martes, 2 de febrero de 2021

MATURE ‘BUFÓN DE LA VIDA’: LOS QUE VIENEN A COMPRAR EL EDIFICIO

 

Labrarse un hueco en el concurrido panorama musical casi es hacer encaje de bolillos y apelar en ocasiones a una mera sucesión de hechos fortuitos con la esperanza de que en alguno de ellos surja una grieta por la que colarse. No digamos ya si encima a la situación complicada le sumamos una pandemia en la que el gobierno de turno trata como basura a todos los trabajadores del sector cultural, con un ministro del ramo que ni está ni se le espera y el único indicio de que sigue vivo es que de vez en cuando suelta algún chascarillo por Twitter. Un panorama postapocalíptico también para la creación y difusión, pues nunca tanta gente tuvo semejantes dificultades para algo tan cotidiano como currar.

Pero algunos llevan el gen obrero en la sangre y cualquier obstáculo se convierte más en un desafío que en un impedimento para materializar sus sueños. Es lo que sucede con los cántabros Mature, que en apenas dos años han conseguido montar un grupo y sacar un debut tan decente como el que nos ocupa en el que incluso tenemos la colaboración de una figura de primer nivel del calibre de Fernando Madina de Reincidentes. Y no parece tratarse del típico postureo, puesto que sus composiciones beben a paladas del legado de los sevillanos. Justificación total.

 

Respecto al contenido de un redondo que se pasa en un visto y no visto, “Mañana” abre de manera enérgica con riffs rotundos y letras de esas de las que dicen algo, inevitable no pensar en combos de rock urbano tipo Reincidentes o La Fuga. El guitarreo no nos abandona en “Lunes de terapia”, no en vano el poso rockero en la formación resulta bastante importante y tampoco andan escasos de capacidad para facturar melodías y estribillos que perduren en la memoria, lo cual siempre tiene mérito. En este sentido, esta pieza sería de las más atinadas, no cabe duda.

“El gran engaño” cuenta con el atractivo de la presencia de Fernando Madina de Reincidentes en un corte que parece hecho a su medida y que no está muy alejado de los himnos de su banda madre. Y ya si le añadimos esa denuncia sobre el maltrato que se marcan a dos voces desde el punto de vista de una víctima las comparaciones con “Ay Dolores” u otros temas de rollo reivindicativo se antojan ineludibles. Otro de los aciertos del álbum.

“Te necesito” mantiene el pulso del rock urbano, sin concesiones ni alejarse de los parámetros predominantes que a estas alturas ya nos resultan clásicos, aunque sorprende esa parrafada final a lo Robe de Extremoduro. “Pedida de mano” sube el listón con el concurso de Álvaro Echevarría “Cacho” a las cuerdas vocales y nos lega otra composición que les ha quedado niquelada por su combinación de contundencia guitarrera y letra poética de las que no se olvidan.

Y “Besos de dragón” quizás descoloqué un poco con ese ritmo ska que introducen en el estribillo, aunque en ellos resulte algo completamente natural, al igual que esos coros que engrandecen una pieza que si no resulta también de lo mejor de este conjunto, poco le faltará. Relajan con el comienzo de “Por oír tu voz” antes de pillar carrerilla y convertir el sosiego anterior en un simple espejismo tan prometedor como ver agua en el desierto. Pero lo que aquí escuchamos es real, muy real.

Finiquitan esta reseñable demostración de poderío compositivo con “Muerto el poema” dejando una sensación de haber empleado bien el tiempo en los escasos treinta minutos que dura esta obra y que desde luego debería ocupar un lugar muy alto de prioridades para seguidores de Reincidentes, La Fuga o incluso Platero y Tú. En el libreto interior ya han lanzado una inquietante amenaza a los que “les cerraron las puertas”. Vienen “a comprar el edificio”. Cuidado.  

 

ALFREDO VILLAESCUSA

 

 

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