jueves, 25 de agosto de 2016

MANOLO UVI: GENERACIÓN TERRORISTA PARA RATO



Sala Satélite T, Bilbao

“¡Joder, tíos, qué bajitos sois!”. Esa fue la mítica frase de bienvenida que pronunciaron Las Vulpes cuando La UVI se acercaron a tocar junto a ellas en un colegio de Bilbao allá por los ochenta. La simpática anécdota no se termina ahí, puesto que según ha contado Manolo UVI en repetidas ocasiones, a ellos las punkis vascas tampoco les parecieron “Miss Mundo”, pero a medida que avanzaba la noche “nosotros ya parecíamos más altos y ellas, más guapas”, en confesión del considerado primer punk madrileño.

Quizás sea un tanto exagerado entronizarlo como un pionero en exclusiva, aunque su extensa biografía poco tiene de convencional. Para empezar, se libró de la mili por adicto a las anfetas, es decir, un tribunal militar le declaró “psiconeurótico anfetamínico”, tal y como reza en su cartilla militar, conoció La Movida y sus personajes en pleno apogeo, pudo salir del circuito underground y tocar con Joaquín Sabina, pero prefirió mantenerse fiel a sus principios, pese a llevarse bien con otros compañeros del mundillo como Alaska o La Frontera.

Manolo UVI, el primer punk madrileño.
 Con un currículum casi inabarcable que hasta incluye un negocio de serigrafías y otro de distribución de “flyers” por los bares de la capital, el llenazo en el Satélite T ya se barruntaba desde lejos. Era una ocasión de gala que nadie se quería perder, por lo que por allí se pudo ver a representantes de la escena punki local como Gato de Radiocrimen o Luis Punk, ex compi también del mismo Manolo en Punk Guerrilla. Un compadreo que incluso se trasladó a las tablas al colaborar ambos en los coros a lo largo del bolo.

Ante una sesión tan aguerrida no cabría otro telonero posible que Toni Metralla Y los Antibalas, incombustible rockero habitual del garito, tanto como espectador de a pie como oficiante de recitales enérgicos en los que gasta chaleco post-apocalíptico y desenfunda un micro-recortada para terminar de saldar cuentas. 

Toni Metralla y los Antibalas se lo pasan en grande en escena.
 Ya hemos coincidido con ellos varias veces y todavía no les hemos pillado en una noche mediocre, algo bastante complicado al disponer de una recámara repleta de adaptaciones en castellano de canciones guiris como el siempre infalible “Rebel Yell” de Billy Idol o el “Pretty Fucked Up” de Supersuckers, aparte de composiciones propias muy decentes del calibre de “Max El Loco” o “Patrulla Venganza”. Sumemos al cóctel un vocalista que se deja la piel y que no tarda en enardecer a la masas y llegaremos a la conclusión de que podrían salvar al rock n’ roll, como bien dicen en el tema de The Dictators.

La frase “Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver” se atribuye erróneamente a James Dean, aunque en realidad pertenece a la película ‘Llamad a cualquier puerta’ de Nicholas Ray. A finales de los setenta, el recién nacido movimiento punk adoptó dicho lema y Manolo UVI no tardó en buscar su propia filosofía y dar una vuelta al concepto al afirmar “Toca rápido, vive rápido e intensamente y diviértete como si cada día fuera el último de tu vida. Nunca se sabe”.


Unos preceptos que rige a rajatabla en lo que respecta a los directos desde que sale a escena con cara de tarado pero que en realidad maneja perfectamente la situación. Nunca tuvo una gran voz, pero eso daba igual, uno no venía a ver a Pavarotti, bastaban himnos imperecederos de los Commando 9mm como “Suena Bang” o “Jenny” para que los pogos brotaran por doquier y los ánimos se desbordaran.

La formación era asimismo de las básicas, sin zarandajas, un trío y a tirar millas, lo suficiente para armar ruido sin recargar lo más mínimo el ambiente, aunque, como hemos dicho, no sería raro que diversos espontáneos se animaran a contribuir al fiestón. Las palabras tampoco eran necesarias, únicamente los temazos, así debería ser siempre.

Los compis de Manolo le siguen el ritmo sin dificultad.
 Uno de los puntos álgidos se alcanzó por supuesto con la antimilitarista “Johnny coge el subfusil” y con la declaración de principios “Antisocial”, todo un manifiesto nihilista y una manera de ver la vida sin arrugarse ante nadie, de hecho, es una de las composiciones de las que Manolo está más orgulloso, según ha confesado en alguna entrevista.

Y otra de las que condensa al completo el ideario punk sería “No hay futuro”, aunque si uno observaba al respetable estaba claro que el recambio generacional era un absoluto hecho. En un tono más distendido, se agradeció “Lady Mambo” por su aire a los Ramones, antes de que nos llamaran a filas en “Únete al comando”, que pilló a la peña casi desbordando las vallas de contención.


La recta final fue de vértigo con “Cuando yo reviente” y el recuerdo a La UVI con la ineludible “La Policía”, una de sus piezas más míticas y piedra angular del punk madrileño. No podrían dejar de lado “Amor Frenopático”, otro imprescindible corte crepuscular  que los acerca al siniestrismo y que han versionado con notable habilidad los cántabros Paralítikos.

Y el epílogo definitivo llegó de nuevo volviendo la vista al post punk tenebroso con el clásico “Un día en Texas” de Parálisis Permanente, que por algo el propio Manolo se ha recorrido la península recientemente junto a Ana Curra para recordar a Eduardo Benavente. Un argumento impepinable para satisfacer al más exigente.

La única nota negativa de un bolazo frenético con todas las letras es que no hubiera bises, pese a que el personal los reclamó a grito pelado y en tales ocasiones no cuesta demasiado estirarse un poco. A pesar de este pequeño detalle, queda probado que el legado de La UVI o Commando 9mm no permanece sepultado bajo tierra ni mucho menos. Hay generación terrorista para rato.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA


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