Hika Ateneo, Bilbao
La palabra fetichista siempre ha guardado connotaciones
negativas. Uno menciona el término y enseguida el personal empieza a imaginar
vestidos de látex, correas de perro y demás accesorios sadomasoquistas. Pero
muchas veces no tiene nada que ver con eso, sino con una elevada sensibilidad
hacia diminutos detalles que pasarían desapercibidos para el común de los
mortales, como por ejemplo, sombreros, ganchos en el pelo o esas medias calcetines
de rayas blancas y negras que estaban de moda hace unos cuantos años.
Pijadas en definitiva que endulzan un envoltorio corriente y
predisponen hacia una evaluación positiva. Pero más allá del puro subjetivismo,
lo cierto es que la vocalista de los californianos The Muffs Kim Shattuck
siempre mantuvo un sentido peculiar de la estética, con una vestimenta que lo
mismo incluía indumentaria colegial que coloridas faldas planas de abuela. Un
rasgo de personalidad que no ha perdido pasado el medio siglo de edad y que ya
desearían muchas viejóvenes por su vitalidad y capacidad para epatar
visualmente sin caer en la vulgaridad.
Eternas camisas de cuadros y cuellos de colegial. |
Era una noche nostálgica la que se había montado en el Hika
Ateneo bilbaíno, un concierto para treintañeros que vivieron intensamente los
noventa y cuyo recuerdo de los ochenta se asemeja al de una nebulosa. En un
comienzo parecía que estaríamos cuatro y el del tambor, pero la cosa se fue
animando poco a poco hasta lograr una afluencia digna, en la que destacaban un
número considerable de chicas bailongas que movían sus melenillas de lado a
lado y entraban en trance con facilidad.
Calentaron tras una intro pomposa los psicodélicos Sun God Replica, que presentaban su
reciente largo ‘The Devil’s Clockwork’ y no se limitaron a reproducir los
clichés propios de su género que suelen dormir hasta a las piedras. Tenían
bastante garra, de hecho, en especial su batería, y un poso stoner que
combinaba a la perfección con sus coros lisérgicos a los primeros Pink Floyd.
Superaron con creces lo que escuchamos en estudio e inundaron el éter de
electricidad, más entretenidos que muchos grupos de su rollo.
Sun God Replica y su estética neohippie. |
Existe toda una tradición de música para inadaptados
sociales, con The Smiths seguramente en su cúspide, y The Muffs tal vez recogían ese testigo sin proponérselo demasiado,
bastaba fijarse en sus pintas. Un bajista con cierto aire desgarbado a lo Woody
Allen se presentaba acompañado de una carismática Kim Shattuck que ejercía el
contrapunto estilístico con su teñido rubio, medias calcetines negros y discreto
jersey con cuello de pico colegial, y por último en el fondo, un batería
bonachón del que fijo que se reirían de él en su época de instituto.
Las tres almas descarriadas desde el principio conectaron
con la concurrencia y el ambiente casi se transformó en el de una peli
adolescente tipo ‘American Pie’ con la mayor parte de los asistentes levantando
los brazos y moviendo ligeramente la cabeza en señal de aprobación.
La carismática Kim Shattuck. |
No perdieron el tiempo y pisaron enseguida el acelerador con
la tralla punkarra de minuto y medio de “Nothing” de su disco ‘Happy Birthday
To Me’ antes de pasar al ‘Blonder and Blonder’ de 1995 con “On And On” o a su
material más reciente en “Take A Take On Me”, piedras angulares sobre las que
pivotó su repertorio, por cierto.
Kim se desmelenó literalmente y no dudo en quitarse los
ganchos que llevaba en el pelo para así agitar la cabellera sin problema. Se
notaba a la legua la camaradería que había sobre las tablas y el bajista
incluso a veces ejercía de improvisado estilista apartando la melena a la
cantante para que luciera guapa en las fotos. Los galones que otorga la
confianza.
Juventud más allá de los 50. |
Las melodías de “Honeymoon” que se acercaban al power pop
podrían ablandar el corazón de Joey Ramone y tampoco le hubiera disgustado el
rollo a lo Beatles de “Another Day” de su debut de 1993. “Ojalá hablara vuestro idioma”, dijo la simpática vocalista antes
de arrancarse con “Weird Boy Next Door”, su primer vídeo en una década tras su
vuelta al candelero el año pasado.
Se desataban asimismo pogos contenidos, muy lejos del
salvajismo de los bolos punkis tradicionales. Era lo más apropiado para su estilo,
pues conjugaron potencia con melodía en gran parte de su repertorio, caso de
“Every Single Thing”, quizás su “I Wanna Be Your Boyfriend” ramoniano, o su “Oh
Nina”, que incluso pasaría por algún tema de Blondie deudor del espíritu del 77
y el CBGB.
Siempre hace gracia contemplar a grupos que siguen cantando
al acné y a las cuitas juveniles peinando ya canas como quien dice, en este
aspecto destacaría el detalle significativo de que todos llevaban zapatillas
desgastadas, un complemento vintage
más auténtico que cualquier mechón oxigenado o prenda deslavada a propósito.
Porque los noventa también deberían ser objeto de reivindicación, por muy
vilipendiados que estén por los tradicionalistas.
Los fans acabaron encandilados con Kim. |
Sus canciones de escasa duración se esfumaron en un
santiamén y cuando nos quisimos dar cuenta volvían ya para los bises con “I Get
It” o “Lucky Guy” entre gritos de “¡Kim,
we love you!”. Muchos al parecer conocían la trayectoria previa de esta
chica que empezó en el combo femenino de The Pandoras, también fue cantante,
guitarrista y compositora de The Beards y hasta giró con los Pixies en 2013 en
sustitución de la legendaria Kim Deal.
En cuanto finiquitaron con el píldorazo “Agony” marchamos
raudos sin esperar a nadie, pero nos comentaron que la vocalista estuvo
bastante solicitada para hacerse fotos con ella. No me extraña, es de alguna
manera la sutil venganza de los raros de la clase, los que antaño las masas
despreciaban y hoy se mueren por figurar junto a ellos. Justicia poética.
TEXTO Y FOTOS:
ALFREDO VILLAESCUSA
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