domingo, 14 de junio de 2015

††† + ROSA APATRIDA: EL CULTO ACEPTADO E INSTAURADO



Izar Beltz Ateneoa, Bilbao

En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”. Con este rotundo parte emitido el 1 de abril de 1939 el franquismo daba por finalizada la contienda civil y sumía al país en la más absoluta de las negruras y en un ostracismo político del que todavía se siguen sintiendo las consecuencias a nivel cultural. Una asignatura pendiente de la que no parece que nos vayamos a recuperar en un futuro cercano, máxime cuando la actual Ley de Memoria Histórica es un completo papel mojado y miles de crímenes seguirán impunes por los siglos de los siglos a no ser que alguna audaz jueza argentina decida meter baza.

Con un ímpetu belicista y destructivo en directo similar al de los facciosos, surgen †††, una conjunción de dos espíritus libres que apelan a “la guerra metafísica total” y tratan de propagar la llamada Doctrina Triangular, un compendio de sabiduría milenaria que incluye esoterismo o masonería envuelto en un halo de neofolk paganista y nihilista a lo Death In June que resulta complicado no abrazar con la devoción de un verdadero acólito.
 
Los sumos sacerdotes de Tres Cruces.
Esa noche el culto estaba por ser instaurado en las Provincias Vascongadas, pero las fuerzas represivas hicieron acto de presencia a pocos instantes de comenzar el bolo con un celo digno precisamente de época preconstitucional, y por tal motivo se produjo un excesivo retraso que hasta hizo peligrar la celebración del evento. Pero gracias a ello imperó en el ambiente un aire clandestino, de reunión secreta entre camaradas a la que no podía sumarse cualquiera, había incluso que tocar un timbre para unirse a esta suerte de logia furtiva.

Los primeros en abrir el ceremonial fueron los locales Die Wagen, proyecto paralelo con miembros de Vulk de un inclasificable sonido a lo Fugazi con arrebatos ruidistas que en las distancias cortas por lo menos se torna entretenido. Ya habíamos coincidido con ellos previamente de teloneros de Wind Atlas, así que tampoco les prestamos demasiada atención, aunque al colega Carlos Benito le convencieron bastante.

Desde La Rioja vinieron a continuación Nitrato, que practicaban un punk patatero no dado a las experimentaciones pero que bien valía para pasar un buen rato. Crudos, con voz cazallera y una tralla que casi bordeaba el hardcore sirvieron para que el personal descargara tensión en forma de pogos y hasta hicieron referencia al anterior altercado con las autoridades mencionando que por estos lares “mucha policía, poca diversión”.

Rosa Apatrida.
Pasar de los tres acordes a un dark wave de bases electrónicas podría ser causa de cortocircuito en mentes estrechas, pero no fue así con Rosa Apatrida, ya que la mayoría de los parroquianos se entregaron a su trance hipnótico que se asemejaba al de un club berlinés con una penumbra casi total y niebla fantasmagórica que dificultaba tanto la visión como las capturas fotolumínicas.

Su carismática vocalista Elektra se tiraba por el suelo, emulaba a Siouxsie, de hecho el maquillaje que llevaba era clavado al de la diva británica, y a veces hasta evocaba por sus tonos estridentes a los históricos Morticia y los Decrépitos o al siempre recordado proyecto Naughty Zombies de Lily Scalofrios. No contaban con un repertorio muy extenso, por lo que aparte de sus himnos “Free My Body” o “Heart of Darkness” tampoco tenían demasiado material más reseñable para prolongar su colocón de pista de baile tenebrosa. Una pena porque cuando estábamos en pleno éxtasis danzón tuvieron que despedirse, con una versión ya hubieran puesto la guinda. Muy prometedores, ojalá saquen cuanto antes algo de larga duración.
El ritual cobraba forma.

Y por fin llegó el momento de levantar el estandarte de ††† y aplicar en cada rincón conocido el Culto de las Sombras, su peculiar manera de entender el neofolk que aúna el ruido industrial de Esplendor Geométrico con la épica y las letras rimbombantes. “Avanza Carro Avanza” fue el pistoletazo de salida para iniciar a los adeptos en el magisterio, una propuesta en esencia minimalista que podría acompañar tranquilamente los desfiles del Día de las Fuerzas Armadas y que en directo gana ímpetu.

Los dos entes responsables de la eucaristía, Víctor S. Dunkel y Marc O’ Callaghan, se mostraron más que capacitados para reproducir en las distancias cortas su conglomerado ocultista añadiendo una intensidad que tal vez en disco no se acierte a vislumbrar. Y es que resulta difícil trasladar de manera fidedigna ese sentimiento que te produce contemplar de cerca a un par de colgados que parecen atreverse a casi cualquier cosa, como por ejemplo sacar campanas y hacer uso de ellas en los instantes adecuados. Echamos de menos en este aspecto un tambor marcial y retumbante que proporcionara mayores cotas de solemnidad.
 
Las campanas eran la clave.
Lejos de jugar con la ambigüedad ideológica como Reserva Espiritual de Occidente,  ellos optan por la magia, los círculos imaginarios y los arcanos indescifrables, el misterio en estado puro. Un mensaje que consiguió calar empero en las mentes de los acólitos presentes, pues la turba entonó con fervor levantando el puño “En el Fondo de un Pozo Negro Estoy Esperándote” y no se conformó de primeras con la abrupta finalización del ritual.

Los sacerdotes fueron condescendientes con las plegarias y regresaron con “Estás Contemplando Tu Propio Funeral”, otro de los sacramentos fundamentales para ingresar en su orden. Fue una oración corta pero intensa, un oficio con la gravedad de una procesión de Semana Santa. Misión cumplida. Culto aceptado e instaurado. Amén.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA


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