Sala BBK, Bilbao
Es evidente que todavía siguen muchas inercias del confinamiento que padecimos en su día. No solo a nivel mental, sino también en lo que respecta a actitudes a la hora de acudir a eventos multitudinarios. Pero como suele suceder, aquí no llueve a gusto de todos. Y las bandas que pertenecen al llamado underground siempre lo tuvieron más complicado en todos los sentidos. Convendría en este sentido recordar las palabras que pronunció Iñigo Argomaniz, responsable de la promotora Get In, en el último BIME Pro: “Que no se olvide la gente que los grupos locales o nacionales han sido los que han sacado adelante el directo y no sería justo que ahora pasaran a un lugar menos importante”.
Según aseguraron en este último congreso profesional, Niña Coyote eta Chico Tornado durante la pandemia no han parado de tocar, por lo que ya llegaba el turno de acercarse por la capital vizcaína, a pesar de que ‘Aitzstar’, lo último editado, se esté quedando ya algo obsoleto y ya se eche en falta nuevo material. No obstante, hemos llegado a ver a este dúo varias veces en la misma gira y podemos asegurar que no suelen ofrecer dos bolos iguales. Garantía de competencia sobrada a las tablas.
Poca peña se congregaría ese día en la céntrica sala BBK, quién sabe los motivos, a veces la asistencia a conciertos se convierte en un misterio inescrutable. Los mismos músicos también parecieron algo sorprendidos por el formato del acto, pues pensaban que se trataría de un recital a la vieja usanza, sin sillas ni otras medidas dictatoriales. Supongo que las butacas dejarían perplejo a más de uno que tenía otra idea sobre la velada.
Con todo, en lo que respecta a energía, no defraudaron en absoluto desde el inicio, cuando se cascaron una tremenda revisión del “White Room” de Cream. Siempre tuvieron un gusto enorme a la hora de los homenajes ajenos, todavía recordamos el inmenso “Gimme Danger” de Iggy & The Stooges que se marcaban antaño. Pena que no la vuelvan a recuperar. Y siempre nos quedará también en la memoria su soberbia actuación en el Mad Cool madrileño con todo el personal botando con el “Killing In The Name” de Rage Against The Machine.
Seguía intacto el rollito particular que se traen entre Koldo y Usua a las tablas, con esa absoluta simbiosis musical entre ambos en la que no necesitan hablar y les basta solo con mirarse, diría que pocos combos alcanzan semejante grado de compenetración. Una especie de diálogo visual y sonoro que se asemeja a una especie de toma y daca en el que cada cual expresa algo y su compañero ofrece una réplica. Tal vez todo esto suceda de una forma más casual, pero así lo interpreta un servidor.
La alternancia de piezas instrumentales con temas cantados otorgaba dinamismo a un repertorio que no se tornaba cansino en ningún momento. Su rock desértico y arenoso alcanzó una de sus cimas con “Azeri eta Herio”, Koldo se acercó incluso a las butacas con frecuencia para dar entender que agradecían su apoyo en momentos tan complicados para la música en directo. Mejor un concierto sentados que nada en absoluto, eso está más que claro.
“Fuck The Police” hubiera montado un pogo impresionante si el bolo sería de pie, ya han tocado este pieza en sitios con presencia destacada de las fuerzas del orden, por lo que en pleno delirio represivo conviene gritarse una vez más este canto de guerra en las calles. Hay que ver lo mucho que cambia el ambiente de un concierto cuando se permite a los asistentes moverse libremente a su antojo. Lo contrario es una forma de dictadura, puro control social, por mucho virus que pulule por ahí.
La tralla casi punk de “Backintown” volvió a elevar los ánimos hasta otra de las cumbres de la velada, un subidón para recordarnos lo que era un auténtico chute de energía. Y así sin darnos cuenta llegó el momento de retirarse del escenario, había sido un recital muy dinámico, con apenas instantes sosegados, por lo que se nos pasó en un abrir y cerrar de ojos.
Los fieles también habían quedado satisfechos, por lo que estaba cantado que el dúo regresaría al poco tiempo. “Ariñau” se encargó de abortar cualquier tentativa de apalanque y siguieron esa tendencia dejándose la piel con el reconocible riff de “I Wanna Be Your Dog” de The Stooges, casi nada. En un momento dado, Usua se levantó de la batería y se sentó en el borde del escenario y así se pasó un rato mirando a la peña antes de volver a su puesto habitual y arremeter con ritmos deudores de Rage Against The Machine. Sin bajar la intensidad hasta el final.
Pues nos agradó bastante contemplar una vez más a este grupazo que mantiene su química en escena intacta, aunque nos preguntamos lo diferente que hubiera transcurrido todo si no hubiera habido butacas en el recinto. Futuribles sobre los que es inútil comerse la cabeza. Lo que nadie nos quitará, con asientos o sin ellos, es la sensación de que la música en directo abría tímidamente la puerta de las catacumbas. Esperemos que a nadie se le ocurra cerrarla de nuevo.
TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA
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