jueves, 10 de octubre de 2019

ANARI & THALIA ZEDEK: SIMBIOSIS TOTAL


Kafe Antzokia, Bilbao

Lo de las colaboraciones entre músicos en ocasiones es un poco complicado. No siempre salen las cosas como uno espera. La lucha de egos puede echar al traste cualquier ansiada unión. O simplemente no se conecta, al igual que sucede en la vida real cuando dos desconocidos se encuentran. Otras veces surge la magia casi desde el primer minuto y aquello adquiere proporciones de milagro bíblico. Una gesta conseguida sin demasiado esfuerzo y que certifica que con voluntad por ambas partes los consensos son posibles. Y hasta deseables, que se lo digan a la clase política.

La inefable conexión entre la cantautora vasca Anari y la estadounidense Thalia Zedek bien valdría para montar una coalición bastante más sólida que otras que se ven por ahí. Y es que algo divino debió suceder en aquel concierto a comienzos de año en Gernika en el que compartieron cartel y que desembocó en una gira conjunta por tierras vascas de cuatro fechas. Una velada especial en la que se harían acompañar por la solvente banda de la guipuzcoana en la que destaca el guitarrista Ander Mujika, ex miembro de Napoka Iria y colaborador habitual de Jabier Muguruza.


Dado el conocido tirón de la azkoitarra en la emblemática plaza del Kafe Antzokia bilbaíno, era esperable que agotara entradas en el piso superior de Kutxa Beltza. Y más si añadimos el carácter especial de la cita con esa colaboración junto a Thalia Zedek que quizás no se vuelva a repetir en un tiempo considerable. Peña muy fan se podía ver por ahí, algunos incluso ni siquiera dejaban hacer fotos y hasta pedían que uno se agachara como si aquello fuera una ópera en La Scala de Milán por lo menos.

Con los ánimos caldeados pero contenidos, Anari & Thalia Zedek iniciaron tan magna noche con la norteamericana tomando la voz cantante en primer lugar en “Temporary Guest”, una pieza íntima y desgarradora que tampoco se diferencia demasiado del repertorio de Anari y hasta podría colar por un tema suyo. “Go Home” comparte el tono reposado anterior y sirve para ir metiendo al personal en materia, a la par que nos descubre a muchos el inmenso talento compositivo de la ex integrante de Come, Uzi y otros combos noventeros.


Pilla el testigo su compi a las tablas con “Txori Beltza” y “Zubiak”, cortes crepusculares para ir acercándonos hasta el fondo del abismo antes de un “Aingura Hegodunak” para regodearse asimismo en la miseria. Y desde luego la estadounidense no nos produce tampoco ganas de saltar con “Ladder”, con su foráneo poso doliente. Menos mal que “Bus Stop” sube ligeramente la apuesta en cuestión de electricidad e intensidad y no sería raro rememorar la fuerza poética de Patti Smith, me atrevería incluso a asegurar que uno de los nexos musicales entre ambas cantautoras se encuentra ahí.

Uno de los momentos álgidos de la velada estuvo sin duda cuando Anari se arrancó con la desgarradora “Orfidentalak”, imprescindible en sus directos y que toca la fibra sensible de cualquier ser con un mínimo criterio, no era extraño divisar entre el respetable a alguno llevándose las manos a la cabeza de pura emoción. Y “Harriak” no desmerece en absoluto a la hora de mantener la emoción contenida.


Regresamos con Thalia de la mano de “Afloat”, una pieza en la que destaca su dominio de las seis cuerdas, no en vano Anari la presentó como “una guitarrista de calidad”. Y “Bend Again” reincide en ese poso melancólico que también es seña de identidad de las dos compositoras antes de un “Fightning Season” con ecos tan alternativos que podría recordar a los inicios de PJ Harvey. El respetable desde luego lo acogió como si lo hubieran estado escuchando toda la vida.

Con los sentimientos de la muchedumbre a flor de piel, era cuestión de tiempo desbordarlos con “Epilogoa” y “Gu”, muy celebradas por los fieles. Hubo incluso espacio para que cada una de las cantautoras se explayara en los bises y en el caso de Thalia comprobamos que sus habilidades a la guitarra sobresalían mucho más que su voz, a pesar de que tampoco lo haga mal en lo que respecta a las cuerdas vocales. 


Y después de que Anari disfrutara de su espacio se fundieron en un final eléctrico que cosechó una buena salva de aplausos. Una de cal y otra de arena. La vasca se decantó por la delicada “Oreinak” mientras que la estadounidense hizo lo propio con “What I Wanted”, una excusa más para resaltar la tremenda compenetración entre ambas a los coros. No es de extrañar que se dieran un abrazo al terminar.

Pues lo cierto es que el recital ofició mucho más eléctrico de lo que esperábamos y no se tornó pesado en ningún momento, se hizo hasta corto, y eso que tocarían cerca de las dos horas. Como señoras. Y exhibiendo además una simbiosis total como pocas veces hemos visto. Que repitan esta aventura cuando quieran. Muy recomendables. Tanto juntas como por separado.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA



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