Kafe Antzokia, Bilbao
De un tiempo a esta parte existe un notable revival soul en
el panorama musical. Quizás sea una consecuencia más del pensamiento hipster y de ese furor por lo retro, los
vinilos y demás, algunos incluso llegan a afirmar que hasta volverá el
milenario cassette. Pero tal vez este repentino interés por los vientos y las
voces portentosas obedezca a causas genuinas como por ejemplo la incontestable
elegancia que irradia dicho género o esa inefable comunión entre artistas y
público que en ocasiones hasta les lleva a intercambiarse sus papeles o invadir
sus respectivos espacios. Y otra cosa importante, en bolos de este rollo no se
suelen escuchar cotorras, lo cual debería ser motivo definitivo para declararse
forofo total.
La línea entre el fan y el artista a veces es demasiado
fina. Pocos podrían imaginar que Shirley Davis, una inglesa afincada en
Australia que escuchó por primera vez en la radio a la diva del soul Sharon
Jones, acabaría cantando junto a ella en un concierto en Madrid y gracias a su
colosal interpretación la gente del sello Tucxone Records le propondría venirse
a España para grabar un álbum junto a The Silverbacks, la banda oficial de la
escudería. La aventura en la tierra de los canguros había tocado a su fin.
El siguiente paso fue registrar ‘Black Rose’, un álbum que
ya ha recibido buenas críticas por parte de la prensa europea, estadounidense o
australiana y ha situado a esta coalición internacional de talento en una
posición inmemorable para emprender el asalto a los escenarios. Una voluntad
inquebrantable de patearse salas y garitos que hubo que suspender durante unas semanas por problemas de salud
de su vocalista. Pero las nubes se disiparon de tal manera que el periplo se ha
tornado casi incesante y ya se habla de exportar la gira a otros países
europeos.
Esta parada bilbaína en el Kafe Antzoki era una de las
últimas oportunidades de contemplarles en directo antes de encerrarse de nuevo
en el estudio y contaron para animar el sarao con Hombre Lobo Internacional, un curioso personaje con careta de
licántropo que mostraba sus fauces y soltaba dentelladas afiladas de punk
garajero rollo The Cramps, a los que rindió homenaje con una salvaje revisión
del “The Crusher”, y desató el histrionismo extremo con el “She Said” del
pionero del psychobilly Hasil Adkins.
El licántropo Hombre Lobo Internacional |
Terminó de quedarse con la peña con la siempre efectiva
“Surfin’ Bird”, sazonada por alaridos varios, o el “Shout” de The Isley
Brothers a tope de revoluciones, antes de insuflar glamour a la velada con el
“New York, New York” popularizado por Frank Sinatra. Una más que agradable
criatura que no rehuyó el trato humano al saludar personalmente a los
asistentes. Como un señor.
Según suele ser la costumbre en los combos del palo, Shirley Davis & The Silverbacks se
arrancaron en un primer momento en formato instrumental, con los vientos
explotando cual fuegos artificiales antes de que la diva de ébano irrumpiera en
escena con un vestido tribal que evocaba la sabana africana. El chorro de voz
descomunal no fue suficiente razón para romper ese imaginario perímetro de
seguridad que atenazaba a los asistentes y la vocalista tuvo que pedir que se
acercaran. Una vez que se pudo sentir el calor humano, no dudó en sentarse en
las escaleras como lo haría una maestra de escuela ante sus pupilos, una
profesora con clase y taconazos.
Una de las señas de identidad del soul es el grado de
participación del público y eso quedó patente desde pronto cuando invitaron a
subir al escenario a cuatro o cinco chicas y un chico, no sin antes pedirles
que dejaran las bebidas en una esquina. Que no se pierdan las buenas
costumbres. Y ya entonces pudieron romperse a gusto, en especial el tío con
camisa roja, que bailaba con Shirley casi como si estuviera enamorado de ella.
La asertiva “Be Yourself” puso pelos de punta con las
trompetas insuflando carácter a esta composición de poso bluesero en la que
volvieron a brillar las descomunales habilidades vocales de la cantante. Y los
acompañantes eran bastante algo más que una simple banda de apoyo, pues en
ocasiones su protagonismo se tornaba decisivo, caso de la sección de viento o
ese guitarrista que se marcaba unos solos espectaculares cuando transitaban el
camino del blues.
La homónima “Black Rose”, aparte de para denominar a su
último disco en estudio, sirve para referirse a su voceras y se ha convertido
en todo un emblema que alcanza cotas de intensidad impagable en directo y se
antoja quizás lo mejor de la velada. “Make My Day”, por el contrario, tiene un
aire más cercano a Van Morrison o Joe Cocker, otra pieza para que se luzcan las
cuerdas vocales, aunque dada la solvencia absoluta de Shirley, eso tampoco
resulta demasiado complicado.
Pidió bailoteo al personal con los ritmos medio funkys de “My
Universe” y para dar ejemplo movió los tacones con solvencia, no como un pato mareado,
igual que una señora borracha no pierde la compostura por mucho que haya
bebido, ahí está la verdadera elegancia. Y no se cortó incluso a la hora de
sacar un abanico, normal, había determinados temas que provocaban sofocos por
su pulsión sexual. Es lo que tiene el soul, con muchas letras cargadas de
dobles sentidos.
Muy variado su repertorio, desde piezas con leves toques
africanos al blues de copa y puro o instrumentales en los que se gritaba “¡Black Rose!”. Y además la cantante
estaba graciosilla cuando en los bises confundió las peticiones de más material
de “beste bat” con el apelativo de la
banda “Silverbacks”. Bastó una leve
invitación a subirse a bailar para que la peña invadiera el escenario, con la
aparición estelar de nuevo del joven de la camisa rockabilly ahí dándolo todo.
Shirley dedicó un rato a cada uno de sus invitados y aquello
se convirtió en todo un elogio a la negritud cuando se animaron también a
danzar un par de chicas con peinado afro, que se montaron una coreografía muy
pro. Un epílogo instrumental valió para ir cerrando el círculo con dignidad y
desear que su enclaustramiento en el estudio no dure demasiado. Inmensos. Pura
pulsión animal.
TEXTO Y FOTOS:
ALFREDO VILLAESCUSA
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