lunes, 15 de junio de 2015

THE MUFFS + SUN GOD REPLICA: LOS RAROS DE LA CLASE



Hika Ateneo, Bilbao

La palabra fetichista siempre ha guardado connotaciones negativas. Uno menciona el término y enseguida el personal empieza a imaginar vestidos de látex, correas de perro y demás accesorios sadomasoquistas. Pero muchas veces no tiene nada que ver con eso, sino con una elevada sensibilidad hacia diminutos detalles que pasarían desapercibidos para el común de los mortales, como por ejemplo, sombreros, ganchos en el pelo o esas medias calcetines de rayas blancas y negras que estaban de moda hace unos cuantos años.

Pijadas en definitiva que endulzan un envoltorio corriente y predisponen hacia una evaluación positiva. Pero más allá del puro subjetivismo, lo cierto es que la vocalista de los californianos The Muffs Kim Shattuck siempre mantuvo un sentido peculiar de la estética, con una vestimenta que lo mismo incluía indumentaria colegial que coloridas faldas planas de abuela. Un rasgo de personalidad que no ha perdido pasado el medio siglo de edad y que ya desearían muchas viejóvenes por su vitalidad y capacidad para epatar visualmente sin caer en la vulgaridad.

Eternas camisas de cuadros y cuellos de colegial.

Era una noche nostálgica la que se había montado en el Hika Ateneo bilbaíno, un concierto para treintañeros que vivieron intensamente los noventa y cuyo recuerdo de los ochenta se asemeja al de una nebulosa. En un comienzo parecía que estaríamos cuatro y el del tambor, pero la cosa se fue animando poco a poco hasta lograr una afluencia digna, en la que destacaban un número considerable de chicas bailongas que movían sus melenillas de lado a lado y entraban en trance con facilidad.

Calentaron tras una intro pomposa los psicodélicos Sun God Replica, que presentaban su reciente largo ‘The Devil’s Clockwork’ y no se limitaron a reproducir los clichés propios de su género que suelen dormir hasta a las piedras. Tenían bastante garra, de hecho, en especial su batería, y un poso stoner que combinaba a la perfección con sus coros lisérgicos a los primeros Pink Floyd. Superaron con creces lo que escuchamos en estudio e inundaron el éter de electricidad, más entretenidos que muchos grupos de su rollo.

Sun God Replica y su estética neohippie.

Existe toda una tradición de música para inadaptados sociales, con The Smiths seguramente en su cúspide, y The Muffs tal vez recogían ese testigo sin proponérselo demasiado, bastaba fijarse en sus pintas. Un bajista con cierto aire desgarbado a lo Woody Allen se presentaba acompañado de una carismática Kim Shattuck que ejercía el contrapunto estilístico con su teñido rubio, medias calcetines negros y discreto jersey con cuello de pico colegial, y por último en el fondo, un batería bonachón del que fijo que se reirían de él en su época de instituto.

Las tres almas descarriadas desde el principio conectaron con la concurrencia y el ambiente casi se transformó en el de una peli adolescente tipo ‘American Pie’ con la mayor parte de los asistentes levantando los brazos y moviendo ligeramente la cabeza en señal de aprobación.

La carismática Kim Shattuck.

No perdieron el tiempo y pisaron enseguida el acelerador con la tralla punkarra de minuto y medio de “Nothing” de su disco ‘Happy Birthday To Me’ antes de pasar al ‘Blonder and Blonder’ de 1995 con “On And On” o a su material más reciente en “Take A Take On Me”, piedras angulares sobre las que pivotó su repertorio, por cierto.

Kim se desmelenó literalmente y no dudo en quitarse los ganchos que llevaba en el pelo para así agitar la cabellera sin problema. Se notaba a la legua la camaradería que había sobre las tablas y el bajista incluso a veces ejercía de improvisado estilista apartando la melena a la cantante para que luciera guapa en las fotos. Los galones que otorga la confianza.

Juventud más allá de los 50.
Las melodías de “Honeymoon” que se acercaban al power pop podrían ablandar el corazón de Joey Ramone y tampoco le hubiera disgustado el rollo a lo Beatles de “Another Day” de su debut de 1993. “Ojalá hablara vuestro idioma”, dijo la simpática vocalista antes de arrancarse con “Weird Boy Next Door”, su primer vídeo en una década tras su vuelta al candelero el año pasado.

Se desataban asimismo pogos contenidos, muy lejos del salvajismo de los bolos punkis tradicionales. Era lo más apropiado para su estilo, pues conjugaron potencia con melodía en gran parte de su repertorio, caso de “Every Single Thing”, quizás su “I Wanna Be Your Boyfriend” ramoniano, o su “Oh Nina”, que incluso pasaría por algún tema de Blondie deudor del espíritu del 77 y el CBGB.

Siempre hace gracia contemplar a grupos que siguen cantando al acné y a las cuitas juveniles peinando ya canas como quien dice, en este aspecto destacaría el detalle significativo de que todos llevaban zapatillas desgastadas, un complemento vintage más auténtico que cualquier mechón oxigenado o prenda deslavada a propósito. Porque los noventa también deberían ser objeto de reivindicación, por muy vilipendiados que estén por los tradicionalistas.

Los fans acabaron encandilados con Kim.
Sus canciones de escasa duración se esfumaron en un santiamén y cuando nos quisimos dar cuenta volvían ya para los bises con “I Get It” o “Lucky Guy” entre gritos de “¡Kim, we love you!”. Muchos al parecer conocían la trayectoria previa de esta chica que empezó en el combo femenino de The Pandoras, también fue cantante, guitarrista y compositora de The Beards y hasta giró con los Pixies en 2013 en sustitución de la legendaria Kim Deal.

En cuanto finiquitaron con el píldorazo “Agony” marchamos raudos sin esperar a nadie, pero nos comentaron que la vocalista estuvo bastante solicitada para hacerse fotos con ella. No me extraña, es de alguna manera la sutil venganza de los raros de la clase, los que antaño las masas despreciaban y hoy se mueren por figurar junto a ellos. Justicia poética.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA


domingo, 14 de junio de 2015

††† + ROSA APATRIDA: EL CULTO ACEPTADO E INSTAURADO



Izar Beltz Ateneoa, Bilbao

En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”. Con este rotundo parte emitido el 1 de abril de 1939 el franquismo daba por finalizada la contienda civil y sumía al país en la más absoluta de las negruras y en un ostracismo político del que todavía se siguen sintiendo las consecuencias a nivel cultural. Una asignatura pendiente de la que no parece que nos vayamos a recuperar en un futuro cercano, máxime cuando la actual Ley de Memoria Histórica es un completo papel mojado y miles de crímenes seguirán impunes por los siglos de los siglos a no ser que alguna audaz jueza argentina decida meter baza.

Con un ímpetu belicista y destructivo en directo similar al de los facciosos, surgen †††, una conjunción de dos espíritus libres que apelan a “la guerra metafísica total” y tratan de propagar la llamada Doctrina Triangular, un compendio de sabiduría milenaria que incluye esoterismo o masonería envuelto en un halo de neofolk paganista y nihilista a lo Death In June que resulta complicado no abrazar con la devoción de un verdadero acólito.
 
Los sumos sacerdotes de Tres Cruces.
Esa noche el culto estaba por ser instaurado en las Provincias Vascongadas, pero las fuerzas represivas hicieron acto de presencia a pocos instantes de comenzar el bolo con un celo digno precisamente de época preconstitucional, y por tal motivo se produjo un excesivo retraso que hasta hizo peligrar la celebración del evento. Pero gracias a ello imperó en el ambiente un aire clandestino, de reunión secreta entre camaradas a la que no podía sumarse cualquiera, había incluso que tocar un timbre para unirse a esta suerte de logia furtiva.

Los primeros en abrir el ceremonial fueron los locales Die Wagen, proyecto paralelo con miembros de Vulk de un inclasificable sonido a lo Fugazi con arrebatos ruidistas que en las distancias cortas por lo menos se torna entretenido. Ya habíamos coincidido con ellos previamente de teloneros de Wind Atlas, así que tampoco les prestamos demasiada atención, aunque al colega Carlos Benito le convencieron bastante.

Desde La Rioja vinieron a continuación Nitrato, que practicaban un punk patatero no dado a las experimentaciones pero que bien valía para pasar un buen rato. Crudos, con voz cazallera y una tralla que casi bordeaba el hardcore sirvieron para que el personal descargara tensión en forma de pogos y hasta hicieron referencia al anterior altercado con las autoridades mencionando que por estos lares “mucha policía, poca diversión”.

Rosa Apatrida.
Pasar de los tres acordes a un dark wave de bases electrónicas podría ser causa de cortocircuito en mentes estrechas, pero no fue así con Rosa Apatrida, ya que la mayoría de los parroquianos se entregaron a su trance hipnótico que se asemejaba al de un club berlinés con una penumbra casi total y niebla fantasmagórica que dificultaba tanto la visión como las capturas fotolumínicas.

Su carismática vocalista Elektra se tiraba por el suelo, emulaba a Siouxsie, de hecho el maquillaje que llevaba era clavado al de la diva británica, y a veces hasta evocaba por sus tonos estridentes a los históricos Morticia y los Decrépitos o al siempre recordado proyecto Naughty Zombies de Lily Scalofrios. No contaban con un repertorio muy extenso, por lo que aparte de sus himnos “Free My Body” o “Heart of Darkness” tampoco tenían demasiado material más reseñable para prolongar su colocón de pista de baile tenebrosa. Una pena porque cuando estábamos en pleno éxtasis danzón tuvieron que despedirse, con una versión ya hubieran puesto la guinda. Muy prometedores, ojalá saquen cuanto antes algo de larga duración.
El ritual cobraba forma.

Y por fin llegó el momento de levantar el estandarte de ††† y aplicar en cada rincón conocido el Culto de las Sombras, su peculiar manera de entender el neofolk que aúna el ruido industrial de Esplendor Geométrico con la épica y las letras rimbombantes. “Avanza Carro Avanza” fue el pistoletazo de salida para iniciar a los adeptos en el magisterio, una propuesta en esencia minimalista que podría acompañar tranquilamente los desfiles del Día de las Fuerzas Armadas y que en directo gana ímpetu.

Los dos entes responsables de la eucaristía, Víctor S. Dunkel y Marc O’ Callaghan, se mostraron más que capacitados para reproducir en las distancias cortas su conglomerado ocultista añadiendo una intensidad que tal vez en disco no se acierte a vislumbrar. Y es que resulta difícil trasladar de manera fidedigna ese sentimiento que te produce contemplar de cerca a un par de colgados que parecen atreverse a casi cualquier cosa, como por ejemplo sacar campanas y hacer uso de ellas en los instantes adecuados. Echamos de menos en este aspecto un tambor marcial y retumbante que proporcionara mayores cotas de solemnidad.
 
Las campanas eran la clave.
Lejos de jugar con la ambigüedad ideológica como Reserva Espiritual de Occidente,  ellos optan por la magia, los círculos imaginarios y los arcanos indescifrables, el misterio en estado puro. Un mensaje que consiguió calar empero en las mentes de los acólitos presentes, pues la turba entonó con fervor levantando el puño “En el Fondo de un Pozo Negro Estoy Esperándote” y no se conformó de primeras con la abrupta finalización del ritual.

Los sacerdotes fueron condescendientes con las plegarias y regresaron con “Estás Contemplando Tu Propio Funeral”, otro de los sacramentos fundamentales para ingresar en su orden. Fue una oración corta pero intensa, un oficio con la gravedad de una procesión de Semana Santa. Misión cumplida. Culto aceptado e instaurado. Amén.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA