martes, 28 de julio de 2015

13 BATS + SCREAMERS &SINNERS: ¡ESTO ES UN ATRACO!



Kafe Antzokia, Bilbao

Hay géneros tan minoritarios que cuando te enteras de un bolo por estos lares casi te da un vuelco al corazón. Eso es exactamente lo que pasa con el rock gótico, el post punk o el psychobilly, auténticas rarezas en el panorama norteño, una especie de perros verdes de los que cuesta encontrar hasta simples aficionados de a pie. Y no digamos ya garitos o eventos donde pinchen la mentada música. Sería más fácil encontrar una aguja en un pajar.

Pero a veces suceden los milagros y promotores sin complejos apuestan por la diversidad cultural, se juegan la partida directamente a una carta ya marcada de antemano y gozamos de la oportunidad de disfrutar de esos sonidos que pertenecen al puro underground ajenos a cualquier circuito comercial. Una voluntad que por supuesto no puede responder al más mínimo rédito económico sino a una sincera afición musical.


Si en circunstancias normales tampoco se hubieran acercado grandes masas, mucho menos cabría esperar a finales del mes de julio, en pleno periodo estival, cuando el personal opta por fiestas al aire libre en detrimento de los bares de toda la vida que se mueren prácticamente del asco. Por fortuna, hubo unos cuantos cruzados que pasaron de pachangueo y se quedaron para una de esas inauditas sesiones de psychobilly, valga como dato que lo último que vimos de ese rollo fueron The Brains allá por marzo.

Prometía la velada de primeras con los teloneros Screamers & Sinners y su frenético psychobilly con contrabajo a machamartillo y un saxofonista tan virtuoso que a veces les daba cierto aire de E Street Band.  Su toque fronterizo se convertía asimismo en una seña de identidad que les alejaba de otros grupos del palo y no escatimaban a la hora de recordar al coloso Morricone.

Screamers & Sinners, una apisonadora psychobilly.
Pero si algo sobresalía en especial era su actitud avasalladora, pues a pesar de la escasa asistencia dieron un bolazo como si hubiera miles de personas allí congregadas. Compenetrados hasta la extenuación, incluso sus dos vocalistas se pasaban el muerto con pasmosa naturalidad, caían trallazos tipo la acelerada versión que se marcaron del “Wild Thing” de The Troggs, “Cry Cry Cry” o “Zombie”, a la par que se atrevían hasta a cantar algún tema en euskera, una innovación total. Porque en el País Vasco no existe escena alguna de su rollo, si no, serían los reyes de ella. Alucinantes.

El pabellón siguió en lo más alto con los trajeados 13 Bats y su batería en forma de coche vintage. “¡Todo el mundo arriba, esto es un atraco!”, dijeron a modo de declaración de intenciones antes de que su cantante se esforzara en hablar en euskera con el consiguiente aplauso del personal. En su currada puesta en escena encajaba como un guante el contrabajo con el logo de Jack Daniel’s en el que el voceras se encaramaba de vez en cuando para delirio de los fans.

13 Bats, elegancia y actitud.
Pocos géneros existen que se hagan tan entretenidos en directo, y eso que eran bastante versátiles dentro de lo suyo, mencionar a modo de anécdota que sus gustos musicales abarcan desde el jazz clásico al metal de los ochenta, según nos confesaron posteriormente en el camerino.

Por eso, tal vez no sorprendió que dijeran con total naturalidad “Vamos a tocar una de Iron Maiden” y se arrancaran con una adaptación muy personal del “Run To The Hills”, muy acelerada con ritmo psychobilly, aunque luego aminoraba y ganaba en contundencia en el estribillo. Casi irreconocible, a no ser por la letra. Así es cómo deberían rendirse siempre los homenajes.

Unos acróbatas en su estilo
Parece mentira que un grupo de semejante nivel sean una especie de parias en la península, a pesar de que hayan girado en EE UU por sitios tan emblemáticos como el House of Blues de San Diego o hayan grabado un single compartido con la banda de Pekín Rowling Bowling. Cuando no hay camino, ya se abre uno paso entre la maleza, algo que ya han sabido hacer desde los inicios al marcarse 25 bolos por España, Francia y Escocia sin manager  ni ninguna otra ayuda adicional. Autogestión en estado puro.

Cuentan en su trayectoria con temas ya clásicos como “Skeleton Girl”, capaces de conseguir elevar gargantas, y su último material en estudio ‘La venganza del sol’ sería considerado una piedra angular del género, si como decimos, existiera una mínima escena a la altura de la de Alemania, por ejemplo. Un asunto que de todas formas tampoco les quita el sueño, como reflejan en el corte del citado disco “What Scene?”.

Y dedicaron la fronteriza “Wrong Side” a “los aficionados a ‘Breaking Bad’, el speed y la velocidad”, donde algunos montaron un ligero pogo y hasta lanzaron gorras al aire. Retornaron para los bises con “Colonos de Marte”, intercalando algún riff a lo The Cramps, antes de que el contrabajo desplegara sus alas de murciélago en “Canarios y Jilgueros” y deseáramos la lobotomía a más de un político o gobernante.

El final con “Bomb Extra Bomb” recordó en un comienzo a aquellos lejanos tiempos rockabillies de Loquillo y contó con una estampa impagable con el cantante subido encima del contrabajo tratando de emular a Louis Armstrong con la voz como si el rostro se le hubiera oscurecido de repente. Lástima que no se animaran también con esa oda al spaghetti-western llamada “Serpiente de cascabel”.

Pero fue un bolazo encomiable con todas las de la ley, con una entrega que ya la quisieran otros ante miles de personas. Un atraco de los que te dejan en bragas y sin posibilidad de recuperar lo perdido. En este caso tampoco era nada de valor. Se llevaron el desconocimiento de lo grandes que son.

TEXTO: ALFREDO VILLAESCUSA
FOTOS: MARINA ROUAN








lunes, 27 de julio de 2015

REDD KROSS: COMO UN BAILE DE INSTITUTO



Kafe Antzokia, Bilbao

Hemos demostrado una y mil veces nuestra predilección por los grupos tristones o melancólicos, pero de vez en cuando son necesarios chutes de optimismo directos al corazón que permitan desconectar de la ponzoña humana e iluminar aunque sea por unos instantes la breve existencia. Sentir la joy de vivre que dirían los franceses o las “más de cien mentiras para no cortarse de un tajo las venas” que cantaba el maestro Sabina.

Si de verdad alguien encarna esa celebración de la juventud y de la alegría descontrolada esos serían los californianos Redd Kross, cuyo peculiar sentido de la estética ya invitaba a dejar de lado malos rollos y todas aquellas cosas que nos impiden despegarnos del suelo. Formados por los hermanos Jeff y Steve McDonald a principios de los ochenta, cuando todavía ambos andaban en el instituto, nunca ocultaron su predilección por la cultura popular, de hecho, su mismo nombre está inspirado en la mítica sangrienta escena del crucifijo de la película ‘El Exorcista’.

Redd Kross en plena faena.

Tras tomarse un descanso indefinido a la entrada del nuevo milenio, volvieron a la carretera en 2006 con la formación de su segundo disco ‘Neurotica’ y hace apenas tres años se decidieron a entrar en el estudio para registrar el muy digno ‘Researching The Blues’, casi dos décadas después del anterior ‘Show World’.

Ya les habíamos catado en su última gira de presentación en el 2014, pero no amargaba para nada disfrutar de nuevo de este dulce. Y muchos lo entendieron así también al abarrotar la sala en pleno mes de julio, cuando los recintos cerrados más se las ven y se las desean para alcanzar una afluencia respetable. Su historia pesaba lo suyo.

Los canadienses BUM rasgando guitarra inmisericordemente.
Venían además acompañados de los canadienses BUM, reactivados punkis canadienses de culto que se cascaron un bolo antológico a tope de revoluciones, melodía, coros muy currados y una actitud apabullante, hemos visto jovencitos más parados. Concatenaban temas uno detrás de otro sin aflojar en ningún momento el pistón y su himno “A Promise Is A Promise” elevó las gargantas de la concurrencia. Acabaron levantando mástiles a modo de ofrenda y haciendo molinillos con las manos en la tradición de Billy Duffy o Pete Townshend. Ríete tú de Green Day y similares.

Con el glamour intacto de su época gloriosa, Redd Kross rememoraron de primeras su recordado ‘Phaseshifter’ con los ritmos pesados de “Huge Wonder”, aunque se entregaron casi de inmediato a los coros dulzones de “Stay Away From Downtown”. El voceras y guitarra Jeff McDonald, a pesar de las arrugas, seguía exhibiendo clase y hasta cierta afectación en sus movimientos o al tocarse la melena. Siempre ha sido el más audaz en la vestimenta al atreverse hasta con pantalones amarillo canario.

Se curraron los coros de lo lindo.
 Su compi y hermanísimo Steve McDonald no paraba de poner caras de entusiasmo desbordante y se desmelenó al tomar las riendas vocales en “Uglier”. El mayoritariamente veterano respetable comía de la mano, no había que hacer demasiados esfuerzos para que los ánimos se encendieran, cosa que sucedió con “Jimmy’s Fantasy” o su celebrado “Annie’s Gone”, donde el cantante dejó la guitarra y ejerció de frontman conduciendo a las desatadas masas.

Respecto a su anterior visita, algunos se habían quejado de que en ocasiones se tornan excesivamente ñoños y melosos, pero el repertorio de esa noche fue bastante trallero para su estilo, apenas se decantaron por medios tiempos, sino que incidieron en la pura electricidad del “Pretty Please Me” de los nuevaoleros The Quick, por ejemplo. Y en esa línea tampoco se olvidaron de la homónima “Researching The Blues”, quizás de lo más enérgico que hayan grabado desde aquellos alocados inicios a lo Hüsker Dü. 

Se lo pasaban pipa sobre las tablas.
 Echamos de menos la vertiente beatleniana de “Bubblegum Factory” o “One Chord Progression”, pero ya se veía que no estaban por la labor en esos instantes. Tocaba cerrar bocas y reivindicar el rock con mayúsculas, con calculadas poses compartiendo micro a lo Jagger y Richards, amagando con el riff de “I Want You To Want Me” de Cheap Trick o desterrando cualquier remanso de paz.

No extrañó por tanto el aire clásico de “Follow The Leader” o el estribillo hipnótico y machacón del “Crazy World” de Frightwig, combo feminista rescatado de las catacumbas de la historia que invitaba a los hombres a desnudarse en el escenario. En la tónica adoptada, la vuelta para los bises no podría ser sino con el primigenio “Linda Blair”, vestigio de los tiempos en que metían ruido y desbordaban rabia punk. 

La voz de Jeff McDonald sigue en plena forma.
 El bajista no se cortó al bajar las escaleras para el encuentro con la plebe y casi se lo comen, alguno hasta se colgó de su hombro. Y para corresponder tanto cariño se antojó de lo más apropiada la nostálgica “Mess Around”, única concesión en todo el bolo a la relajación. La guinda al pastel la colocaron con un avasallador “Deuce”, interpretada seguramente con más garra que Kiss en la actualidad, en la que Jeff y Steve movieron la cabellera de lado como Paul y Gene en su buena época.

Habían estado por estos lares hace no mucho, pero fueron tan emocionantes como un baile de instituto de los que aparecen en las películas americanas, con su ponche, sus vestidos pomposos y una leve dosis de empalague. Una delicia para repetir una y mil veces.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA


domingo, 26 de julio de 2015

TIJUANA PANTHERS: AQUEL SOL DE CALIFORNIA



Kafe Antzokia, Bilbao

Cuentan que hace unos años un tipo llamado Max Baker cruzó la frontera entre EE UU y México en dirección a Tijuana para pegarse el fiestón padre. Pero como suele suceder, las cosas se fueron un poco de las manos y se vio envuelto en una pelea con varios acuchillados. Tuvo por tanto que poner pies en polvorosa y en su precipitada huida estuvo acompañado por una pantera de porcelana que posteriormente regalaría a Phil, un niño que vivía al lado de su casa, y que al cabo de un tiempo formaría también un grupo garajero inspirado en tan estrambótica anécdota.

Así se gestaron Tijuana Panthers, que toman el nombre de esta serie de desafortunados eventos que más bien podrían aparecer en ‘Resacón en Las Vegas’ o cualquier otra película americana sobre salvajes despedidas de soltero. Un precedente bandarra que quizás se sitúa un tanto alejado de la pinta de chicos correctos que gastan estos californianos deseosos de recuperar el espíritu desenfadado de aquellos jolgorios en la playa de mediados de los sesenta.

Los californianos disfrutando de los placeres de la vida. (Archivo)
Bilbao no es Venice Beach ni por asomo, por lo que tampoco es que se montaran ingentes multitudes en el arranque de la gira de este trío por la península. Una pena asimismo que para esta primera fecha no hubieran venido acompañados también de Frustration, interesante combo francés de post punk con los que tocarían en la capital del reino un par de días después. Qué se le va a hacer.

Eso no impidió que Tijuana Panthers ofrecieran un recital con mucha garra para su estilo, mostrándose muy compenetrados y exhibiendo los galones que les dan ya tres discos de estudio, aparte de unos cuantos EPs. Les debe tirar además el rollo vintage a tope porque casi nos quedamos blancos de la impresión al ver que en el merchandising tenían toda su discografía en cassette, algo inédito en la era de la información. Un alarde de autenticidad sin igual.

Sin demasiada dilación, iniciaron la descarga con “Creature” con su batería a la voz, aunque se irían alternando esta labor entre los tres a lo largo del recital, con su bajista facturando los mejores resultados. Entre el variopinto y reducido respetable se veía alguna camiseta de New York Dolls, chicas elegantes, y el alma de la fiesta, un grupillo de guiris playeros que se estaban pegando aquella noche la juerga de sus vidas.

Un detalle que no pasó desapercibido para el bajista de las ‘panteras’, que ante tanto jolgorio enseguida preguntó a ver si eran de la mismísima California. Y lo cierto es que por sus bronceados, bermudas y gafas de sol surferas lo podrían ser tranquilamente, pero no, eran de un sitio un tanto menos veraniego y sin salida al mar. Provenían de Suiza, ese paraíso fiscal del que tenemos tantos patriotas en nuestro país en los últimos tiempos.


“Torpedo” y “Cherry Street” valieron para mantener la atención de la concurrencia, pese a seguir demostrando una solidez encomiable en directo, llenando cada rincón con su sonido empastado en el que cada vértice cumple con solvencia su función hasta conformar un perfecto triangulo. Lo de ir cediéndose el micro añadía versatilidad al bolo, a la par que les daba cierto toque amateur y descaro punki.

Tal vez porque se trataba de una gira de esas relajadas de periodo estival, no le dieron demasiada cancha a su último largo ‘Wayne Interest’, aparte de las mencionadas anteriormente, sino que fue algo bastante equilibrado, con pocos temas de cada uno de sus tres discos, incluyendo su reciente sencillo “Front Window Down” o su EP homónimo de 2008. Lo único que echamos de menos fue esa vena post punk que sobresale en “Summer Fun” o “Wayne Interest”, aunque también hubiéramos agradecido que se acordaran de los Buzzcocks con su versión del “Everybody’s Happy Nowadays”.


Pero dejaron en general impresión positiva, puesto que el repertorio ganaba enteros en las distancias cortas. Su peculiar mezcla de garaje, surf rock, post punk e indie rock no se hacía cansina en ningún momento y el personal parecía entenderlo así, puesto que unos cuantos ya se contoneaban en “Red Headed Girl”. Y los suizos, por supuesto, no paraban de levantar cervezas y sonreír a todo el mundo que tenían alrededor. El batería hizo un pequeño redoble y empezaron a dar palmas y silbar como locos, cualquiera diría que era la primera vez que iban a un concierto. Unos simpáticos colgados.

Ya se sabía que en el piso superior del Antzoki los conciertos suelen ser fugaces, por lo que no sorprendió que recogieran bártulos al de una hora escasa. Por fortuna, tuvieron la decencia de regresar para los bises de rigor con “Reaction” y “Prayer Needs”, si se hubieran extendido un poco más no habrían molestado a nadie.

Muy potables por tanto estos revitalistas de los días de arena, playa y aquel sol de California que calentaba las cabezas con cierta ingenuidad, indiferente al hecho de que unas décadas después todavía se recordarían las farras de aquellos adolescentes que a mediados de los sesenta despertaban a la vida ajenos a cualquier tipo de control paterno. ¿Cómo terminarían la noche aquellos suizos? ¿Robarían alguna pantera de porcelana?

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA