lunes, 22 de febrero de 2021

CAPSULA: CONTRA LOS PERÍMETROS

 

Sala Santana 27, Bilbao

 

¿Qué sentido tiene presenciar un espectáculo separados los unos de los otros en sillas después de pasar un tiempo considerable apelotonado en un transporte público sin límite de aforo ni restricción ninguna? Quizás a un servidor se le escapen detalles de un virus caprichoso que nunca infecta cuando curras y siempre acecha cual miura a partir de las diez de la noche y en los lugares destinados para el ocio. Una tomadura de pelo más, entre muchas otras, de gente que se salta sus propias leyes y enfila en barrena hacia un Estado totalitario que de democrático ya no va a poseer ni el nombre. Todo sea por salvar los sueldos de los de arriba.

Con un cierre perimetral que impedía abandonar los municipios sin causa justificada, realizar un concierto se asemeja a una especie de encaje de bolillos. Salvo que seas un grupo consagrado con tanto tirón entre los locales que entonces las prohibiciones vigentes tampoco afecten mucho a la afluencia en sí misma. Esto último es el caso de los vasco-argentinos Capsula, con una legión de fieles inasequible al desaliento que les acompaña allá donde oficien, por muchas barreras que intenten poner al respecto.


Y si uno les ha visto alguna vez en directo, es completamente entendible, pues no acertamos a recordar un bolo suyo malo, o por lo menos mediocre. Ya les habíamos catado hace escasos meses en el Palacio Euskalduna en una velada soberbia que nos hizo olvidar de repente la maldita pandemia, por lo que el plan de repetir para un nuevo show titulado ‘Seres eléctricos’ no nos disgustaba ni por asomo. Al contrario, reconforta acudir a esos sitios de los que sabes que saldrás con una sonrisa de oreja a oreja y agradeciendo al Altísimo la oportunidad vivida, pues los recitales se han transformado en una suerte de lujo asiático que suele suceder una vez al mes. Con suerte, claro.

Pero en Capsula llevan el oficio tan interiorizado que apenas bastan segundos para que la mayoría del personal coma de su mano. Su último trabajo ‘Bestiarium’ cada día queda más lejano, aunque eso no impide que sus piezas engatusen y se suban a la cabeza como el buen vino. Es lo que sucede con la psicodelia exótica de “Siren’s Lips” o con el halo experimental post punk de “Magnets”. Ejemplos palmarios de que una interpretación convincente engrandece cortes que a veces pasan más desapercibidos en estudio.


Uno de los puntos álgidos lo alcanzamos con la apocalíptica versión de Sumo “Mejor no hablar de ciertas cosas”, una auténtica combustión sónica precedida por una no menos inspirada intro en la que Martín habló de tiempos lejanos “como los 80, cuando la gente confiaba en los otros”. Ay, qué libertad respirábamos entonces.

Rescataron el legado de The Cramps en sus ritmos frenéticos e incitaron a las palmas, única interacción posible en los conciertos pandémicos. Pero observar un recital quitecito y sentadito como en una fiesta infantil se torna menos duro con un frontman de altura que se interesa de veras por los asistentes y hace todo lo que está en su mano por animarles. Su compañera al bajo y a la voz se torna un factor fundamental en la ecuación con “Santa Rosa”, más aguacero sonoro contra el que es imposible guarecerse. Y ni falta que hace. Hasta el ojo mismo del huracán.


El ímpetu de “No contestás” mantiene a la locomotora con el combustible necesario para que nadie se apee en ningún momento, antes de que echen mano de poso místico en “Cry With You” con la sugerente e hipnótica voz de Coni. Que permanezca durante muchos años en el repertorio. Y volvieron a ganarse el corazoncito de la mayoría con el inmortal “Russian Roulette” de Lords Of The New Church, otra oportunidad de encaramarse hasta las nubes en los últimos tiempos. Siempre impecable. Y que ojalá tampoco nos abandone nunca.

Agradeció el voceras Martín la presencia de los fieles, entre los cuales destacó a sus compatriotas Fabi y Pepe en las primeras filas, perdón, sillas. Y frente a los confinamientos, se levantó victorioso antes de los bises proclamando su voluntad de ir “contra los perímetros” y “contra todo”. Lo habían conseguido ya de manera aplastante, pero todavía quedaba el remate final, un canto de cisne en el que aludieron a Bowie de forma implícita en “Wild Fascination”  y luego ya explícitamente en el tremendo “Suffagrette City” del Duque Blanco, que volvió a clavar una pica en Flandes.

Echamos de menos la mesiánica “Communication” y alguna pieza más de ‘Ziggy Stardust’, como manda la tradición, pero eso no quita para que se cascaran otro bolazo de enmarcar con actitud a raudales, sonido imponente y vigoroso y una parroquia que agradeció cual maná este contundente regalo en tiempos de oferta cultural escasa. Una embriagante nebulosa de la que nos despertaron las fuerzas del orden al situar un control a la salida de la sala. Lo normal. En un Estado policial, vamos.

 

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA

 

  

     

martes, 2 de febrero de 2021

MATURE ‘BUFÓN DE LA VIDA’: LOS QUE VIENEN A COMPRAR EL EDIFICIO

 

Labrarse un hueco en el concurrido panorama musical casi es hacer encaje de bolillos y apelar en ocasiones a una mera sucesión de hechos fortuitos con la esperanza de que en alguno de ellos surja una grieta por la que colarse. No digamos ya si encima a la situación complicada le sumamos una pandemia en la que el gobierno de turno trata como basura a todos los trabajadores del sector cultural, con un ministro del ramo que ni está ni se le espera y el único indicio de que sigue vivo es que de vez en cuando suelta algún chascarillo por Twitter. Un panorama postapocalíptico también para la creación y difusión, pues nunca tanta gente tuvo semejantes dificultades para algo tan cotidiano como currar.

Pero algunos llevan el gen obrero en la sangre y cualquier obstáculo se convierte más en un desafío que en un impedimento para materializar sus sueños. Es lo que sucede con los cántabros Mature, que en apenas dos años han conseguido montar un grupo y sacar un debut tan decente como el que nos ocupa en el que incluso tenemos la colaboración de una figura de primer nivel del calibre de Fernando Madina de Reincidentes. Y no parece tratarse del típico postureo, puesto que sus composiciones beben a paladas del legado de los sevillanos. Justificación total.

 

Respecto al contenido de un redondo que se pasa en un visto y no visto, “Mañana” abre de manera enérgica con riffs rotundos y letras de esas de las que dicen algo, inevitable no pensar en combos de rock urbano tipo Reincidentes o La Fuga. El guitarreo no nos abandona en “Lunes de terapia”, no en vano el poso rockero en la formación resulta bastante importante y tampoco andan escasos de capacidad para facturar melodías y estribillos que perduren en la memoria, lo cual siempre tiene mérito. En este sentido, esta pieza sería de las más atinadas, no cabe duda.

“El gran engaño” cuenta con el atractivo de la presencia de Fernando Madina de Reincidentes en un corte que parece hecho a su medida y que no está muy alejado de los himnos de su banda madre. Y ya si le añadimos esa denuncia sobre el maltrato que se marcan a dos voces desde el punto de vista de una víctima las comparaciones con “Ay Dolores” u otros temas de rollo reivindicativo se antojan ineludibles. Otro de los aciertos del álbum.

“Te necesito” mantiene el pulso del rock urbano, sin concesiones ni alejarse de los parámetros predominantes que a estas alturas ya nos resultan clásicos, aunque sorprende esa parrafada final a lo Robe de Extremoduro. “Pedida de mano” sube el listón con el concurso de Álvaro Echevarría “Cacho” a las cuerdas vocales y nos lega otra composición que les ha quedado niquelada por su combinación de contundencia guitarrera y letra poética de las que no se olvidan.

Y “Besos de dragón” quizás descoloqué un poco con ese ritmo ska que introducen en el estribillo, aunque en ellos resulte algo completamente natural, al igual que esos coros que engrandecen una pieza que si no resulta también de lo mejor de este conjunto, poco le faltará. Relajan con el comienzo de “Por oír tu voz” antes de pillar carrerilla y convertir el sosiego anterior en un simple espejismo tan prometedor como ver agua en el desierto. Pero lo que aquí escuchamos es real, muy real.

Finiquitan esta reseñable demostración de poderío compositivo con “Muerto el poema” dejando una sensación de haber empleado bien el tiempo en los escasos treinta minutos que dura esta obra y que desde luego debería ocupar un lugar muy alto de prioridades para seguidores de Reincidentes, La Fuga o incluso Platero y Tú. En el libreto interior ya han lanzado una inquietante amenaza a los que “les cerraron las puertas”. Vienen “a comprar el edificio”. Cuidado.  

 

ALFREDO VILLAESCUSA