lunes, 13 de septiembre de 2021

KOKOSHCA: ATRAPANDO EL RAYO

 

Sala BBK, Bilbao

 

Es curioso que desde instancias gubernamentales se siga sacando pecho una y otra vez acerca de esa campaña de vacunación que ha logrado inmunizar a un 70% de la población, pero en cambio se pase de puntillas y ni siquiera se mencione todo el genocidio cultural que han provocado esas restricciones que siempre afectan a los mismos. Suponemos que, al igual que sucede con el tema de las eléctricas, habrá por ahí diferentes conflictos de intereses y a ningún político de los que mandan realmente le preocupará que existan o no eventos culturales desde los que se pueda cuestionar su nefasta gestión del país.

Nadie desde luego hubiera imaginado que a estas alturas todavía seguiríamos padeciendo recitales con sillas que a este paso se convertirán en únicos en Europa y tal vez en el mundo. Por lo menos, nuestro amado líder en Euskadi permite que se hagan conciertos, un magnánimo gesto que nos homologará con democracias tan consolidadas como la de Arabia Saudí. 

 

En tan incierto panorama se antoja un auténtico soplo de aire fresco el ciclo ‘BBK Udazken Soinuak’ que se inauguró el pasado 9 de septiembre con los navarros Kokoshca y que llevará hasta la bilbaína sala BBK versátiles propuestas como la de los psicodélicos Rufus T. Firefly  o el pop punk con influencias orientales de Axolotes Mexicanos. Y eso sin contar las muestras de talento de la tierra como los incendiarios Niña Coyote eta Chico Tornado o los siempre demoledores Lukiek de Josu de Belako.

Con pocos asientos libres a la vista y sin posibilidad de beber nada durante el concierto, Kokoshca oficiaron a un gran nivel desde el comienzo con la emocionante “Asia (Canción para Iñaki Ochoa de Olza)”, dedicada al montañero muerto en el Himalaya, o con “Te sigo esperando”, más en la senda Triángulo de Amor Bizarro o la de sus paisanos El Columpio Asesino. Referencias que en ambos casos no se tornan agobiantes, pues llevan ya unos cuantos trabajos demostrando que son una banda con personalidad propia con todas las de la ley. 

 

La colíder Amaia se abrió una lata y era tal el silencio reinante en el recinto que aquello sonó como un estruendo. “Qué envidia, ¿eh?”, picó a la concurrencia, pero no tardó en arreglarlo diciendo: “Pero habéis bebido antes”. Menos mal que la chica fue ganando en empatía a lo largo de la velada aportando el contrapunto a la voz del guitarrista Iñaki y legando incluso momentos graciosos como cuando comparó la situación de los bolos pandémicos con los exámenes de Selectividad. “¡No copiéis!”, advertía su compañero.

El rollito medio funk a lo Talking Heads en “Lo tiro” ganó sobremanera en las distancias cortas, del mismo modo que “Voy a salir de esta”, quizá la mejor pieza de la noche con Amaia impecable a la voz y dando lustre a un tema que ya destaca de por sí cuando se escucha en estudio. “El rayo” también parece muy pensada para el desfase, por lo que se hubiera disfrutado mucho más sin sillas, sobre todo por ese aire danzón a lo Franz Ferdinand. 

 

“RBU” nos explicaron que aludía a las siglas de Renta Básica Universal porque “todos nos merecemos no trabajar, qué cojones” y también se acordaron de un tal Sebas presente entre el público que cumplía años. Hubo incluso un instante freak cuando se pidió a los asistentes extender los brazos “como si fuera una secta”, pero un servidor pasó por completo porque no le van nada esas movidas raras. Que se quiten esas cosas de modernos y que vuelvan los empujones y saltos de antaño. ¡Los pogos nos harán libres!

Como suele ser habitual las veces que les hemos visto, dejaron casi para el final el punk a lo Kaka de Luxe de “No volveré”, que acostumbraba a montar buenos pifostios en aquellos lejanos tiempos de los conciertos de pie. Aprovecharon también la coyuntura para meter algo de ruido, con Iñaki pasando una baqueta por la guitarra y jugueteando con acoples. La guinda ruidista para finiquitar las grandes ocasiones.

 

Pero no tardaron en regresar con una sorprendente “Aire”, de evidente aire flotante y con Amaia acercándose al borde del escenario y regodeándose en su papel estelar a la voz. “Tocar así también es raro”, nos habían confesado previamente, un hecho que encontró la comprensión de la concurrencia y hasta la reprobación de algún espontáneo que dijo que aquella situación era “una mierda”. Sin rollos, para que luego saquen pecho esos gobernantes encantados de haberse conocido que nunca hacen nada mal.

En la tesitura actual atreverse a tocar un tema como “Himno de España” ya debería decir bastante de ellos, algo tan provocador hoy en día como decantarse por un pasodoble, una copla o cualquier estilo de esos pretéritos de otras épocas. Y lo cierto es que bordaron esa peculiar simbiosis entre psicodelia, funk, rumba y otras idas de olla que llega a su punto álgido con unos coros en honor al comisario Villarejo. Otro detalle de esos que te pillan con el pie cambiado, al igual que cuando en “El mal” hacían referencia a imágenes tan horripilantes como Juan Carlos Girauta sin camiseta liderando una conga.

 

Pues fue al final un bolo de esos tan entretenidos que se hizo cortísimo y que confirmó las buenas sensaciones que nos embargan cada vez que acudimos a verles, todavía nunca hemos salido defraudados. Es muy probable que atrapáramos ese rayo del que hablan en una de sus canciones. Que no se escape ese estado mental.

 

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA