martes, 5 de diciembre de 2023

TRAAMS + WET WEASEL: CATARSIS RUIDOSA

 

Sala Azkena, Bilbao

 

Hay veces en las que algunos acontecimientos cambian por completo la manera de ver las cosas y la persona que uno era antes acaba convertida en otra diferente. Senderos que se bifurcan en una dirección determinada y nos impulsan a seguir por una vía que, en la mayoría de los casos, no parecía la planeada. Pero no importa, toda la sabiduría pretérita siempre nos dijo que lo importante era la propia experiencia del camino.

 

TRAAMS

A los británicos TRAAMS, acrónimo de Time Reference Angle of Arrival Measurement System en el mundo de la aviación, el confinamiento les obligó a modificar ciertas costumbres. La cercanía de su lugar de ensayo con bloques de viviendas tuvo un impacto en su manera de tocar, ya que debían hacerlo a un volumen contenido para así no molestar a ningún vecino cascarrabias. Lejos de convertirse en un tormento, esto les sirvió para reinventar su sonido y moverse en terrenos que probablemente no habrían considerado de otro modo.

El ya veterano festival de sala de Bilboloop traía hasta la bilbaína sala Azkena una interesante propuesta de las que no se veían demasiado por estos lares. Teniendo en cuenta la sobresaturada oferta cultural de la temporada, en un inicio pareció que muy pocos iban a secundar la llamada, pero se fue animando la cosa y al final se congregó una multitud bastante respetable, con algún músico como David Hono de Sonic Trash, entre otros.

Wet Weasel
 

Abrieron la velada los locales Wet Weasel, cuyo post punk de corte estudiantil a lo Gang of Four suponía un auténtico puntazo por su impecable fidelidad al sonido original, incluso los propios miembros podrían pasar por guiris por su manera de vestir. En lo musical, se movían entre los referentes antes citados Franz Ferdinand o Talking Heads, aparte de un soterrado ramalazo punk que les llevó a amagar con “Guns of Brixton” de The Clash. Como entremés, ni tan mal. Muy correctos.

Que las canciones de TRAAMS no suelen ser para tararear en la ducha resulta evidente si uno pega una escucha, por ejemplo, a ‘Personal Best’, su larga duración más reciente hasta la fecha. Tal vez su palo no se antoje demasiado accesible o para disfrutarlos haya que mentalizarse en cierta forma, pero lo cierto es que en las distancias cortas poseían sus atractivos.

TRAAMS
 

La capacidad para crear tormentas y aguaceros sonoros en la onda de Swans podría tornarse una de sus ventajas, así como una versatilidad tremenda que recorría prácticamente todo el espectro que iba desde la psicodelia sesentera hasta el maquinal krautrock o el shoegaze. Un tema de casi diez minutos como “The Greyhound” reflejaba las múltiples capas que proponían en directo y además ejemplificaba esa predilección por los in crescendos en los que se erigen auténticos maestros.

Y la actitud de los de Chichester estaba más cercana a la de un local de ensayo, con los miembros arremolinándose, que a la de un concierto al uso. La enigmática teclista que les acompañaba, que en ocasiones se quedaba quieta cual estatua de sal, reforzaba esta percepción de banda que va a lo suyo y luego ya depende de cada uno conectar o no con lo que hacían.

TRAAMS
 

Nosotros sí que le pillamos el punto a piezas del estilo de “Penguin”, chirriante e hipnótica, o “Cissa”, otro corte de esos de digestión lenta, como unas lentejas, pero en clave sonora. No hacía falta precipitarse ni esperar grandes desenfrenos, sino degustar la delicatesen cucharada a cucharada, sin atragantarse.

Estaban tan metidos en su papel que ni siquiera les detuvo un problema técnico con uno de los amplificadores de uno de los guitarras. En lugar de tener al personal esperando, optaron por improvisar y eso en ellos se tornaba tan natural que lo mismo podría haber ocurrido con o sin percance. 

TRAAMS
 

La tribal “Grin” devino en el post punk de manual de “Low” o en la inmensidad de “Breathe”, otro ambicioso corte de casi diez minutos que adoptaba al final el patrón habitual de explosión guitarrera que dejaba al personal tan extasiado como ellos. Las salvas de aplausos eran un claro indicativo de que allí no se estaba aburriendo nadie.

Por tanto, su recital cursó de menos a más, con una multitud predispuesta a su rollo que cada vez entraba con mayor entusiasmo en su cuelgue hipnótico. Cualquier aficionado tanto a Joy Division como The Velvet Underground hubiera pillado su punto. Y encima controlaban los tiempos y el concepto de dinamismo, pues después de un marasmo psicodélico, podrían colarte un arrebato punk de los que desataban bailes frenéticos y otros movimientos dignos de vídeo de Nick Cave.

TRAAMS
 

En realidad, eran unos salvajes sobre las tablas, en parte debido a ese animal que llevaban a la batería, infatigable durante todo el bolo, pero también gracias a la propia naturaleza atmosférica de su música. Al terminar, ni se despidieron ni nada, abandonaron los instrumentos como el que va a por tabaco o a pillar un trago y ahí acabó. La peña pidió bises, pero, seguramente por limitación horaria, no se pudieron conceder.

Mereció la pena acercarse hasta allí para experimentar una suerte de catarsis ruidosa que nunca te dejaba igual que antes de entrar y que desde luego implicaba una cascada de sensaciones para las que convenía venir preparado a nivel mental. Si por casualidad uno no tenía ese día el cuerpo para espesuras, mala suerte.

  

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