jueves, 1 de febrero de 2024

AIRU: ARTISTAS DE NUESTRO TIEMPO

 

Kafe Antzokia, Bilbao

 Hay sitios en los que uno entra y siente de inmediato que se trata de un concierto de jóvenes. Aunque esto pueda sonar un poco a abuelo, lo cierto es que frente a los que piensan que las nuevas generaciones han olvidado la música en directo existe un conjunto de grupos determinados cuyo público está compuesto por veinteañeros o treintañeros que hace tiempo se labraron una escena con múltiples ramificaciones. 



Al hilo del vendaval indie de Belako podríamos situar a Airu, que en un inicio comenzó como proyecto independiente de Irune Vega y acabó posteriormente como formación con todas las de la ley a cuatro bandas. Quizás por este motivo se pudo ver por el abarrotado piso superior del bilbaíno Kafe Antzokia camisetas de Vulk y otros detalles que indicaban que se trataba de un evento del gusto de esa generación rompedora que también incluye grupos como La Plata o La Trinidad a nivel peninsular.

Vale que los bolos a los que últimamente acudimos suelen estar a reventar, pero no esperábamos ni de lejos que agotara entradas un grupo relativamente joven que apenas nació en 2018. Toda una gesta que conviene destacar, pues no resulta nada habitual haber conseguido en tiempo récord una legión de fieles tan considerable. 


Nos parece recordar que coincidimos previamente con Airu en algún showcase de alguna reciente feria del BIME, y puesto que las memorias no se tornaban desagradables, optamos por acudir a la presentación del álbum ‘Con lo bueno y con pena’, un primer larga duración en el que intentan despegarse de la etiqueta que les persigue de dream pop.

Establecieron las coordenadas con el indie pop lánguido de “Me sabe casi igual” y se movieron del mismo modo por la melancolía de “Y hasta aquí”. Pese a que su rollo no sea para montar pogos, la verdad es que la mayoría del personal estuvo muy receptivo a la propuesta sosegada y contenida de la velada.


“Es por tu bien” remitía lejanamente a combos tipo The Smiths o The Drums en lo instrumental, mientras que la voz de Irune provocaba que vinieran a la cabeza artistas como Cat Power o Lana del Rey, entre otras divas. Por gustos personales, eché de menos algún arrebato más rockero, aunque éramos plenamente conscientes de lo que íbamos a contemplar.

En este sentido, lo que quedaba claro es que, a pesar de su palo reposado, valentía no le faltaba a Irune para atreverse, por ejemplo, a interpretar alguna pieza en solitario en el escenario. Sin trampa ni cartón. Pensábamos que pillar el punto a un repertorio tan melancólico se convertiría en algo cuesta arriba en determinados momentos, pero la cita gozó de bastante dinamismo, dada la coyuntura.

 

Hubo incluso homenaje a compañeros de generación en “Anegauta” de TOC, una versión que llevaron con soltura a su terreno mientras definían a los de Mungia como “un grupazo increíble”. Y “Bailar sobre mi espalda” confirmaba esa evolución hacia terrenos más electrónicos de su trabajo más reciente que además otorgaba cierta vidilla a su directo.

Irune mencionó la cantidad de caras conocidas que veía por la sala, pero también se acordó de los desconocidos, una situación que le imponía. Pero, como hemos dicho, configuraron bien el show, por lo que al aburrimiento ni se le esperaba. La colaboración de Jon de Txopet para “Voy tan deprisa” volvió a introducir tanto variedad como dinamismo a un recital con remansos oníricos, pero también piezas que incitaban a moverse, por lo menos ligeramente. Este último tema sí que era en plan The Smiths total, en especial la guitarra.


No había tampoco un catálogo descomunal de canciones, algo que suele ser lo habitual en el piso superior del Antzoki, por lo que enfilaron la recta final con “¿Qué es lo que sabes de mí?”, un corte tranquilito, más bien para flotar que para desfasar, pero que en las distancias cortas lo transforman en algo especial al preguntar al público dos preguntas inusuales como las que se pueden escuchar en la versión en estudio.

En este caso, fueron cosas tan surrealistas como decir “Te quiero” cada vez que alguien diga “¿Qué?” o acurrucarse en los brazos del que diga “Sí o no”. Difícil elección.


Anunciaron además su inclusión en el cartel del próximo Bilbao BBK Live y se escucharon por ahí gritos de “¡Kobeta Queen!”, el subidón perfecto antes de “Coloco los pies”, todo un temón para darlo todo. Y sin desperdiciar el ímpetu generado, “Verte de espaldas” contó con la colaboración del “culo” que aparece en el videoclip de la canción y que fue recibido al final con irrintzis replicados por doquier

Había sido breve, sí, pero mucho más entretenido de lo que imaginábamos, una simple muestra para sumergirse en el universo único de unos artistas de nuestro tiempo que miran hacia el futuro y podrían englobarse en ese movimiento generacional de tantas aristas que lleva ya unos años sacudiendo la península. Será interesante observar la evolución que acaban de iniciar.

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