miércoles, 30 de junio de 2021

KINKI BOYS MUESTRAN SU LADO MÁS SINIESTRO EN “MI HERMANA GEMELA”

 La banda encabezada por Jordi Vila (Loquillo y Trogloditas) y Marga Alday (Moonshakers) ya demostraron en su debut esa dualidad inherente a su sonido entre el rock ‘n’ roll punkarra y el siniestrismo heredero de Parálisis Permanente. Una faceta que vuelven a explotar con notable habilidad en su reciente videoclip “Mi hermana gemela”, dirigido por el músico y director de cine Luis Vil.

 Precisamente esta última creación se presentó en la Nave 9 de Bilbao hace escasos días con la presencia del trío Kinki Boys al completo, aparte de conocidos de la escena como Txarly Usher, varios de sus “ejemplares” y el propio responsable del vídeo, que contó a los asistentes cómo fue el proceso de grabación. 

Luis Vil
 Luis Vil relató que la idea original surgió durante la pandemia a partir de la grabación del videoclip “Frentes abiertos”, que dadas las restrictivas circunstancias, no se pudo realizar con los medios adecuados. La espina quedó clavada ahí y por eso en cuanto fue posible volvieron con la idea de hacer algo “sobrecogedor”. En este sentido, Vil destacó la parte “reptiliana” de Jordi Vila, así como los miedos que atenazaban a Marga Alday respecto a sus capacidades interpretativas.

 Grabado con una cámara inmóvil en el suelo, el director subrayó la simetría “muy Kubrick”, aparte del buen rollo imperante y una letra que “sugería mucho”. No en vano calificó el trabajo como “un proceso de locura que nace del caos”. Ahí queda el vídeo para que cada cual se forme sus propias impresiones. 


 

 

martes, 22 de junio de 2021

TXARLY USHER Y LOS EJEMPLARES + KINKI BOYS: POLVO DE METRALLA

 

Sala Santana 27, Bilbao

 

A veces acudimos a sitios en los que sabes de antemano que no volverás con las manos vacías. No hablamos en el sentido material, sino más bien espiritual, es decir, que uno no saldrá igual que como entró, siempre habrá ganado algo por el camino. En tiempos en los que se idolatra el capitalismo más rampante y todo lo que nos suponga un beneficio económico inmediato, conviene no perder de vista esas cosas que muchos todavía a día de hoy dicen que “no sirven para nada”, aunque seguro que durante el confinamiento recurrían a la cultura en vez de pasarse las horas muertas mirando el saldo de su cuenta corriente. La doble moral que nos atenaza.

Desde la promotora Kontrapunto se nota que son de esta estirpe de luchadores incansables, acostumbrados a llevar a cabo eventos en circunstancias complicadas, y de eso por desagracia hemos aprendido bastante en estos últimos meses. Con la maldita pandemia remitiendo, aunque no tan rápido como nos gustaría, no se antojaba mejor celebración que un concierto de Txarly Usher y Los Ejemplares, un aquelarre para recobrar esa ansiada normalidad que no llega a los bolos ni disminuyendo la tasa de contagios. Tal vez para algunos el virus esté en la música en directo, pues no se escucha a demasiadas autoridades reclamar la vuelta de esta actividad sin cortapisas.


Que aquella era una cita para enmarcar lo reflejaba la nutrida multitud que ocupaba las sillas de la sala Santana, pocos huecos había libres y la emoción podía palparse en el ambiente. En una tesitura tan propicia se presentaron el trío Kinki Boys, compuestos por el histórico batera de Loquillo y Trogloditas Jordi Vila, Marga Alday de Moonshakers y la nueva adquisición Mikel Mancho, que demostró ser un auténtico crack tanto a las seis cuerdas como en actitud. Atronaron enérgicas piezas de su primer disco como “Vete”, “Perdida o muerta” o reseñables ejercicios de siniestrismo del calibre de “Angustia” o “Amor paranormal”.

Vila sigue conservando una chulería impagable al cantar y aporrear, algo que se engrandece con el contrapunto oscurillo que aporta Marga y el ímpetu apabullante en escena que ahora añade Mikel. Un vórtice de energía descomunal con puntos álgidos como “Redada en Ciudad Sumisión” de Obligaciones o un soberbio “Descanso eterno” de Eskorbuto junto a Toni Metralla. Un servidor todavía desea que recuperen “Esta noche” de Commando 9mm, pero fue una descarga antológica igualmente.

El histórico Jordi Vila detrás de la batería.

Y si los recitales de los difuntos Los Carniceros del Norte se caracterizaban por su teatralidad y cuidada puesta en escena, no iba a ser diferente el caso con Txarly Usher y Los Ejemplares, con el carismático vocalista utilizando una mascarilla a modo de antifaz mientras oficiaba desde una silla. Un inicio trepidante salpicado de chutes directos a la vena como “Anfetamina” o “Clase perdedora”. Aguantar semejante tralla sin moverse del sitio debería constituir motivo de beatificación.

No tardaron en apelar a las esencias goth con “Unidos” de Parálisis Permanente, algo que cobraba mayor relevancia por la simple presencia del mítico bajista Rafa Balmaseda y que desató el inevitable movimiento en el recinto. Un mero homenaje por puro capricho, pues en su debut se encuentran temazos tan sólidos como “Llantos de alcohol” o el certero “Todavía no”, una de las cimas de la velada en la que Txarly reptó cual Iggy Pop e incitó a la participación todo lo que pudo, algo que desde luego exige una entrega descomunal en las actuales circunstancias. El argumento de que había que cantar porque bailar no se podía era imbatible, eso sí.

Txarly Usher oficiando junto a sus Ejemplares.

“Hipnopedia” posee los mimbres de un himno futurista  para entonar con el puño en alto, mientras que “La muerte es perfecta” adquiere mayor potencia en las distancias cortas. “Estamos conteniendo el baile por respeto a las criaturitas”, confesó Txarly antes de afirmar que se iban a flotar con los “ausentes” en “Vaporízate”. Si de verdad existe un alma gótica en este proyecto, debería estar en cortes como este.

La vertiente punk también supura de lo lindo en “Dos minutos de odio”, dedicada al “Amado Líder”, no al apacible rechoncho de Corea del Norte, sino a aquel gobernante que todavía mantiene a la hostelería en pie de guerra, a la par que prefiere gastarse millones en material antidisturbios en vez de implementar políticas sociales, el típico comportamiento enfermo de un dictadorzuelo sin escrúpulos. Obviemos su nombre tanto como su tediosa voz de robot.

Rafa Balmaseda, veteranía desde los tiempos de Parálisis Permanente.

“Viejos errores” recupera el poso tenebroso en una pieza negra como el carbón, previamente a que sobresalga de nuevo la rabia en “Latidos”, que posee seguramente las estrofas más incendiarias del disco. No esperábamos ni de lejos que se arrancaran con “Nosferatu vive en Barakaldo” de Los Carniceros del Norte, con la peña desatada desafiando su asignado espacio vital, y la cita subió otro escalón con el alegato contra las etiquetas “Nekromántikos”. Qué gustazo, hacía siglos que no escuchábamos aquellas piezas en directo.

“Para nosotros solo hubo una canción de confinamiento”, dijo Txarly y quedaba claro que era el turno de un himno tan mayúsculo como “Autosuficiencia” de Parálisis Permanente, con el personal de nuevo levantándose de las sillas. ¿Qué quieren? No se puede prohibir la emoción. Aquel hubiera sido un epílogo encomiable, pero todavía regresaron al poco con “Ratas extrañas”, que cierra su debut con eco de clásico.


“Me dicen a mí que si no os sentáis paran el concierto, debo de ser una especie de Dios o de policía”
, explicó el vocalista ante una multitud con furor contenido por obligación. Y con la promesa de bailes futuros finiquitaron una sesión de órdago con “Cuervo, corazón y cuchillos”, cuyo estribillo que apela a la “sangre” resonó como mandamiento inexcusable del siniestrismo. Siempre danzando entre cuchillas de afeitar.

Otro de esos eventos capaces de aportarte vitalidad durante meses, dulce polvo de metralla que se te va introduciendo poco a poco en el espíritu, pero  no para destruir los órganos, sino para regenerarlos después de tanta mentira e infame postureo. Retazos de vida que no podrán coartar líderes de ningún tipo. Esta es nuestra vacuna.

 

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA