martes, 19 de abril de 2016

AIRBAG: CUITAS ADOLESCENTES



Kafe Antzokia, Bilbao

Hay grupos que parecen un homenaje a la eterna juventud. Son los que se toman casi al pie de la letra aquella mítica frase de Rilke de que “la verdadera patria del hombre es la infancia”, pero la retuercen hasta adecuarla a sus intereses y amplían su alcance hasta la edad del pavo, bastante más emocionante y decisiva que los primeros años de vida para todos los que tenemos en un altar a Holden Caulfield y esas preguntas que provocaban la estupefacción del personal.

Y ya completamos el cóctel si encima añadimos ese punto freak, incomprendido, que seguramente habrá experimentado cualquiera durante el instituto a nada que posea una porción mínima de personalidad. Porque es entonces cuando uno empieza realmente a pensar por sí mismo, a desdeñar el borreguismo y a convertirse en un apóstol del malditismo que se emborracha los fines de semana y una ruptura sentimental se antoja una auténtica hecatombe de imprevisibles consecuencias.


Con el ánimo de rememorar ese espíritu que nunca deberíamos perder, se juntó en la parte de arriba del Antzoki una ingente muchedumbre que no se quería perder el regreso de los malagueños Airbag a tierras vascas casi un par de décadas después.

Y la expectación era tal que se rozó el sold out, con una amplia representación de camisetas de los Ramones, chicas guapas, esas a las que los de Estepona dedican unas cuantas pullas en sus canciones, y tipos aguerridos que jamás esperaríamos en un bolo de este tipo. “A mí es que me gustaban DDT y estos son similares”, hasta decía alguno para justificarse.

Pepillo, el artífice de los coros.
 No pasa nada. La verdad es que su travesía del punk ramoniano de los inicios al power pop o al pop melódico a secas quizás haya escocido en ciertos sectores, aunque si uno se acuerda de Joey, Johnny y compañía, ellos tampoco se encasillaron en un género concreto al abarcar desde los ineludibles The Beach Boys, el garaje primigenio o los grupos femeninos tipo The Ronettes que marcaron una influencia a fuego en su sonido.

Dejando patente desde el comienzo su evolución, Airbag arrancaron un recital trepidante como pocos con el corte homónimo que da título a su último disco “Gotham te necesita” y sin pausa empezaron a repartir estopa a las pibas complicadas en “Cubo de Rubik”, toda una guía de supervivencia a la hora de relacionarse con el sexo opuesto. 


“Salva mi domingo” sirvió de leve remanso de paz antes de la inmensa “Cómics y Posters”, donde brillaron los coros del bajista Pepillo, una pieza clave en el engranaje en directo del trío, al igual que el batería José Andrés, tal vez el principal responsable de esa tralla ramoniana que les hace encadenar un tema con otro, casi atropellándose, renunciando a las charlas inútiles y cediendo el protagonismo absoluto a sus redondas composiciones, que encontraron reflejo en una muchedumbre totalmente entregada a la causa, con incluso un animador sociocultural que se subía al escenario a intentar cantar con ellos o incitar a la peña a hacer lo propio, como un director de orquesta.

Alternaron con bastante acierto las diferentes facetas que componen el sonido contemporáneo de la banda, desde la melosa “La vuelta a la manzana” o “22”, un drama juvenil tan emocionante como un enamoramiento, hasta la vertiente playera a lo The Beach Boys acelerados en “De un verano a otro” o los guiños cinematográficos en “Matar a Bill”, donde decían aquello de “Uma Thurman está más guapa que nunca” a ritmo de punk rock melódico. Una lástima que en esa tesitura no rescataran también su sentido homenaje a la actriz Emma Suárez.


Y como si fuera su peculiar “I Wanna Be Your Boyfriend”, así afrontaron el medio tiempo “Todo está bien” de su reciente plástico ‘Gotham te necesita’. Sin demasiados aspavientos estaban montando un auténtico fiestón en el recinto y se pusieron nostálgicos al acordarse en “Coleccionista de discos” de todos aquellos que siguen pateándose tiendas en busca de vinilos u otras joyas discográficas. Lo cierto es que unos cuantos melómanos debería haber por allí, como Santiago Delgado de los Runaway Lovers y los muchos que se dejaron la garganta entonando esas piezas que ya parecen haber alcanzado la categoría de inmortales.

Siguieron con las dudas sentimentales en “Spoiler” y desataron pogos recatados en “El Resplandor”, que volvió a cubrir las necesidades de los fans del séptimo arte. Ante tanto pesado y estrellita con afán de protagonismo que piensa que los bolos son una especie de púlpito particular, es de agradecer que exista gente como los malagueños que condensan el máximo número de cortes posible según la ortodoxia ramoniana, sin pausa que valga. En este sentido fue genial “Tus rechazos golpean dos veces”, su lamento sobre la perfidia femenina, y luego “Ahí viene la decepción”, otra que pone a las tías y su postureo grupil de vuelta y media.


La cuenta atrás de “Marcas en la hierba” mantuvo los ánimos en su cénit, por los que los bises fueron exigidos a grito pelado, y al igual que el resto del concierto, resultaron igualmente frenéticos. Nada de dos o tres temas para cumplir el expediente y a cascarla, sino toda una ristra de himnos impepinables que comenzaron con “Hijos de Hawaii” y en la que retornaron los pogos con “Territorio Dagger”, con lanzamiento de cerveza incluido por los aires.

Cabalgamos en “La ola perfecta” y nos acurrucamos “En los brazos de la Agente Internacional”, que atronó impecable demostrando que a la hora de pisar zapatilla ramoniana no tienen rival, ni Los Nikis, ni Los Vegetales, ni nada. “Big Acuarium” calentó de nuevo las gargantas antes de enfatizar sus principios surferos en “Voy a acabar con el invierno” y terminar de descontrolar a la concurrencia con “Elena”, para que así aquello acabara como empezó, un fiestón por todo lo alto.

Esperemos que no tarden tanto en regresar por estos lares, sus cuitas adolescentes  permanecen en el imaginario popular y levantan pasiones incluso en los más reacios, como aquellos que los acusan de poperos. Pura emoción, revuelven tanto las tripas como una cita con una chica que realmente valga la pena. Nervios a flor de piel.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA







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