martes, 13 de marzo de 2018

RADIOCRIMEN: SOMOS TODOS TERRORISTAS



Ipar Haizea, Bilbao

Quién nos iba a decir hace unos años que sufriríamos una involución democrática de tales proporciones que veríamos desfilar por tribunales a raperos, titiriteros y hasta simples usuarios de redes sociales cuyo mayor delito ha consistido en expresar una simple opinión política. Un retroceso que no debería sorprender en un país que en esencia nunca dejó de ser franquista, con una justicia tuerta del ojo derecho a la que no le molestan las calles dedicadas a dictadores y asesinos ni tampoco las apologías a los mismos. Un panorama tenebroso en el que está prohibido hacer chistes sobre Carrero Blanco, algo que ya hacían Tip y Coll en épocas de mayor libertad, mientras que no existe problema alguno en alegrarse por la muerte por cáncer de Bimba Bosé. Ha quedado un Medievo precioso, que diría aquel.

Una de las principales causas de tal retroceso habría que buscarlo en la llamada Ley Mordaza, que cercena de un plumazo derechos fundamentales y deja al ciudadano totalmente indefenso ante atropellos policiales al permitir a los cuerpos de seguridad actuar incluso aunque no se cometa ningún delito. Los bilbaínos Radiocrimen ya han sido víctimas de esta medida dictatorial cuando se les acusó de “falta de respeto a la Policía” tras un recital en frente de la cárcel de Basauri en un acto autorizado para reclamar la liberación de un preso gravemente enfermo. Todo ello sin que por ahí se acercara funcionario alguno para comunicar la sanción. 


Y la suerte del tuerto parece que les volvió a perseguir en Ipar Haizea en la grabación de su CD/DVD en directo, aparte de la presentación del proyecto Radio X, conformado por la propia banda y Placi de Segismundo Toxicómano. Alrededor de 30 o 40 antidisturbios irrumpieron en el local vinculado a Herri Norte con la única intención de “controlar el aforo” y comprobar si se poseían los permisos permitentes, según explicó un portavoz de las autoridades. Un despliegue desproporcionado ejecutado un par de días después de que un ertzaina muriera de un paro cardíaco a consecuencia de la tensión derivada de los enfrentamientos entre ultras rusos e hinchas locales en el partido del Athletic contra el Spartak de Moscú.

Así que como si aquello fuera una reunión de delincuentes, los antidisturbios rodearon a los asistentes en un círculo y les mantuvieron inmovilizados cerca de una hora en una estampa que difícilmente sería aceptable en cualquier sociedad democrática. Como el mismo grupo dijo en su comunicado al respecto, habría que ver lo que hubiera sucedido si en esos momentos alguna persona hubiera sufrido un ataque al corazón. Por fortuna, ante la actitud amenazante de los agentes, el personal respondió colaborando y siguiendo las indicaciones, por lo que las autoridades se vieron obligadas a abandonar el recinto, no sin antes amagar con volver a entrar cuando se produjeron aplausos a su salida.

Sonreíd, que eso les jode.
 Con el compromiso de terminar el bolo antes de las 12, Radiocrimen se apresuraron a soltar toda la rabia que llevaban dentro con un repertorio frenético en el que sobraban las palabras y se encadenaban himnos como “Terror”, “Buko” o “Cadenas rotas” en una especie de flujo incesante que ya no se rompería bajo ninguna circunstancia. Era la primera vez que acudíamos a este local y no estamos seguros de si se habrán celebrado muchos eventos de este tipo por allí, pero lo cierto es que el sonido sorprendió a muchos por su potencia y nitidez, a la altura de cualquier sala “oficial” o incluso mejor. Gloria eterna a los técnicos y a todos los que se lo curraron en este sentido.

Estar en un garito así reproducía la sensación de haber viajado en el tiempo hasta algún gaztetxe de los ochenta, unos minutos antes ya se habían encargado las autoridades de retrotraernos hasta los años 50 o 60. El voceras Txarly se comportó con su descomunal competencia habitual en las distancias cortas y otorgó la dignidad requerida de las grandes ocasiones haciendo equilibrios, simulando ahorcarse o incluso momentos divertidos cuando se le cayó una foto de un preso y trató de colocarla mientras cantaba antes de ceder a un fan tan dificultosa labor.


“Solo mata el amor”, recordó el carismático vocalista antes de enfilar su ya clásico “Amar mata”, con la peña desatada por completo, y mantuvieron el tirón en el punto álgido con “Delfín Negro” o “13 Kalaveras”. Hubo mención expresa para los “hijos de perra” que se encontraban por las inmediaciones, es decir, los miembros del grupo Rat-Zinger, unos de sus hermanos espirituales que no se podían perder esta cita que ya se podría calificar de histórica por lo que rodeó a la celebración del evento.

“Lagrimas de carretera” sigue siendo de los mayores pepinazos de su catálogo y “Tiempos salvajes” resultó muy acertada en el contexto político represivo actual mientras Txarly se enroscaba el micro al cuello. “Vomitaré” sirvió asimismo para derrochar bilis y en “El Solitario” recordaron al antiguo integrante Javi Puñales, también presente por el recinto.

Placi en pleno delirio con un amigo de la banda.
Por el toque de queda impuesto por las autoridades, hubo que exprimir los minutos al máximo y probablemente debido a eso la puesta de largo del proyecto Radio X se circunscribió a unos pocos temas. Y qué mejor manera que iniciar esta parte del recital con “Terroristas”, no sin que antes Placi de Segismundo Toxicómano agradeciera con cierta ironía “a los del casco rojo por su olfato carroñero, la verdad es que han acertado, somos todos terroristas”. Y sin perder el poso festivo y combativo el dúo de vocalistas reveló su sintonía total y se encaramó a lo más alto con “En la brecha” con los ánimos exaltados de la congregación.

Somos el gen rojo y eso les jode” gritó Txarly previamente a arrancarse con la pieza épica homónima “Gen rojo”, donde el entusiasmo en las primeras filas llegó a tal punto que hasta Placi se lanzó a las masas. Ondearon la bandera comunera en “Pala y bolsa” y en “Extermínate” se desató un auténtico pogo de los de verdad, no como los de los conciertos pijos. “Solo hay una forma de combatirlos, la lucha antifascista siempre”, recordaron para finiquitar quizás la mejor parte del bolo. Ojalá se vuelva a repetir.

Pero aquello ni de lejos se había terminado, volvieron al repertorio de Radiocrimen con “Alcohol barato”, que desencadenó un jolgorio tremendo con katxis volando. “Contenedores” sonó tan incisiva como siempre con Luis Punk a la voz y “Mundo basura” se erigió en todo un emblema de la resistencia, de los que no quieren mezclarse con el aborregamiento general. Su contundente revisión del “Ahógate en el W.C.” de La Broma de SSatan atronó y dejó el pabellón lo suficientemente alto para despedirse “por imperativo legal”.

Txarly y Podri, mano a mano.
Por suerte hubo margen para bises y no tardaron en regresar con el himno “Los chicos ya no quieren llorar” antes de contar en “Todo el que manda” con “la rata más vizcaína”, el vocalista Podri de Rat-Zinger. Y “En las cloacas” adquirió tintes de celebración total con varios invitados de nuevo en el escenario como Placi o Javi Puñales mientras un amigo de la banda enarbolada una bandera de Iñigo Cabacas y luego se llevaban en volandas al bajista Gato o al propio Txarly, que rubricó una noche histórica con las siguientes palabras: “Nos haréis más pobres, pero no más libres”. Que cada cual saque sus conclusiones.

La prensa generalista calificaba al día siguiente lo sucedido en Ipar Haizea como “un acto ilícito”, curiosa manera de definir un concierto que no pretendía alegrarse por la muerte de nadie ni reivindicar nada que no fuera la música en sí misma o reivindicaciones razonables que figurarían en cualquier declaración de derechos humanos. Muy preocupante que en la actualidad todos podamos ser terroristas y se nos trate como tales con ridículos operativos para lavar la imagen de una nefasta gestión de cara a la opinión pública. Menos mal que algunos contrastamos fuentes.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA



   

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