Sala Rocket, Bilbao
Nunca está mal tener ambiciones. A pesar de que impere en la sociedad el comportamiento gregario y borreguil hasta la médula, siempre habrá que alabar a aquellos espíritus libres que optan por avanzar a contracorriente y no se mueven en base al dinero u otros vulgares valores porque su recompensa se encuentra por encima de lo material, en un lugar reservado para una verdadera aristocracia intelectual que no restriega a los demás su infinita sabiduría, sino que la comparte con todos. Como en una alegre y fraternal comuna.
Al igual que el activista Martin Luther King, el bilbaíno Iñaki Gallardo tenía un sueño. Y ese era montar un sello discográfico, una idea que se remontaba a mediados de los noventa y que entonces no pudo lograr por falta de apoyo. Pero décadas después, el panorama cambió por completo, y ya en 2021 pudo sacar a la luz la primera referencia de Decadencia Corporal, audaz discográfica que evocaba el arrojo de un icono tan influyente todavía hoy en día como Eduardo Benavente de Parálisis Permanente.
Para celebrar el tercer aniversario de esta verdadera aventura de riesgo se eligió la bilbaína sala Rocket, una cita que al final contó con una afluencia más que reseñable dada la abundancia de oferta cultural casi cada fin de semana. Muchos habituales del rockerío de la zona se pudieron ver durante la velada y debido al formato de actuaciones cortas el evento no se hizo cargante en ningún momento, con una versatilidad como pocas veces hemos contemplado y que además sirvió para homenajear a Cancer Moon, una de las referencias más vanguardistas de la escena local.
En este sentido, los showcases comenzaron con Seres de la Charca, banda que pivotaba en torno a las hermanas Fernández Bustamante, que grabaron una demo allá por 1994 y Decadencia Corporal se encargó de rescatar del olvido. En la actualidad, únicamente Aparición se ocupa de defender el legado en directo, y por los nervios que le suelen atacar a esta señora, se nota que no es una situación a la que esté habituada. Pero por las inmensas ganas que le echaba, se le podrían perdonar todos los defectos. Pocas veces se nos ofrece a escasos metros una actuación tan sincera, a pelo, sin ningún atisbo de pretenciosidad. Lástima que las cotorras de cerca de la barra no tuvieran ni un mínimo de educación.
Tomó el relevo Cannibal Haze, proyecto personal de Txago (Low Life Empire, Cancer Moon Onplugged) cuya reválida está a punto de aparecer en Decadencia Corporal. Se trató también de una actuación de carácter intimista en la que hubo espacio hasta para un tema compuesto hace escasos días como “Nobody Knows”. Un agradable entremés que no nos cambió la vida, pero que por lo menos entretuvo.
Entre grupo y grupo ejerció de maestro de ceremonias Josetxo Río Rojo, que fue sazonando la noche con diferentes datos y anécdotas. Y todo no se centró en conciertos, puesto que también hubo momento para la visualización de un videoclip de Silver Surfing Machine y hasta una breve presentación de Arana, que también estuvieron presentes en la velada desgranando en su integridad su reciente EP ‘Voces que susurran’.
Este grupo compuesto por veteranos de formaciones como Cancer Moon, Cujo o Basurita tal vez no haga la música más animada del mundo para un viernes, pero agradaba su poso doliente en la escuela de Mark Lanegan o los getxotarras McEnroe, sin olvidarse de un reconocible aroma Lou Reed o The Velvet Underground. Para sibaritas de las melodías profundas.
Pero no nos olvidemos que antes también se subieron a las tablas La Paramera, otra de las más inminentes referencias de Decadencia Corporal, que actuaron con batería pregrabada, lo cual restó un ápice de frescura a un showcase que al final resultó entretenido gracias a piezas tan convincentes como “Imperio de papel” o “Guerra cultural”, entre otras. Muy decentes, sí señor.
Y The Iron Need pusieron la guinda en el pastel presentando el casete ‘Useless Alchemy’, en homenaje a Jon Zamarripa de Cancer Moon. De hecho, de esta última banda sonó un salvaje “Solution” que fue de lo mejor de la velada. No sería esa tampoco la única versión de la noche, pues también se reservó hueco para “Wild World”, esa revisión de Nick Cave grabada para una compañía mexicana que no llegó a ver la luz en su día, o para “Escucha el silencio” de Los Extraños/ Los Raros, una delicatesen del underground bilbaíno.
No podría fallar en las distancias cortas todo un supergrupo con gente vinculada a El Inquilino Comunista, M.C.D. o los omnipresentes Cancer Moon, entre muchos otros proyectos. Para dotar de carácter todavía más especial a la actuación, finalizaron con “What Goes On” de The Velvet Underground, con Alfonso Arana y Txago de Cannibal Haze compartiendo tareas vocales. El epílogo perfecto.
Tres horas, en definitiva, que se pasaron casi como si fueran cinco minutos gracias a un dinámico guión planteado en el que pocas cosas se fueron de las manos. Aunque si se producía algún pequeño fallo, daba absolutamente igual, no era lo prioritario de la jornada. Estábamos ahí para celebrar la historia de un sueño. Con final feliz.
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