Sala Satélite T,
Bilbao
“¡Joder, tíos, qué
bajitos sois!”. Esa fue la mítica frase de bienvenida que pronunciaron Las
Vulpes cuando La UVI se acercaron a tocar junto a ellas en un colegio de Bilbao
allá por los ochenta. La simpática anécdota no se termina ahí, puesto que según
ha contado Manolo UVI en repetidas ocasiones, a ellos las punkis vascas tampoco
les parecieron “Miss Mundo”, pero a
medida que avanzaba la noche “nosotros ya
parecíamos más altos y ellas, más guapas”, en confesión del considerado
primer punk madrileño.
Quizás sea un tanto exagerado entronizarlo como un pionero
en exclusiva, aunque su extensa biografía poco tiene de convencional. Para
empezar, se libró de la mili por adicto a las anfetas, es decir, un tribunal
militar le declaró “psiconeurótico
anfetamínico”, tal y como reza en su cartilla militar, conoció La Movida y
sus personajes en pleno apogeo, pudo salir del circuito underground y tocar con Joaquín Sabina, pero prefirió mantenerse
fiel a sus principios, pese a llevarse bien con otros compañeros del mundillo
como Alaska o La Frontera.
Manolo UVI, el primer punk madrileño. |
Con un currículum casi inabarcable que hasta incluye un
negocio de serigrafías y otro de distribución de “flyers” por los bares de la capital, el llenazo en el Satélite T
ya se barruntaba desde lejos. Era una ocasión de gala que nadie se quería
perder, por lo que por allí se pudo ver a representantes de la escena punki
local como Gato de Radiocrimen o Luis Punk, ex compi también del mismo Manolo
en Punk Guerrilla. Un compadreo que incluso se trasladó a las tablas al
colaborar ambos en los coros a lo largo del bolo.
Ante una sesión tan aguerrida no cabría otro telonero
posible que Toni Metralla Y los
Antibalas, incombustible rockero habitual del garito, tanto como espectador
de a pie como oficiante de recitales enérgicos en los que gasta chaleco
post-apocalíptico y desenfunda un micro-recortada para terminar de saldar
cuentas.
Toni Metralla y los Antibalas se lo pasan en grande en escena. |
Ya hemos coincidido con ellos varias veces y todavía no les
hemos pillado en una noche mediocre, algo bastante complicado al disponer de
una recámara repleta de adaptaciones en castellano de canciones guiris como el
siempre infalible “Rebel Yell” de Billy Idol o el “Pretty Fucked Up” de
Supersuckers, aparte de composiciones propias muy decentes del calibre de “Max El
Loco” o “Patrulla Venganza”. Sumemos al cóctel un vocalista que se deja la piel
y que no tarda en enardecer a la masas y llegaremos a la conclusión de que
podrían salvar al rock n’ roll, como bien dicen en el tema de The Dictators.
La frase “Vive rápido,
muere joven y deja un bonito cadáver” se atribuye erróneamente a James
Dean, aunque en realidad pertenece a la película ‘Llamad a cualquier puerta’ de
Nicholas Ray. A finales de los setenta, el recién nacido movimiento punk adoptó
dicho lema y Manolo UVI no tardó en
buscar su propia filosofía y dar una vuelta al concepto al afirmar “Toca rápido, vive rápido e intensamente y
diviértete como si cada día fuera el último de tu vida. Nunca se sabe”.
Unos preceptos que rige a rajatabla en lo que respecta a los
directos desde que sale a escena con cara de tarado pero que en realidad maneja
perfectamente la situación. Nunca tuvo una gran voz, pero eso daba igual, uno
no venía a ver a Pavarotti, bastaban himnos imperecederos de los Commando 9mm
como “Suena Bang” o “Jenny” para que los pogos brotaran por doquier y los
ánimos se desbordaran.
La formación era asimismo de las básicas, sin zarandajas, un
trío y a tirar millas, lo suficiente para armar ruido sin recargar lo más
mínimo el ambiente, aunque, como hemos dicho, no sería raro que diversos
espontáneos se animaran a contribuir al fiestón. Las palabras tampoco eran
necesarias, únicamente los temazos, así debería ser siempre.
Los compis de Manolo le siguen el ritmo sin dificultad. |
Uno de los puntos álgidos se alcanzó por supuesto con la
antimilitarista “Johnny coge el subfusil” y con la declaración de principios
“Antisocial”, todo un manifiesto nihilista y una manera de ver la vida sin
arrugarse ante nadie, de hecho, es una de las composiciones de las que Manolo
está más orgulloso, según ha confesado en alguna entrevista.
Y otra de las que condensa al completo el ideario punk sería
“No hay futuro”, aunque si uno observaba al respetable estaba claro que el
recambio generacional era un absoluto hecho. En un tono más distendido, se
agradeció “Lady Mambo” por su aire a los Ramones, antes de que nos llamaran a
filas en “Únete al comando”, que pilló a la peña casi desbordando las vallas de
contención.
La recta final fue de vértigo con “Cuando yo reviente” y el
recuerdo a La UVI con la ineludible “La Policía”, una de sus piezas más míticas
y piedra angular del punk madrileño. No podrían dejar de lado “Amor
Frenopático”, otro imprescindible corte crepuscular que los acerca al siniestrismo y que han
versionado con notable habilidad los cántabros Paralítikos.
Y el epílogo definitivo llegó de nuevo volviendo la vista al
post punk tenebroso con el clásico “Un día en Texas” de Parálisis Permanente,
que por algo el propio Manolo se ha recorrido la península recientemente junto
a Ana Curra para recordar a Eduardo Benavente. Un argumento impepinable para
satisfacer al más exigente.
La única nota negativa de un bolazo frenético con todas las
letras es que no hubiera bises, pese a que el personal los reclamó a grito
pelado y en tales ocasiones no cuesta demasiado estirarse un poco. A pesar de
este pequeño detalle, queda probado que el legado de La UVI o Commando 9mm no
permanece sepultado bajo tierra ni mucho menos. Hay generación terrorista para
rato.
TEXTO Y FOTOS:
ALFREDO VILLAESCUSA
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