Kafe Antzokia, Bilbao
Nos avasallan con tantos mensajes a diario por diferentes
medios de comunicación y redes sociales que cuando algo se sale de la norma
imperante, es inevitable darse la vuelta, pararse un segundo a pensar y
exclamar: “¿En serio?”. Ya se sabe
que el fin último de la dictadura de lo políticamente correcto en la cual
vivimos es que en materia de pensamiento todos nos convirtamos en meras ovejas
que nunca abandonan el rebaño y solo hablan de los temas que está permitido
hacerlo, no sea que alguien se ofenda. La gente tiene la piel muy fina en el
siglo XXI.
Pero si hay un grupo al que los convencionalismos sociales
se la traen al pairo, esos son los madrileños Los Punsetes, que abogan por
mandar a paseo a los amigos, no se callan su opinión de mierda, por muy
irrelevante que sea, y ni siquiera se guardan lo que piensan de tu puto grupo.
Son un dechado de virtudes antisistema que abrazan la misantropía y cuyas
letras deben sentar como un puñetazo en partes pudendas a los fans de Paulo
Coelho, las tazas de Mr. Wonderful y demás buenrollistas de infantería. Ideas
nocivas que se propagan con demasiada alegría y cero atisbo de crítica. Los
aguafiestas, al gulag.
Después de verles en un BBK Live nos causaron tan grata
impresión que había ganas de repetir, en sala a ser posible. Y desde luego que
mereció la pena, pues superaron su bolo festivalero y nos dejaron con voluntad
de reincidir mañana mismo si hace falta. Eso sí, pensamos que andaría a
reventar de peña, pero la cosa tampoco fue para tanto, pese a lograr una
afluencia más que notable. Ni siquiera unos hombres gallina quisieron perderse
semejante jolgorio.
Calentaron la velada los guipuzcoanos Olimpia, un combo muy curioso que le daban al pop o new wave de
inspiración ochentera y estaban capitaneados por una hembra descarada con un
punto canalla, condiciones indispensables para subirse a las tablas. Por su
tono desenfadado, e incluso un poquito ñoño, a veces recordaban a Aerolíneas
Federales y hasta admitieron que su actitud en realidad era “punk”. La magnética vocalista quizás se
pasara de frenada en algún momento al meterse demasiado en su papel y cuando le
vimos abajo del escenario sin peluca, casi irreconocible, es probable que
muriera algún gatito. Pero que viva el glamour, cortes como “Ángeles caídos” merecen
sin ninguna duda mucha atención.
La vocalista de Olimpia junto a uno de los hombres gallina. |
Si la música deprimente puede servir a algunos de verdadera
tabla de salvación, Los Punsetes deberían
convertirse en la BSO indispensable para nihilistas, misántropos, parias
sociales y admiradores de Cioran. Pocas cosas se pueden ver hoy en día más
rompedoras que una pava que se planta en el micro cual esfinge y no mueve ni un
músculo de la cara ni del cuerpo mientras recita letras como un papagayo. Como
si fuera una bailarina de esas que aparecen al abrir una caja mientras suena
una melodía. O un payaso con muelle incorporado.
Con la vocalista Ariadna vestida de negro en plan
victoriana, abordaron sin tapujos las costumbres de las ratas de dos patas en
“Dinero 2” y “Seres humanos” antes de adentrarse en los comportamientos típicos
de redes sociales en “Vas hablando mal de mí”, ya se sabe que soltar mierda
sobre el prójimo es uno de los grandes deportes nacionales. Nunca destacaremos
por las notas elevadas en el informe PISA, pero en cuanto a lucha cainita y desear
lo peor a los semejantes sabemos un rato.
Desenterraron el post punk envuelto en ruido shoegaze en
“Mabuse”, de las piezas más inspiradas de su álbum ‘¡Viva!’, y subieron un
peldaño más en la escala del odio a la humanidad con la gloriosa “Alférez
provisional”. Esto sí que era un bolo con actitud, ni palmas, ni oe oe oe, ni
demás garruladas. El excesivo hieratismo de Ariadna puede que exaspere a
algunos, a nosotros nos parece que irradia un carisma y un magnetismo tremendo,
sobre todo cuando entre canción y canción hace como amago de sonreír. O tal vez
esto último fuera producto de una alucinación nuestra, igual que cuando piensas
que el personaje de un cuadro te sigue con la mirada.
“Idiota” se antoja otro fresco de miseria social que se
cantó de principio a fin y “Dos policías” podría ser hasta de Los Nikis, otros
cachondos cuyo mensaje siempre fue malinterpretado y hasta se los intentaron
apropiar los zánganos patrióticos. A este respecto, mencionar que uno de los integrantes
llevaba una pulserita con la bandera de España mientras que otro lucía otra de
la enseña arcoíris. Que no falte nunca la provocación, antídoto fundamental
contra ofendiditos y soplapollas varios.
Y “¡Viva!” es uno de sus himnos recientes que no puede
faltar en las distancias cortas. Muy compensado resultó el repertorio, no nos
aburrimos ni un instante, y además muchas composiciones ganaban mayor ruido
shoegaze respecto a la versión en estudio. No olvidaron siquiera su faceta más
experimental, como esa que demuestran en los casi ocho minutazos de “Estrella
distante” y que en directo se tornó una auténtica maravilla gracias a la
inmensa interpretación de Ariadna y un juego de luces parpadeantes que asemejaba
a la sin par frontwoman todavía más a
una muñeca de porcelana.
El comportamiento que se describe en “Opinión de mierda”
está tan extendido que tal vez hubiera que plantearse sustituir banderas por
cosas que unan de verdad, por ejemplo, este tema. Y “Arsenal de excusas” ofrece
tal disección de cierto comportamiento femenino que hasta debería asustar a las
que pretenden cortar a todas las mujeres bajo el mismo patrón y que no admiten
ni la más leve crítica a su ideario totalitario. Cuidado, musicólogas al
acecho.
No nos podemos olvidar tampoco de los brasas del like en “Tu puto grupo”, otro fiel
retrato del comportamiento humano en redes sociales, aquí hay más costumbrismo
que en un artículo de Estébanez Calderón. “Me gusta que me pegues” podría
enervar a los ortodoxos que no admiten coñas en asuntos graves, al igual que
“Maricas”, un término ya proscrito en Facebook y que algún gurú de la
modernidad nos recomendaría sustituir por un eufemismo ridículo del tipo de “persona con una sexualidad alternativa”.
A un servidor siempre le dijeron que alternativos eran Nirvana o Pearl Jam,
pero bueno.
La traca final no defraudó tampoco con “Una persona
sospechosa” y ese inevitable “Tus amigos” que desató saltos del copón entre la
muchedumbre. Justo después de esa pieza, se obró el milagro, Ariadna se movió
para despedirse y decir “Muchas gracias,
buenas noches” como una señora de las de antes. No desentonaba en este
aspecto su estampa de institutriz a lo Jane Eyre.
Saturados entre tanto mensaje positivista y de falsa bondad,
se agradece como un soplo de aire fresco un grupo que se atreva a decir las
cosas a la cara bien alto, sin tapujos y sin temor a represalias, que gente con
ganas de pillar el látigo para fustigar al disidente hay a porrillo. Así que
nada, juntémonos, hermanos, extendamos los brazos y gritemos todos: “¡Que viva el odio a la humanidad!”.
TEXTO Y FOTOS:
ALFREDO VILLAESCUSA
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