jueves, 11 de marzo de 2021

ICE & FIRE: AÑEJOS Y FUTURISTAS

 


 

Habitualmente es necesario cierto estímulo para que las cosas se pongan en movimiento. Ese pistoletazo de salida puede venir de un hecho casual o fortuito o por el contrario puede tratarse de algo premeditado, el primer paso de un plan ambicioso que abarque diferentes etapas y objetivos, a la manera en que un novelista empieza a tomar notas antes de dar forma definida a su obra. Cualquiera de los enfoques que se adopte puede ser válido para sentar ese ladrillo inicial que con el tiempo cristalice en una colosal construcción. Quién iba a decir que unas tristes piedras acabarían convertidas en pirámides.

En el caso de los cántabros Ice & Fire, el detonante llegó en 2018 con un recopilatorio de bandas para la Asociación Musical Bloque de Laredo. Al año siguiente ya andaban pillando carrerilla en la ardua empresa de facturar un debut. Todavía no tenían definido su sonido, pero la composición en el estudio les ayudó a encontrar una suerte de común denominador que a veces no resulta muy evidente. Sobre todo si coexisten en el seno del grupo diversas almas que van desde el hard rock más clásico a tonalidades más contemporáneas. La variedad al poder.

Una cualidad que queda más que patente en este bautismo de hielo y fuego, como adecuadamente pronostica su nombre. Ya de entrada, marcan parámetros de sobra conocidos en “Live In Pain”, con un aire vetusto que recuerda a Rainbow o Black Sabbath en su época con Dio, no sería descabellado incluso acordarse de un himno como “Neon Knights”. El halo antiguo no se despega en “Highflyer”, con un notable trabajo de guitarra, aunque no renuncian a picotear en el campo del rock alternativo. Y “Nameless” comienza también lanzando un guiño al llamado sonido de Seattle, por lo se entendería si a alguien le entran ganas de escuchar acto seguido el “Alive” de Pearl Jam o cualquier disco de Alter Bridge. Un traje que les sienta tan primoroso como las viejas galas de ocasión.

“Collide”, por su parte, posee mayores matices, así como una atmósfera inquietante que no desentona para nada en su prodigiosa amplitud de miras, una pieza que gana potencia a medida que se suceden los segundos en la que podría evocarse de nuevo a la banda de Myles Kennedy. “Confrontation” hace honor a su título y adopta un aire más certero, otra muestra de que la versatilidad no tiene por qué estar reñida con la garra. De lo mejor del redondo.

El tema homónimo que da nombre al grupo y al álbum comienza con una base contundente, aunque luego la voz se mueve en coordenadas no tan pesadas. Y “The Calm” se antoja mucho más inquietante y sosegada, un tímido acercamiento al progresivo en la senda de A Perfect Circle o Tool que tampoco descuadra la oda a la diversidad estilística que es este trabajo. Solo falta que “Apocalipse” nos sumerja en otra onda diametralmente opuesta con un inicio como de ciencia-ficción antes de apelar a ritmos pegadizos que bordean el stoner o el sludge en plan Down o los Black Label Society más pesarosos. Ideal para darse un paseo por una ciénaga o pantano.

Siempre nos han dicho que es imposible eso de jugar a varias bandas, o nadar y guardar la ropa, como se suele decir, pero este lanzamiento demuestra que no resulta descabellado moverse de una punta a otra y que los elementos no chirríen en ningún momento. Otra manera de entender la cuadratura del círculo. O de convertirse en añejo y futurista a la vez.

 

ALFREDO VILLAESCUSA    

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