Sala Shake, Bilbao
De un tiempo a esta parte tenemos tantos eventos en la
capital vizcaína que requiere encaje de
bolillos organizarse para no perderse ninguna cita fundamental. Es tal la
saturación que ya cada vez resulta más frecuente toparse con uno de esos días
en los que hay repartidos cuatro o cinco bolos por el territorio y casi se
podría montar hasta un festival si se aunaran esfuerzos. Y que así siga por
mucho tiempo, lejos quedó aquella época antediluviana en la que era necesario
recorrerse más de cien kilómetros para contemplar a estrellas de cierta
enjundia.
Una jornada complicada había elegido el supergrupo Bullet
Proof Lovers para batirse el cobre en los escenarios, el terreno que mejor
dominan y en el que se revela toda la experiencia que atesoran Kurt Baker y
compañía. Creo que este año ya habíamos repetido unas cuantas veces, pero da
igual, sus recitales son otra de esas garantías absolutas en la vida de que uno
saldrá más que satisfecho y con los ánimos por las nubes.
Apurando los minutos nos plantamos en el Shake, que tampoco
presentaba ingentes multitudes para recibir a los teloneros, The Grace of Dionysus, unos
guipuzcoanos que le daban al hard rock de efluvios setenteros, un rollo un
tanto alejado del de los protagonistas de la velada, pero que se disfrutó
igualmente. Al margen de gustos o fobias particulares, era evidente que estos
tipos de Zumaia estaban muy rodados en las distancias cortas y su pericia
instrumental era encomiable. Recordaron a The Spencer Davis Group en sus piezas
más bailongas, e incluso no faltaron referencias al “Rock N’ Roll Nigger” de
Patti Smith. Todo un batiburrillo de influencias de fácil digestión.
The Grace of Dionysus y sus efluvios setenteros |
En una especie de limbo se encuentran en estos momentos Bullet Proof Lovers, con su último
álbum en estudio ‘Shot Through The Heart’ ya en el recuerdo y a la espera de
que nos deleiten con nuevo material en breve. Un territorio entre dos orillas
en el que se pueden esbozar pasos futuros en una dirección determinada y así
atisbar algo de luz en el camino.
Con esa situación en mente, irrumpieron con la novedad
“Razor Sharp” antes de que la cosa comenzara a tomar vuelo con “It’ll Be
Allright” y “Ain’t No Joke”, dos trallazos capaces de levantar a un muerto. El
voceras Kurt salió con sus descomunales ganas de siempre y no menos entusiasmo
mostraba el guitarrista Juan levantando el mástil como los Hellacopters o
arrancándose desbocado en los solos. El que permanezca impávido ante semejante
derroche de energía, mejor que se lo haga mirar.
“Can’t Let Go” fue casi un visto y no visto por su acelerado
ritmo y no dudaron en anunciar que en diciembre tendrían nuevo disco, por lo
que tocaba anticipar algún adelanto más. Y eso hicieron para certificar que eso
de los experimentos no va con ellos, pues siguen reincidiendo en esos coros
deudores de Kiss y punteos a lo Hellacopters marca de la casa. A mamarla la
evolución y demás mandangas.
Y en cualquier bolo suyo se torna obligatorio que suene
“Breaking Down”, una joya redonda de power pop que podría hasta convertirse en
todo un clásico del género. No nos hubiéramos perdonado marchar de allí sin que
cayera ese pedazo himno que todavía pone la piel de gallina cada vez que se
escucha en directo, si de verdad poseen algún tema que defina de un plumazo su
rollo, este podría ser uno de ellos.
Y sin pausas ni mierdas enlazaron con “Take It Or Leave It”,
otro de los cortes más destacados de ‘Shot Through The Heart’, con influencia
más que evidente en los coros de Paul Stanley y compañía. Otra pieza que nos
podríamos tirar horas escuchando en bucle. Se continuó recurriendo a algún otro
avance para subrayar el carácter especial de la velada y allí nos hubiéramos
quedado hasta el final de no ser porque debíamos acudir a otro bolo a escasos
metros. La obligación apremiaba.
Con un grupo que siempre se deja la piel en los escenarios,
no importa repetir las veces que haga falta, e incluso podría prescribirse
verles por lo menos una vez al año para mantener los principios rockeros en sus
niveles adecuados. Que no se suba el azúcar y que las agallas se mantengan. Hay
que cuidarse. Puro alimento para el espíritu.
TEXTO Y FOTOS:
ALFREDO VILLAESCUSA
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