Kafe Antzokia, Bilbao
Alcanzar ciertas marcas en algunos casos es una proeza más
que encomiable. Sobre todo si una banda lleva tal ritmo frenético que el tiempo
trascurrido podría valer el doble o el triple de lo normal, igual que eso que
dicen de que un año en un perro equivale a unos siete en la vida de un humano.
Ya se sabe que cuando todo se vaya a tomar por saco por hecatombe nuclear
solamente sobrevivirán las ratas y demás organismos acostumbrados a la vida en
circunstancias extremas. Los comodones morirán pegados en su sofá.
Los bilbaínos Rat-Zinger
han llegado a la década de existencia sin síntoma de fatiga o agotamiento,
ya sea en las distancias cortas o en estudio, con un largo llamado ‘Santa
Calavera’ que podría encuadrarse entre lo mejor de su trayectoria. Pero también
es muy necesario tomar aire para valorar las cosas con la perspectiva adecuada,
de eso va precisamente la segunda parte de su recopilatorio ‘No habrá piedad
para nadie’ editado recientemente. Un rápido vistazo a los logros conseguidos
por estos adoradores de los hijos de perra.
Nada mejor que celebrar un décimo aniversario en casa, en
pleno Kafe Antzokia bilbaíno, y ahí grabar algo que inmortalice la cita para
toda la eternidad. Como era de esperar, la peña respondió a machete abarrotando
el recinto y hasta poniendo a prueba la capacidad de resistencia de esas
míticas escaleras que separan civilización de barbarie. A los fotógrafos que
aguantaron en esas duras circunstancias deberían convalidarles una estancia en
Irak o Afganistán.
Que un grupo sigue en progresión ascendente, lejos de ser un
tópico manido por aspirantes a plumillas, hay veces en que se torna una verdad
como un templo. Eso mismo uno puede pensar al ver a los locales Shöck y a su espectacular frontwoman
Micky, con un dominio absoluto del lenguaje de las tablas avalado por una
amplia trayectoria que inició allá a mediados de los noventa. Y la solidez
de estos muchachos viene además acompañada por temazos del calibre de “No hay
paz” o “Devadasi”, entre muchos otros de su homónimo debut. Cualquier fan del
punk rock que todavía no haya coincidido con ellos, que se lo haga mirar y que
le ponga remedio cuanto antes. Se está perdiendo algo grande de verdad.
Shöck, algo grande de verdad. |
Y no menos impactante resulta comenzar un concierto con la
muchedumbre a punto de invadir el escenario hasta el punto de que los
fotógrafos casi tuvieron que hacer por ahí encaje de bolillos. En tal tesitura
se encontraron Rat-Zinger de
primeras con “Santa Calavera” y “Patria”, que desataron de inmediato las
gargantas a un punto álgido. No quisieron olvidarse de Pulpo de Porco Bravo y
otros caídos en combate que seguramente hubieran disfrutado aquella histórica
noche.
“Apártate” sigue siendo uno de los momentos más enérgicos en
su repertorio y no desfallecen tampoco en un “Ya no quedan días de gloria” a
tanta tralla como si fueran Motörhead, la batería de Xabi ahí posee bastante de
culpa. El grito de guerra “Dios salve a Ronnie Biggs” sonó tan apabullante como
nos tienen acostumbrados mientras Podri se calzaba un pasamontañas y decía: “¡Manos arriba!”. Que no quede nadie sin
levantar su “cacharra”.
La consigna de “¡Muerte
al violador!” incitada por Podri no cayó tampoco en saco roto en la repleta
sala, ni el consabido “¡Cocaína!” antes
de “Narkosanto”. Otra de las cosas habituales que suele decir el voceras en los
bolos es lo de “Ya sabéis que nosotros
funcionamos bajo presión”, todo un clásico, aunque sería complicado
encontrar un mayor entusiasmo por parte del personal. La presa continuaba al
borde del desborde, parecía que en cualquier momento la muchedumbre ocuparía
las tablas. La distancia entre artistas y público se antojaba en esta ocasión
una mera quimera.
Y sacaron botellas de cava antes de “En su trozo de tierra”,
otra de las mejores piezas de los últimos años que atronó el recinto. La
voluntad de no dejar títere con cabeza aparecía reflejada en “No habrá piedad
para nadie”, que el vocalista casi entonó envuelto en fieles, mientras que
“Dicen que soy” certificó que las frecuentes comparaciones con la banda del
difunto Lemmy no son en absoluto casuales.
Tal vez fuera simple casualidad, pero hubo un momento en el
que se desataron a la vez varios conatos de pelea en “Tú ya no eres él”, pero
por fortuna nadie se animó a pasar a mayores. Giuseppe de Kaos Urbano irrumpió
para “Únete al terror”, al igual que sucede en estudio, y Podri no se cortó a
la hora de subir a hombros al madrileño. Abajo entre la concurrencia también
estaban protagonizando otra impactante gesta al levantar a un chico en silla de
ruedas. Que la movilidad reducida no sea impedimento para hacer crowdsurfing ni para los pogos, esto sí
que es espíritu de integración.
La oración de “Amén” terminaría de convencer a los
descreídos que pudiera haber todavía a estas alturas y en “Larga vida al
infierno” se enarbolaron bufandas con el nombre de la canción, como si
estuviéramos en el fútbol. Y antes de “L.E.Y.” algunos con máscaras de V de
Vendetta sacaron una bandera relativa a los presos de Alsasua, un caso que es
un fiel reflejo de que en este país el franquismo ideológico sigue bien
presente en la administración de justicia, por mucho que hayan expulsado al
dictador del Valle de los Caídos.
“Soy un Kalashnikov” provocó que se encendieran los ánimos y
el toque siniestro de “Tu pasajero” permanecerá a buen seguro un tiempo
considerable en el repertorio. Preocuparse por “los hijos de perra que han venido hoy” es otra de esas preguntas
fáticas de las que ya se conoce de sobra la respuesta, y más con la barrera de
gente montada en las escaleras. Esa noche el rock n’ roll fue más que nunca
para hijos de perra.
Txiki de Gatillazo y La Polla se unió al fiestón en “¿Tenéis
o no tenéis?” y por algún instante el vocalista pudo fundirse entre los fieles,
tal era el grado de subidón imperante. Y no menos arrolladora se tornó
“Indestructibles”, todo un trallazo que deberían conservar en el repertorio de
por vida con máximas lapidarias de las que ponen piel de gallina. Que nunca se
olviden de los que colgaron a sus líderes.
“¡Arriba las putas
cacharras! ¡Que nos oigan en Madrid, en La Moncloa!”, enardeció Podri a las
incansables huestes en “9mm” y así cerrar con contundencia una cita que se
tardaría en olvidar, o mejor dicho, no se podría, gracias a la grabación de
aquella noche. Esperamos con ansia el resultado y nos quedamos con la frase que
dijo el voceras de que “Sin sangre no hay
revolución”, algo que lo mismo podría aplicarse a la trayectoria hasta al
momento de Rat-Zinger. Y que siga corriendo la sangre a borbotones.
TEXTO Y FOTOS:
ALFREDO VILLAESCUSA
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