Sala We Rock, Madrid
Hay muchas maneras de desafiar el orden establecido más allá
de acciones estériles como quemar un banco o cualquier utensilio de mobiliario
urbano. Dejar de salir de noche o renunciar a las redes sociales supone hoy en
día un auténtico revulsivo que convulsiona a los bienpensantes y atrae la
atención en miles de kilómetros a la redonda. Prender fuego a esa constante
necesidad de resultar simpático y agradable que convierte a las citas o eventos
en meras obras de teatro en las que cada cual interpreta su papel sin salirse
del guión.
Pero quedan todavía cruzados de la contemporaneidad que se
juegan los cuartos literalmente por ofrecer una propuesta cultural de calidad,
es una cuestión de principios al margen de cualquier rédito económico, pese a
que las ganancias espirituales sean inmensas. Ese es el caso del SGM Fest, que
desde hace unos añitos lleva poniendo el broche de oro a los actos de la Semana
Gótica de Madrid, todo un acontecimiento único en la capital que aúna
literatura, música, moda, teatro, ciencia y hasta un congreso académico con la
búsqueda de luz en la oscuridad como leitmotiv.
Switchblade Switch, de Grooving In Green. |
Tal vez tuviera que ver con el hecho de que ese mismo día
coincidieran bolos importantes como el de Peter Hook recreando clásicos
impepinables de Joy Division y New Order, pero lo cierto es que menos de un
centenar de personas secundaron una propuesta original que bebe directa del
puro underground y no de efímeras
modas del momento. Debería haber sido peregrinación obligatoria para aquellos
interesados en conocer la esencia del rollo gótico al margen de vampiros y
demás postureos.
Ya habíamos catado en su pasada gira peninsular a los
australianos Ascetic, y aunque al
final del bolo muchos se quejaron de su sonido embarullado escuela Swans, nos
dejaron tan gratas sensaciones como la primera vez que les vimos. Es evidente
que chaladuras similares a las de Michael Gira no son ni por asomo para todos
los públicos, pero un servidor disfrutó de veras del ruido blanco, los intencionados
acoples, los ritmos desconcertantes a lo PIL o ese bajo retumbante deudor de
Joy Division. Sigue siendo todo un gustazo escuchar en las distancias cortas su
himno que bordea el spoken word “I
Burn”. Ganas de arder de nuevo.
Ascetic, incomprendidos por su sonido. |
Hay algunas bebidas que destacan por encima de marcas
blancas y demás por su inequívoco sabor peculiar, algo parecido pasaría con el
gothic rock de las Islas Británicas de Grooving
In Green, que aparte de legar el mejor recital de la noche, contaron a las
baquetas con el ilustre hombre orquesta Simon Rippin, con una dilatada
trayectoria en combos indispensables del rollo como la encarnación industrial
Nefilim o The Eden House. Una lástima que por problemas familiares no pudiera
unirse a la fiesta Stephen Carey, otro histórico vinculado a This Burning
Effigy o NFD.
Con semejantes mimbres, acompañados además de la guapísima
bajista Switchblade Switch y un voceras calcado al pequeño Nicolás que se hace
llamar General Megatron Bison, marcaron de un plumazo las coordenadas con “Strangehold”,
tratado indispensable de ortodoxia goth rockera. Derrochaban tanta clase como
The Mission y los visitantes griegos del respetable gritaban presa de la
emoción “¡Only true goth!”. Si en
estudio tal vez pasan más desapercibidos, en directo se crecen y se subraya la
vertiente eléctrica. Apoteósico el final con Tron lanzando el micro al suelo
mientras se aceleraban los riffs. Algo único.
Grooving In Green, de los triunfadores del festival. |
Lo cierto es que todavía no hemos acabado de pillar el punto
a los italianos Christine Plays Viola,
pese a que gocen de un amplio reconocimiento dentro del mundillo. Pero disponen
a las tablas de un activo importante encarnado en la figura de su coloso
cantante Massimo Ciampani, inmenso en su sobriedad y otorgando la dignidad
requerida a piezas del calibre de “Slaughter Of The Sun” o las ambas partes de
“The Stars Can’t Frighten”, que abordan el recurrente tema del amor desde el
enamoramiento inicial hasta la inevitable ruptura y posteriores remordimientos.
Sonaron muy compactos y aunaron en un solo bolo los
elementos indispensables en el gothic rock, esto es, guitarras potentes y
atmósferas evocadoras, aparte de una batería incisiva que a veces se tornaba
tribal. Con directos de semejante categoría su trayectoria únicamente puede ser
ascendente.
Christine Plays Viola. |
Otros con los que repetíamos eran los italianos Horror Vacui, la cota siniestra de la
jornada y que volvieron a epatar con su rollo auténtico hasta la médula.
Parecen sacados de una casa okupa y su actitud nihilista de escupir al suelo y
demás se antoja en el foro tan rara como un perro verde, donde los punkis deben
ser una especie en extinción, puesto que jamás vimos ninguno en conciertos o
andando por la calle.
Representantes del ala ortodoxa a lo Lords Of The New Church,
da igual que vayan a piñón fijo, basta escuchar “The Fall Of The Empire” o “In
Darkness You Will Feel Alright” para darse cuenta de que estamos ante una
reliquia procedente de otra época, como si les hubieran metido en una urna
inmunes al efecto del tiempo desde finales de los setenta. Letras sobre chutes
en vena, botas militares, crestas, chupas de cuero y una actitud incendiaria
que relega a otras propuestas a meros juegos florales. Si hubieran tocado en
Bilbao, habrían congregado a buen seguro a una punkarrada impresionante.
Horror Vacui. |
VODEVIL Y POSO
OCULTISTA
Con el doble o triple de asistentes que en la jornada
anterior, aunque sin que aquello llegara tampoco a ninguna cifra para tirar
cohetes, los jovenzuelos Ash Code nos
engatusaron de primeras con sus temas hipnóticos tipo “Oblivion” o “Crucified” a caballo entre el post punk, la electrónica
minimalista y un leve deje cold wave franchute, en resumidas cuentas, lo que se
lleva ahora en el rollo oscuro más allá de los Pirineos.
Fundieron tradición y modernidad al acordarse a su manera
del “I Can’t Escape Myself” de los pioneros The Sound y cuando el voceras se
puso capucha podríamos habernos teletransportado a un bolo de Crystal Castles.
Muy prometedores, otro de esos grupos talentosos que si se acercan por estos
lares es ya para darse con un canto en los dientes.
Los jovenzuelos Ash Code. |
Y no digamos tener la oportunidad de degustar a los
portugueses NU:N, una de las
aportaciones más interesantes del gothic rock en los últimos años. Pese a que
en un primer momento asustaron por un exceso de pregrabados que llegó a
recordar a Pretentious Moi?, su carismático vocalista con pinta de Robert Smith
enseguida conectó con los asistentes al entonar como un profeta y elevar la voz
con la dignidad de un Andrew Eldritch o Carl McCoy.
Había materia prima de sobra para sacar jugo, caso de “In
April of 1984” o “Under Your Stars Above”, piezas de esas que provocan
verdaderas convulsiones por dentro, aparte del hecho de que fueron quizás los
que mejor conectaron con la peña de todo el festival, pues a los pocos minutos
de salir a escena ya se empezaron a escuchar palmas. Las bases pregrabadas
lastraban algo de espontaneidad a su concurso y probablemente con un batería
humano habrían ganado enteros, pero la arrolladora personalidad de su cantante
compensaba esas pequeñas deficiencias, que tampoco se notaban mucho, si nos
poníamos exquisitos.
NU:N, lo mejor del segundo día. |
La guinda a un recital de bandera llegó con una insólita
versión del “Revenge” de Ministry, temazo de la primeriza y repudiada época
synth pop de Al Jourgensen y compañía, al que otorgaron mayor contundencia y
ampulosidad. Por momentos así ya merecía la pena esta peregrinación anual que
debería ser tan reconocida allende nuestras fronteras como el Camino de
Santiago.
A los alemanes Aeon
Sable por actitud los vincularíamos más con el gothic doom de My Dying
Bride o Draconian que con el gothic rock ortodoxo, por mucho poso ocultista con
el que adornen su propuesta. Otro de esas bandas que en estudio tampoco nos
quitaron nunca el sueño, pero que a pocos metros consiguen un curioso efecto
con sus atmósferas recargadas y el aire mesiánico de su voceras Nino Sable,
aunque sus movimientos con las manos podrían llegar a resultar irritantes.
Los ocultistas Aeon Sable. |
Eran danzas para bailar puesto de peyote, por lo que había
que pillarlos con ganas, lo cual tampoco se antojaba demasiado complicado con
su relativo hit “Dancefloor
Satellite”. Otra predisposición mental exigía ya “Secret Flower”, con su aire
reposado y astral a lo Garden Of Delight, si uno tenía el día místico no
tardaba demasiado en sumergirse en su ceremonial.
El peculiar vodevil de Frank
The Baptist goza de una amplia devoción dentro del movimiento gótico,
aunque lo suyo está más cercano al rock alternativo a lo Poets Of The Fall que
a otra cosa. Han editado este año un reseñable álbum titulado ‘As The Camp
Burns’, del que acusaron recibo en su actuación del SGM Fest con “Diogenese
Travels” o “Ashes Ashes”.
El vodevil de Frank The Baptist. |
Y hay que reconocer que este tipo vinculado a otras
historias como Dirty Weather Project o Telegram Frank tenía cierto carisma con
su sempiterno sombrero de copa. Este afincado en Berlín se ha rodeado además de
una banda que va en la línea de su arrolladora personalidad, caso de ese
guitarra andrógino que parecía sacado de London After Midnight o un elegante
bajista con camisa blanca y chaleco al que le faltaba un monóculo para
completar el toque de distinción.
Los fieles debieron disfrutar de lo lindo, aunque
personalmente no nos entusiasmara en exceso su dramatismo y rollo circense.
Destacaríamos empero como lo mejor del recital “Falling Stars” y “Forever Yes”,
de su insigne material reciente. Eso sí, imperdonable a todas luces que no
tocaran su clásico “Scars Forever”. Una herida sangrante.
Y así se daba por finalizado este oasis cultural que
merecería perpetuarse en el tiempo al margen de los grupillos o corrientes que
estén de moda en el momento. Esto es en realidad lo verdadero antisistema, ir
contracorriente y ni siquiera girarse a dar la vuelta, un sonoro puñetazo en la
mesa que sacuda conciencias. El espíritu de una comuna.
TEXTO Y FOTOS:
ALFREDO VILLAESCUSA
Am glad you liked Grooving In Green however would like to ask you why no mention of the guitarist Pete Finnemore. What I find most offensive is the fact you make a special mention to someone not there, yet someone who came over no mention at all. And there is no excuse as I am in one of the pictures.
ResponderEliminarYours
Pete Finnemore (Grooving In Green guitarist and founder member)
Hi Pete!
ResponderEliminarI'm sorry if you found offensive not to mention everyone in the band, but I didn't want to extend too much upon every member of every band, that's why I only mentioned some of them, not only in Grooving In Green, but in other bands as well. However, I appreciate your reasonable remark.
Thanks.
Alfredo
Thank you for the response, but what you need to remember is I wrote all the tunes and set up the band. Until new stuff is written we are still playing tunes written 3 - 5 years ago. They have been re worked but are essentially the same songs. I think making mention of someone who was not there is the issue. Why mention that as had nothing to do with the performance on the stage. If as you say you chose to mention some members not all.
ResponderEliminarI do not have an ego and I don't care about personal praise, but I have been in this band since 2008 longer than Tron even. The hard work and personal finance I have put in to the band has been immense. It feels like a real kick in the teeth.
The thing is when the music is guitar based not to acknowledge the guitars is somewhat bizarre.
Pete