viernes, 17 de junio de 2016

PARQUET COURTS: UNIVERSITARIOS DE MODA

Kafe Antzokia, Bilbao

El llamado post punk estudiantil era un género que hacía verdadero furor unos añitos atrás. Ya ha llovido desde que los británicos Gang of Four iniciaran la citada tradición a finales de los setenta con su piedra angular ‘Entertainment!’ y luego más tarde les tomaran el relevo Kaiser Chiefs o Franz Ferdinand llevando la música experimental a las masas y al mismo tiempo pervirtiendo el término original hasta asimilarlo a la maraña indie y convertirlo en algo tan inofensivo como el tedioso brit pop.

Herederos de esa corriente y de la vertiente punk artística que pivotaba alrededor del legendario CBGB son los neoyorquinos Parquet Courts, que muchos ya catalogan como la última sensación del rock alternativo contemporáneo. Algo que tiene realmente su mérito habida cuenta de que sus referentes más inmediatos serían The Velvet Underground, Television o incluso Lou Reed, del que seguramente han copiado su afán experimentador en su EP ‘Monastic Living’, una chaladura al nivel del ‘Metal Machine Music’, considerado el peor disco de la historia por su molesto sonido.

Parquet Courts espoleando a la audiencia.
 Una prueba más de que la afluencia de público es uno de los arcanos más indescifrables de la historia se volvió a encontrar en el bolo de estos jovenzuelos en la capital vizcaína. Uno podría imaginar que tendrían cierto tirón, pero no desde luego que abarrotaran el piso superior del Antzoki un pleno día entre semana y transformaran aquello en un fiestón por todo lo alto sin demasiados aspavientos, con esa misma sencillez con la que se presentan en los vídeos y mandan a tomar viento toda la mística de las estrellas del rock, el anti glamour personificado.

Con esa actitud de andar por casa, Parquet Courts aparecieron por allí, con su guitarrista rubio practicando sus conocimientos de español y diciendo a la concurrencia “Soy bueno”, suficiente para que muchos se lo tomaran a chufla total y le replicaran “No, tú eres muy malo”. Tras arrancar con “Master Of My Craft”, para el tercer tema el jolgorio en el recinto era ya bastante considerable, con peña como abducida mirando el escenario y una chica de azul que parecía entrar en trance saltaba cada dos por tres y gritaba “¡Wow!” al menor gesto de sus ídolos. Una fan de verdad.

Andrew Savage, uno de los voceras.
 Y en un mantra acabó convertido “Dust”, con tonos vocales desganados que evocaban a los míticos The Fall de Mark E.Smith, otra de las luminarias imprescindibles en su firmamento. Pensábamos que la cosa tiraría más hacia el indie pop, pero en directo se acercaron al punk estudiantil de The Replacements e incluso a Hüsker Dü por su ramalazo hardcore melódico. Alternándose a la voz entre los guitarras, Andrew Savage, con pintas de friki de Silicon Valley, y el simpático rubiales Austin Brown, engancharon de inmediato al respetable con sus arrancadas frenéticas que desataban pogos por doquier o hacían agitar la cabeza a la chica de azul, abducida completamente por sus ritmos.

Lo cierto es que se tornaron muy entretenidos, pues su paleta estilística cubría un amplio abanico, desde ínfulas noise rock a lo The Jesus & Mary Chain, el poso experimental de unos Pere Ubu o una engañosa comercialidad a lo Kaiser Chiefs, con melodías redondas que calaban al instante en la afición. Aunque por lo que vimos, no todos deberían opinar así, había un ente sentado al lado de los monitores sin apartar la mirada de su teléfono móvil, así con toda la jeta del mundo, a escasos palmos del grupo, que por supuesto le recriminó tal infame acto y le preguntó si tenía algún problema. Es vergonzoso que dejen sueltas sin correa a estas subespecies concertiles que uno no acierta a comprender lo que pintan en un espectáculo en vivo.


Sin duda, uno de los puntos álgidos de la velada estuvo en la fantasmagórica “Berlin Got Blurry”, cuyo punteo hizo moverse de un plumazo a la multitud hipster de la sala. Y hasta amagaron con el histórico “Voodoo Child” del inmortal Hendrix antes de fundirse en “Human Performance”, pieza homónima de su último esfuerzo en la que dejan traslucir esa melancolía urbana tan propia de la Gran Manzana y rememoran en cierta manera a los The Stranglers de “Spectre of Love”.

Relajaron los desbordantes ánimos con “Steady Of My Mind” y el aire brit pop de “Outside” antes de pisar el acelerador con la punkarra “Light Up Gold”, en la que volvieron a prevalecer los remolinos de manos y cabezas. El final fue absolutamente trepidante husmeando hasta el último rincón del garaje con “Sunbathing Animal”, otra de esas para alquilar una habitación de hotel únicamente para arrasarla y arrojar la tele por la ventana y así paladear el placer de la destrucción. Casi nada, ufff.


La emoción fue de tal calibre que al acabar el bolo muchos se lanzaron en plancha para arramplar con los set lists del escenario y los gritos que solicitaban bises debieron escucharse hasta en la estratosfera, pero nada, los de Brooklyn pasaron por completo del mundo terrenal, no se dignaron en regresar y demostraron que el cliente no siempre tiene la razón. En fin.

Al margen de este frustrante hecho, los universitarios de moda ofrecieron un vertiginoso recital para nada aburrido y con una garra punk que apenas se atisba en sus lanzamientos contemporáneos. A la próxima que se estiren más, que eso por estos lares queda muy feo.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA


 

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