miércoles, 18 de enero de 2023

ROTTEN XIII + IHESKIDE: CANCIONES COMO TEMPLOS DE GRANDES

 Kafe Antzokia, Bilbao

 

Tal vez haya que revisar el concepto por el que entendemos que un grupo ha triunfado. Está claro que en la nueva era digital el número de escuchas o reproducciones se torna un dato fundamental para valorar el predicamento de unas composiciones entre el personal, aunque a veces incluso en esto también influye algo la suerte. En lo que no suele haber dudas posibles es cuando una banda cuelga el cartel de entradas agotadas en un recinto, eso es una prueba inapelable, pese a que no sea lo mismo llenar una sala de chavales en la flor de la vida que de señores hechos y derechos.

Rotten XIII
 

Con una antelación que se remontaba a antes de la pandemia, si no me equivoco, habían agotado el aforo del bilbaíno Kafe Antzokia los navarros Rotten XIII, todo un combo en progresión ascendente, y que si siguen en esta tónica, en breve deberían dar al salto a grandes superficies. Después de lo que contemplamos aquella noche se lo merecen por completo, pues cuentan con canciones como templos y una enfervorizada concurrencia que echa por tierra esas tonterías que dicen desde ciertos medios de que el rock ya no interesa a la juventud.

La jornada coincidía con una manifestación por los presos y algunos apuntaron a esa causa como posible explicación del llenazo vivido, pero un servidor opina que lo habrían petado igual si no se hubiera producido aquella coincidencia. Conectar con un espíritu determinado o un sector concreto de la población está por encima de meros golpes de suerte. Y sé además de buena tinta que muchos se quedaron con las ganas de haber asistido al concierto, así que a la próxima les toca un sitio más grande.

Iheskide
 

Calentaron el ya enrarecido ambiente Iheskide y demostraron que considerarles unos simples teloneros sería profundamente injusto, pues el personal se desvivió casi tanto con ellos como con los protagonistas de la velada y había incluso peña que había venido más por verles a ellos que a los cabezas de la noche. Una mera cuestión de gustos, pues en realidad ambas propuestas tampoco tenían mucho que ver, salvo el denominador común del punk.

Poseían un rollo guitarrero escandinavo que desde luego hacía que la camiseta de Backyard Babies del cantante y guitarrista no fuera para nada casual. La parroquia coreó a tope los temas, hubo pogos y encima se marcaron un repertorio muy dinámico con el que era imposible aburrirse. Íbamos a ver a otros, pero descubrimos un grupazo para tener en cuenta. 

Rotten XIII
 

Que Rotten XIII habían hecho un trabajo previo de campo podría parecer lo más normal tras ver el desmedido entusiasmo de un respetable que estuvo a punto de invadir el escenario casi desde el principio. Y vaya comienzo, por cierto, con la llamada a armas de “Aurrera” y luego un corte tan épico como “Gerónimo”, un par de himnos como panes para despertar hasta al más aparvado. Si no se te movió ni una ceja, míratelo.

Si se limitaran a hacer punk, probablemente serían un grupo como tantos, pero lo que les hace indefectiblemente especiales es su falta de complejos para acercarse al folk del terruño o a lo que sea menester, en este sentido en su último disco hasta la fecha han dado un paso de gigante en esa dirección. Ojalá sigan profundizando en esa senda en el futuro.

Rotten XIII
 

“Basajaunaren Lurraldean” tal vez pueda recordar en determinados momentos a Mumford & Sons, pero es una composición de altura que incita a levantar la voz y brindar con los colegas, pura música de garito, esa que nos pone los pelos de punta. Y sin alejarse demasiado de los sonidos típicos de la tierra, “Nire Amaren Etxea” subió otro escalón en los ánimos de la concurrencia que estaban ya a punto de desbordarse incluso en las primeras piezas.

En “Marleen” contaron con un saxo tocado de manera bastante competente por el vocalista y proporcionaron más estribillos inmensos para elevar las gargantas. Y otra de las que gana enteros en directo es “Sionismo y barbarie”, con un rotundo mensaje políticamente incorrecto capaz de molestar a algún ofendidito pesebrero. Lo de “No voy a reconocer al Estado de Israel, capital de Palestina por siempre Jerusalén” es para gritarlo a los cuatro vientos. Y más después de escuchar en las distancias cortas semejante temazo.

Rotten XIII
 

“Puta nostalgia” quizás entronque con el nihilismo supurante de Biznaga, pero sin perder por el camino esa perspectiva madura que uno adquiere al llegar a cierta edad. Conectar con esa generación perdida que se comió primero la crisis, luego la pandemia y ahora la inflación no resulta tarea sencilla, pero a buen seguro ellos lo han logrado por completo. Profetas del descontento a los que la veleta Sánchez jamás les solucionará nada.

“Lakubegi” diría que es de los mejores cortes de ‘Aurrera’, por lo que era complicado que pasara desapercibido por ese cuidado equilibrio entre folk y punk y un estribillo para enmarcarlo, también destinado a desentumecer cuerdas vocales. Su repertorio es una auténtica fábrica de himnos, y apenas tienen un par de discos, ¿qué sucederá cuando su catálogo se torne ya considerable?

Rotten XIII
 

“Baskonia” levantó vasos y puños, como era de esperar con otra composición para corear como un loco. Y en “Azken Rokanrola” la peña se volvió a arremolinar en torno al escenario, como si estuvieran esperando una señal para tomarlo todos a una.

Ya se había producido algún acto de confraternización entre artistas y público cuando el vocalista fue llevado en volandas, pero volvieron a mezclarse con la concurrencia en “Noain”, de los pocos momentos sosegados que nos concedieron, aunque en realidad tampoco resultó tan tranquilo, pues la emoción andaba por las nubes. 

Rotten XII en medio de los fieles.
 

La piel de gallina se incrementaría todavía más con “El blues de Aranjuez”, que se ha convertido en un verdadero tema bandera capaz de desatar la hermandad entre todos los presentes y de hacer que las gargantas se eleven al unísono. Hay grupos que se tiran décadas de trayectoria y jamás lograrían componer una pieza que toque tanto las emociones y el imaginario colectivo como semejante himno. Grandes de los pies a la cabeza.

Ya después de esto sentimos que habíamos experimentado la cúspide del evento, pero a modo de despedida recurrieron a “Eguzkiaren Argia”, que estará siempre dedicado a su bajista Javi que murió de un accidente laboral a los 25 años. El recuerdo a los caídos que no falte nunca.

Nos decía un tipo que teníamos al lado que al final daba igual lo que uno toque, que aquí no se trataba de eso, lo que importaban eran las canciones. No podíamos estar más de acuerdo con dicha afirmación, pues en este caso eran como templos de grandes. Deseando volver a verles desde ya.

 

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA

 

 

 

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