Sala Azkena, Bilbao
Siempre viene bien un concierto de esos de soltar adrenalina, uno de esos eventos para descargar tensiones acumuladas y que opera en el fondo del mismo modo que un masaje terapéutico o un chupito para ponerse a tono. No hay que renunciar nunca a esos momentos en los que el mundo se para, la atención se concentra en un único lugar y ya puede caer una bomba nuclear en el exterior porque dará igual, lo verdaderamente relevante se encuentra a escasos metros.
Así afrontamos la impresionante dupla montada en la bilbaína sala Azkena que reunía a dos bandas tan gordas de la escena local como Garbayo y Bonzos. Los aficionados ya habían podido disfrutar de ellos en otras ocasiones recientes, pero un servidor tenía la espina clavada con los segundos, pues todavía no les habíamos visto en su nueva reencarnación con repertorio íntegro en inglés, pero idéntica pasión por los Ramones.
Calificar de mero entremés lo de Garbayo sería de una profunda injusticia, pues hubo un ambientazo desde que el getxotarra se arrancó con las primeras notas de “Busca entre la basura” y la cosa no decayó en ningún momento, con puntos álgidos como “Delincuentes románticos”, todo un trallazo de power pop capaz de levantar a un muerto, o “Nitroglicerina”, otra joya que epataría en cualquier escenario imaginable. La banda sonó impecable y con unos mimbres tan rotundos se nos antoja complicado que puedan dar alguna vez un bolo mediocre. Un auténtico subidón.
Y lo de Bonzos fue un cañonazo de principio a fin, uno de esos recitales a toda pastilla en el que si se te ocurre ir al baño o a pedir algo, igual ya te pierdes un puñado de canciones. “Too Many Kisses” abrió la veda ramoniana y ya no pudimos desviar la atención ni un segundo. A pesar de que algunas piezas como “Are You Gonna Kiss Me?” en estudio tampoco vayan a velocidad supersónica, esa noche Juancar y los suyos estaban desatados, pues oficiaron a un ritmo trepidante. Las únicas pausas admitidas eran los escasos segundos entre una canción y otra, a menudo espoleados por el clásico “one, two, three, four”.
“Heart with Seven Locks” es una delicia ideal para romper la pana en las distancias cortas, del mismo modo que la soberbia “With a Girl Like You”, con un comienzo que remite por completo a Joey Ramone y compañía. “Steady with Betty” también resultó un visto y no visto, con Ricky sobresaliendo a la batería, tuvo que acabar verdaderamente reventado.
“No pensaba que se podían tocar estas canciones tan rápido, pero veo que sí”, confesó Juancar. Hicieron un breve alto en el camino con “Crush On You”, “una canción de hace veinte años que ha vuelto para quedarse”, podría ser tranquilamente su “I Wanna Be Your Boyfriend”, aunque al final les quedó hasta más cañera que en estudio. Sin medias tintas.
“Drive-in Movie” volvió a demostrar la reseñable capacidad compositiva de Juancar Parlange, no hay que olvidar que también ha estado al frente de Help Me Devil en clave rock n’ roll y hasta se atrevió con un interesante proyecto de industrial primigenio a lo Suicide en First Girl On The Moon, entre otras cosas. Un talento que no entiende de estilos o compartimentos estancos.
El carácter frenético de la velada no disminuyó un ápice con “I Don’t Know” y ya “I Wanna Hold You Tight” acrecentó los pogos por el recinto, así como el impulso por arremolinarse en torno al escenario. “Bonzo Girl” solo podía conseguir que los ánimos se elevaran, estamos hablando de uno de sus himnos para dejarse la garganta. La descomunal entrega de la afición hizo mella en el propio grupo, pues su bajista con apariencia de Dee Dee Ramone agitó con ímpetu el bajo y lanzó la púa casi como si le diera calambre.
Lo que desde luego pocos se esperarían es que entonces bajarían las revoluciones con el histórico “Surrender” de Cheap Trick, la última frase la cogemos con pinzas, pues la batería de Ricky le imprimió la fuerza que a veces se echa de menos en la original. Apabullante.
Todavía remataron con un “I Want You Back” que terminó de enfervorizar a la peña de las primeras filas y colocó su bolo en lo mejor que hemos visto en los últimos meses. Pero no se acabó el asunto ahí, pues regresaron para un par de bises con algunos invitados como Anero Cordura, que con camiseta de The Misfits finiquitó la sesión por todo lo alto como solo un evento de tal envergadura merecería.
“¡La vez que les he visto tocar más rápido!”, decía un espectador y la verdad es que razón no le faltaba, pues hacía tiempo que no veíamos a un grupo darle cera a velocidad meteórica. Con lo que odia un servidor las palmas y demás tonterías que se suelen hacer para perder tiempo, agradecimos de veras una banda que fuera directa al grano, sin rollos, música y punto, no hay más. Esperamos desde ya con ganas su concierto junto a Paul Collins Beat el 11 de noviembre en Getxo. ¡Apunten fecha!
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