fieles a la época actual, los andaluces La URSS definen su rollo como “el hilo musical para tiempos de autodestrucción y agonía existencial”, una declaración de intenciones que podría espantar de inmediato a cualquier posible ofendidito. Y no menos impactante era el nombre que habían cogido para el grupo, una palabra que evoca a la vez la grandeza del poder, la ortodoxia comunista o las purgas contra los disidentes, no en vano para personas de determinado espectro ideológico podría ser incluso la reencarnación absoluta de todos los males. Lo mínimo en unos tipos que se consideran discípulos de Eskorbuto, la banda más honrada del mundo.

La URSS, impartiendo doctrina.
Hacía eones que no acudíamos a una de esas sesiones noctívagas de bolos que comienzan sobre la 1 de la madrugada y la verdad es que repetiríamos mañana mismo. Había un ambientazo tremendo en un piso superior del Antzoki abarrotado de juventud en la flor de la vida que no se cortó a la hora de montar pogos o sobrevolar entre la multitud. Lo bonito. Vimos incluso hasta una camiseta de Familia Real por ahí, mítico grupo de culto punk de los ochenta, por lo que congeniamos de manera inmediata con gran parte de los asistentes. Por fin un concierto sin gatos de escayola.

Acudíamos con la principal motivación de catar a La URSS sobre las tablas y no nos defraudaron en absoluto con su estilo incendiario muy similar al de los madrileños Biznaga, aunque quizás haya que revertir dicha frase, pues la actividad de los primeros se remonta a principios del presente siglo. Es evidente que su incontestable alegato contra una sociedad que nos convierte en meros productos ha calado hondo en generaciones venideras.

Un bailaor punk.
La rabia desatada de “Olvido” elevó de un plumazo las gargantas mientras su cantante con gracejo andaluz casi se descoyuntaba con movimientos de colgao epiléptico tipo Ian Curtis. A veces parecía incluso una especie de bailaor flamenco que hubiera descubierto el punk. De hecho, muchos de sus temas beben bastante de este género, lo que pasa es que lo camuflan aplicando la distorsión adecuada.

“Curva de consumo ascendente” es otra pieza para dejarse las cuerdas vocales con su retórica anticapitalista, al igual que el frenetismo y las odas a los cuerpos en putrefacción de “El silencio”. Los pogos ya comenzaron a desmadrarse cuando su inquieto vocalista bajó a la arena y uno de los puntos álgidos de la velada se alcanzó con el flamenco punk de “†” antes de aplicar nihilismo a cascoporro en “Souvenires de la nada”.

La cita incrementó todavía más la temperatura con una sorprendente revisión de “La marcha del siglo XX” de Eskorbuto, que les iba cual anillo al dedo por su rollo visceral, y en “Non Plus Ultra” se desprendieron de viejos miedos atávicos con un desgarro similar al del trío de Santurtzi antes homenajeado. Y aunque no lo mencionaron, está claro que la sombra alargada de Edu Benavente sobrevuela en “Ante el espejo”, todo un ejercicio de siniestrismo contemporáneo.

“Viejas armas, nuevas guerras” se antoja otro trallazo para levantar a cualquiera del sitio. Un grito de desesperación y furia descontrolada contra ese repugnante pensamiento buenrollista que lo invade todo. Y como no podría ser de otra manera entre tanta ortodoxia punk, aquello ni siquiera llegó a una hora, pero ya les gustaría a muchos meter tanta zapatilla en ese intervalo. Grandes. Que vuelvan cuanto antes. 

Vulk desatando un torbellino sónico.
 Cualquiera que haya coincidido con Vulk anteriormente, debería conocer de sobra su impactante puesta en escena, con un enérgico vocalista que se puede tirar tranquilamente un rato dando la espalda al público o bien fundirse en movimientos imposibles en la escuela Ian Curtis. Mucho han crecido desde que editaran su debut hace un par de años y se recorrieran para presentarlo la península y varios festivales importantes, como el Primavera Sound, por ejemplo.

Pero su actitud no ha variado ni un ápice, siguen siendo un grupo profundamente de garito, no les hacen falta grandes escenarios para conseguir epatar a la peña. Por eso mismo, pueden permitirse el lujo de imaginar que están en un local de ensayo al arremolinarse todos frente a su batería o que su voceras monte un pogo onanista al margen de los seres que se encuentren en ese momento en el recinto. Lo importante es que uno se lo pase bien.


Y abajo el entusiasmo no disminuye un ápice, con la muchedumbre descontrolada casi volando de un lado a otro, un ritmo sencillo y repetitivo como el de “At The Wet Columns” vale de sobra para enfervorizar a la parroquia. El idioma que emplean es el de la música con mayúsculas, por lo que apenas guarda relevancia alguna que canten en inglés, o en euskera, como se han atrevido a hacer en su último disco. La jarana se montará de la misma manera.

“No Muscle” tiene el potencial necesario para hipnotizar como si se tratara de un mantra, de idéntico modo que “Second Heat”, piezas que se alejan de los convencionalismos incluso dentro del post punk, y mira que es variado dicho ámbito. Los golpes en el pecho que se daba su vocalista en plan marcial, más que una demostración de bravura, eran una constatación del orgullo del que no tiene nada que perder y por eso no le importa echar el resto. Lo que hacen Vulk cada noche.

En definitiva, una interesante velada con dos bandas todavía jóvenes con mucho que aportar en el panorama musical en el futuro y que no se conforman con seguir los esquemas manidos de siempre. Punk de putrefacción con ínfulas poéticas y flamencas camufladas frente a post punk desquiciante, enrevesado, o repetitivo si la ocasión lo requiere. Algo tan impredecible como Ian Curtis en la Feria de Abril.

TEXTO: ALFREDO VILLAESCUSA
FOTOS: MARINA ROUAN


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