Sala Mytho, Bilbao
Quejarse por la excesiva politización de ciertos eventos
entendemos que entra dentro de esa llamada filosofía millennial a la que le
ofende cualquier cosa y opta siempre por prohibir esto o lo de más allá, quién
diría hace unos años que la izquierda del caviar acabaría apoyando y jaleando
semejantes majaderías inquisitoriales. No conviene perder de vista esa vieja
máxima de vive y deja vivir que consiste en algo tan básico como aceptar que
determinadas cosas no tienen por qué gustar a todo el mundo. Y ni falta que
hace, el universo es un lugar lo suficientemente grande para que cada cual
acuda a los saraos que le interesen y deje de dar la barrila al personal en
caso contrario.
Quizás a algunos les provoque rechazo acudir a conciertos de
marcado carácter antifascista, aunque, como se ha dicho en repetidas ocasiones,
los derechos humanos en realidad poco tienen que ver con la política. Y dada la
torticera utilización partidista del tema de Venezuela, reivindicar a Hugo
Chávez o Fidel Castro puede que se torne
casi como convocar al Anticristo para los creyentes. Una concentración de
parias y gente sin complejos.
Porque en la velada de aquella noche en la sala Mytho se alzaron puños en
alto, se escucharon mensajes subversivos y hasta un bolo terminó con ‘La
Internacional’ a todo trapo, un verdadero anatema para reaccionarios. Tres bandas que compartían una actitud
similar oficiaron sin demasiadas florituras, pero ganándose el corazón de los
asistentes. Ese órgano que no entiende de popularidad o artificiales cifras de
ventas, sino del efecto vigorizante y sensación de euforia que causan ciertas
canciones en el cuerpo.
Unos síntomas que comenzaron a sentirse con los locales Artaza Combat y su punk contundente con
retazos de rock urbano. A pesar de contar con un enérgico cantante con un
chorro vocal impresionante y trallazos a la yugular que no aburrían ni por
asomo, la mayoría del respetable se situó más en posición de ver a los toros
que de acudir a un recital de rock, puesto que parecía haber una especie de
muro invisible entre artistas y público que impedía acercarse. Tuvieron que
pedir “un poco de calor” para que
algunos fieles despertaran de su letargo, algo que debería haber sucedido de
inmediato con el “Cuando yo reviente” de Commando 9 mm. Merecieron mayor
implicación.
Artaza Combat y su propuesta contundente. |
Hay grupos que son todo un espectáculo en sí mismo y que
animan tanto al respetable que su
impresión perdura en el tiempo. No cabe duda de que los afortunados que
estuvieron en la Mytho viendo a los daneses The Movement se acordarán de ello durante un tiempo considerable.
No solo por ese rotundo comienzo al ritmo del “Baba O’Riley de The Who, sino
por esa retahíla de cabriolas imposibles, su carisma desbordante y esas posturitas
de estrella del rock que te convencían de que estabas viendo algo grande de
verdad. Por los saltos y los incesantes molinillos de guitarra que se pegaban
parecía como si Pete Townshend se hubiera reencarnado en punk, no en vano en su
Facebook se definen como “la banda a la
que le gusta decir no”. Antisistema total, a cascarla los buenrollistas.
The Movement y sus cabriolas imposibles. |
Grabar disco en directo en una sala y que poco después dicho
enclave acabe permitiendo actuaciones nazis en el mismo local suena un poco a
maldición bíblica. Algo similar les sucedió a Suzio 13 con el álbum ‘Ruido de combate’, registrado en la Caracol
en octubre de 2019, una circunstancia ajena a toda la polémica que vendría más
tarde y que no debería quedar empañada por ningún motivo, puesto que lo que
allí se vivió fue histórico con invitados del calibre de Txarly Usher o Jess y
los Extenders, muy ligados a la trayectoria de la banda.
Con el ánimo de reproducir tan magna noche estaban en la
capital vizcaína los madrileños y la primera duda que surgía era saber si los
entregados fieles de The Movement aguantarían hasta el final o se pirarían
algunos mods, como nos contaron que sucedió en Barcelona. Por fortuna, imperó
la educación y el buen gusto y la mayoría disfrutó de un bolo frenético sin
atisbo alguno de aburrimiento. Para no perderse ni un detalle.
Suzio 13, a piñón fijo |
Desde que abrieron la veda con “Atraco” y “No vuelvas”, el
recital fue a un ritmo endiablado, reproduciendo la máxima punk de menos es más
y casi profesando admiración por los músicos, que se cascaron un porrón de temas
sin descanso, uno los miraba y pensaba, vaya paliza. Hubo, por supuesto,
momentos álgidos, como el “Bestia Bestia” de Ilegales, que desató pogos
tremendos por el recinto, o esa tripleta imbatible formada por la pieza
homónima “Suzio 13”, “La unión hace la fuerza” y “Ruido del 77”. Jarana de la
buena. De pedigrí.
“Dosis de punk rock” no permitió tampoco respirar y “IV
Reich” la dedicaron a “los perros que nos
condenan a una vida de miseria”. Una arenga que enfervorizó más a la
afición antes de “No caminarás solo” e “Indestructibles”, dos pedazo himnos que
deberían levantar del asiento a cualquiera. Tal vez se les pueda acusar de ir
muy a piñón fijo, pero coño, ¿quién dijo que eso era malo? Vuelta a la esencia
del rock n’ roll, dejemos las palmas y las acrobacias de equilibrista para el
circo.
La atmósfera ye ye de “Joven Rebelde” añadió variedad al
asunto, del mismo modo que el swing macarra “Ha salido el sol”. Otros quizás se
queden con facetas diferentes, pero opinamos que gran parte de su atractivo
reside en todos esos cortes que uno no esperaría en un combo punk. Mantener los
principios y a la vez ofrecer detalles que les convierten en especiales y
distintos a paisanos suyos como Kaos Urbano, por ejemplo.
El “Wrong’Em Boyo” popularizado por The Clash nunca nos
convenció en exceso, aunque en las distancias cortas siempre tiene su punto por
el fiestón espectacular que descarga, un exaltado hasta levantó un monitor del
escenario. Y en “Redskins (Un claro ejemplo)” floreció la hermandad entre la
concurrencia, e incluso algún skin se subió a las tablas para cantar con ellos.
Lo normal en un himno de tal envergadura.
Pues quedó una velada muy decente, con tres grupos que
simbolizaban maneras distintas de
entender el punk y cuya presencia desde ya implica una garantía de solvencia
absoluta en directo. Habrá estilos más o menos populares, las modas van y
vienen, pero lo que se debería asegurar es que tipos con tamaña entrega nunca
caminarán solos. El espíritu de verdaderas muchedumbres siempre les acompañará.
La unión hace la fuerza, no cabe duda.
TEXTO Y FOTOS:
ALFREDO VILLAESCUSA
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