jueves, 9 de noviembre de 2017

JAMES McCANN & THE NEW VINDICTIVES: UN ALMA DE DETROIT



Shake, Bilbao

Hay gente que nace en un sitio determinado, pero en realidad su corazón está a miles de kilómetros, quizás en la otra punta de la tierra. Una prueba más de que la pasión por las banderas es una de las más estériles que existen, enorgullecerse por el caprichoso lugar de procedencia de cada uno es como hacerlo por ser blanco, moreno o cualquier otro accidente caprichoso del destino. Una mera cuestión de probabilidades si le quitamos todo tipo de dramatismo al asunto.

Al fundador de The Drones James McCann tal vez le suceda un poco eso mismo, ya que vino al mundo en Escocia, pero cuando todavía era un niño emigró a Perth (Australia) y desde allí se labró un hueco hasta convertirse en una figura destacada del rock n’ roll australiano. No en vano su música podría definirse como una suerte de compendio de lo que se hace en las antípodas, desde el lado más salvaje deudor de Radio Birdman hasta esas baladas arrastradas con poso decadente que uno podría silbar caminando por el desierto.


Conscientes de que aquella visita constituía un evento especial, no se quisieron perder esta parada vizcaína de los marsupiales mucha peña procedente de grupos aguerridos tales como Discípulos de Dionisos, Nuevo Catecismo Católico o Turbofuckers. Una manera inmejorable de prender la mecha del fin de semana a base de guitarrazos enérgicos.

Calentaron la velada los guipuzcoanos The Northagirres con su rock & roll polvoriento y fronterizo con ecos de La Frontera o Supersuckers y agallas para regalar. Las curradas composiciones revelaron enseguida que se trataba de una auténtica bandaza con personalidad, algo muy complicado de encontrar hoy en día. Y el recuerdo a Tom Petty con “American Girl” les pegaba como anillo al dedo a su rollo vaquero. Para calarse sombrero, bajar la mirada y no dejar de seguir su rastro.

 Sin entretenerse a mirar las musarañas, James McCann & The New Vindictives apelaron de primeras a las entrañas con el protopunk a lo The Stooges de “It’s A Dirty Old World”. Las crudas y certeras guitarras de “Sheena Says” no cedieron en el ímpetu inicial, ni tampoco “I Can Control Your Mind”, donde pese a disminuir las revoluciones sobrevoló el espíritu de Johnny Thunders y su aura atormentada.

El protopunk de las antípodas de The Saints o Radio Birdman es una influencia más que notable en su sonido, de hecho, su último disco ‘Gotta Lotta Move’ está marcado por aquel punk que incendió su alma allá por la adolescencia. En este contexto no desentonaba su homenaje a Spencer P. Jones con esa macarra al extremo “What Is Life In Jail”. Un trallazo para levantarse de inmediato del sitio, si es que por allí había algún aparvado. 

De vez en cuando se sumergieron en profundidades psicodélicas, pero aquello no era el denominador común de la velada, sino las guitarras sucias casi chirriantes y esa energía inherente a MC5, The Hellacopters o The Stooges, cuya influencia todavía se siente en miles de bandas actuales. Saquearon el arsenal de The Sonics en “Tar On The Lip” y las señas de identidad volvieron a refulgir como nunca con el protopunk salvaje de “If You Dare”.


Daban ganas de arrastrarse por el suelo y emular a una iguana en “Ambition” y reincidieron en la caña punkarra en “Lies Start Here”, más gasolina para insuflar actitud adrenalínica y mantener ese colocón guitarrero del que no daban ganas de apearse. Para los bises cambiaron por completo de tónica con un blues andrajoso que exhalaba electricidad por doquier y cierto rollo hendrixiano con el batería desbocado mientras sus compis se regodeaban a los punteos. Cualquiera se iba ahora a ver a una vetusta leyenda del rock.

Fue un bolo corto, pero tremendamente hipnótico, con unas seis cuerdas que, a pesar de que suene a tópico, despedían fuego y evocaban el glorioso ambiente de garitos de madrugada. Detroit es algo más que una ciudad del estado norteamericano de Michigan, es una actitud explosiva e incendiaria que en ocasiones se puede sentir al otro lado del Atlántico y puede habitar cada rincón. He aquí una de sus almas descarriadas.

TEXTO: ALFREDO VILLAESCUSA
FOTOS MARINA ROUAN  


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