viernes, 10 de diciembre de 2021

MAIKA MAKOVSKI: JERARQUÍAS AL BAÚL DE LA HISTORIA

 

Social Antzokia, Basauri (Bizkaia)

 

La lucha de egos siempre ha sido uno de esos cánceres que puede envenenar cualquier grupo. Incluso The Beatles desde la cúspide del firmamento musical sufrieron sus efectos, al igual que The Rolling Stones, The Beach Boys y un inabarcable etcétera. Quizás la solución para acabar con ese problema sea suprimir privilegios y abogar porque todos los miembros estén a la misma altura sin que nadie sobresalga por encima de otro.

Con un objetivo similar John Lydon creó Public Image Limited a modo de cooperativa después de la implosión de Sex Pistols, aunque luego las cosas no salieran como imaginaba. El grupo de la polifacética Maika Makovski lleva un rollo en esa onda, ya que van rotando los instrumentos entre ellos y no podría señalarse a ninguno como líder absoluto, pese a que la banda se designe con el nombre de la vocalista. De hecho, para dar mayor sensación de igualdad todos los integrantes se situaban más o menos a la misma altura, como si se tratara de una especie de comuna libertaria de la música.

Maika Makovski

Lo cierto es que nunca habíamos visto en directo a la carismática presentadora, por lo que su show dentro del festival MAZ Basauri nos resultó novedoso en diversos aspectos. Todavía nos acordamos cómo la última edición de la cita coincidió plenamente con la llegada de esa maldita pandemia que todavía no dejamos atrás y la declaración del primer estado de alarma. Un regreso que fue a lo grande en términos de asistencia, pues se agotaron entradas para esta jornada y para la siguiente poco faltaría.

Acudimos el primer día, por lo que tuvimos ocasión de catar también a la joven promesa Sara Zozaya, una chica etérea con voz bonita y efluvios post rock que ya nos llamó la atención en estudio y que en las distancias cortas no defraudó las expectativas. Una delicia las nubes de ruido que creaba junto a su notable banda en piezas tipo “Bat” con evidente carga shoegaze. Y en “Rosa” se acercó a los cortes más intimistas de Morgan, tal vez por optar por el castellano en vez de por el euskera. Una maravilla para flotar de esas que se te sube a la cabeza.

Sara Zozaya
Como ya hemos dicho, mucha curiosidad nos carcomía con Maika Makovski y así comprobar si los que alababan su buen hacer estaban en lo cierto o, por el contrario, se trataba de otro producto artificial inflado hasta la extenuación sin motivo alguno. La primera impresión era que se trataba de algo auténtico y genuino, una percepción que nos confirmó desde el inicio “Scared of Dirt”, con ese leve aire circense que operó a la perfección como una suerte de introducción al espectáculo.

“Reaching Out to You” mostró su faceta más rockera, mientras que en “Purpose” se acercaron tímidamente al glam rock setentero por su histrionismo controlado. Maika no pudo evitar gritar “¡Joder, qué bien!” en alusión a la vuelta de los conciertos de pie y en ese sentido recalcó lo especial de la velada para su batería Mariana, procedente de la localidad de Basauri. Tocaban en casa, como quien dice.

Maika con Sam, el batería moscovita leonés
 “Siempre es un subidón venir a Euskadi”, confesó Maika dejando claro que no era la primera vez que pisaba tierras vascas, la última vez fue incluso hace escasos meses en la sala BBK de Bilbao. Y “Places Where We Used To Sit” sirvió para reivindicar la cultura libre y asegurar que “nunca más nos volveremos a sentar”, no son pocos los que todavía guardamos ese horrible recuerdo de los conciertos con sillas.

Maika es una crack absoluta, que alcanza prodigiosos tonos, gesticula mucho y se nota que siente lo que canta, en su propuesta hay cero postureo. El repertorio estuvo muy bien estructurado, con picos y valles, se podría pasar de un corte casi acústico a un rock enérgico de esos que levanta del sitio. Los cambios de instrumentos, aparte de poseer un punto pintoresco, proporcionaban dinamismo al bolo y cuando le tocó a la vocalista sentarse a la batería exclamó: “¡Lo que os quedaba por ver!”.

Mariana, natural de Basauri
La considerable multitud agolpada en el recinto provocó que Maika llamara la atención sobre el calor que hacía en la sala y preguntó a la concurrencia: “¿Queréis refrigeración?” y acto seguido lanzó agua de su botella como una macarra. Sin cortarse un pelo. El batería moscovita leonés cobró protagonismo cuando la cantante le pidió “Tócala otra vez, Sam”  antes de “The Posse”, uno de los momentos álgidos de su reciente álbum ‘MKMK’ con Maika desplegando un impresionante registro vocal.

Por ese punto histriónico que ya hemos mencionado anteriormente, les pegaba a tope marcarse una curiosa revisión del mítico “This Town Ain’t Big Enough For Both Of Us” de Sparks, algo que desde luego sorprendió bastante. Y “Nevermore” con el aporreador ruso volviéndose loco en los redobles constituyó otro de los instantes irrepetibles del espectáculo. Nada mejor que finiquitar con “Love You Till I Die”, que funcionó a modo de coda con todos haciendo coros en el estribillo. Solo faltó que hubiera caído el telón como en una obra de teatro. 

No tardaron mucho en regresar y a la vuelta Maika evocó sus pasadas visitas al País Vasco, como cuando en Durango le enseñaron a decir “Gabon” y “Eskerrik Asko”. “Tonight” sirvió para relajar ánimos al tiempo que dicho tema de ínfulas circenses nos metía de lleno en el rollo de la despedida, sería la música que escucharíamos mientras salen los créditos finales de una película. Y ese instante en el que todos los participantes salen a escena a saludar se podría recrear por completo con “I Live in a Boat”, que posee un inicio bluesero muy de plantación de algodón.

Pues la verdad es que nos sorprendió esta banda que no opera como un combo convencional, sino que se parece más a una caravana de feriantes en la que cada cual ocupa una función, pero esta no es ni un concepto cerrado ni inamovible. Una manera como otra cualquiera de romper barreras de géneros y esquemas caducos. Las jerarquías al baúl de la historia.

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