martes, 2 de febrero de 2016

CYCLE: DE FUSTA Y LÁTIGO



Sala Stage, Bilbao

El fetichismo tiene muy mala prensa. Al escuchar el término uno de inmediato imagina cuerpos flagelándose, bolas en la boca, vestidos de látex y demás parafernalia poco convencional. Pero lo cierto es que todos en mayor o menor medida tenemos nuestras fijaciones particulares, ropa que nos llama más la atención que un antierótico pijama o partes del cuerpo determinadas en las que nos concentraríamos en un contexto íntimo. Un terreno que no es coto exclusivo de perturbados y seres desviados.

Herederos de la dark wave y del más siniestro after punk ochentero, los madrileños Cycle han jugado desde sus inicios con la nocturnidad y este tipo de atracciones, encarnadas a la perfección en la figura de la altiva dominatrix China Patino, cuya pretendida frialdad aumenta para muchos su magnetismo sexual.  Otra forma como cualquier otra de fustigarse.


Estirando la vida creativa de su soberbio lanzamiento ‘Dance All Over’, la banda comandada por el productor y programador David Kano regresaba a la capital vizcaína aproximadamente doce meses después de iniciar la presente gira en el mismo recinto. Ya habían estado además por tierras vascas en una de las presentaciones del festival BBK Live en la sala Sonora allá por junio, por lo que aquella era la tercera vez que se dejaban caer por estos lares en menos de un año.

La afluencia empero no se resintió en absoluto, pues una nutrida multitud de modernos, algún personaje oscurillo y simples aficionados de a pie convirtieron el recinto en una frenética pista de baile, una colisión de cuerpos sudorosos en la que podían suceder hasta sucesos que rozaban lo esperpéntico o el mal gusto. Caso por ejemplo de esa subespecie que tuvo la genial idea de orinar en una esquina en frente del escenario cuando el baño se encontraba a escasos metros. Las inefables ocurrencias de un cerebro licuado.


Bajo un manto de luces rojas y ambiente industrialoide, Cycle evocaron de primeras por estética a Crystal Castles, con La China oculta tras una capucha, pantalones de ciclista y con el nombre del grupo pintado en la tripa. Metida en su papel de diva soberbia, extendía los brazos como si fuera un Mesías y era capaz de cargarse acto seguido el glamour de un plumazo al colocarse en “Perfect Pervert” una botella de agua en la entrepierna como si fuera un miembro viril y comenzar a desperdigar el líquido sobre la concurrencia.

La China sigue siendo sin discusión uno de los mayores atractivos para ver al combo en directo por su versátil interpretación que va desde una suerte de mimo callejero robótico hasta su papel de exaltadora de la libido del personal, le encanta ese juego de sentirse poderosa y dejar que el deseo de otras personas recaiga totalmente en sus manos. Pocos son conscientes de lo que significa semejante despliegue de autoridad, eso debería ser en realidad el verdadero feminismo.

Con un repertorio centrado en su último esfuerzo ‘Dance All Over’, que tocaron prácticamente entero, clavaron la primera pica con su temón a lo New Order “Sunset Over The Moon” mientras La China jugueteaba con una capa de bailarina oriental. No tardó en adoptar indumentaria macarra al calarse la chupa de cuero para “Alex The Crow” y un “Be The One” cuyo estribillo continuamos cantando bastante tiempo después de terminar el bolo. 

Han facturado un álbum tan redondo, con piezas nacidas para explosionar en las distancias cortas, que sus recitales han ganado en intensidad y dinamismo. De hecho, un servidor se atrevió incluso a colocar esta obra maestra del rock electrónico entre lo mejor del año en la lista de diez lanzamientos destacados que solemos elaborar los colaboradores de ‘La Heavy’ y ‘Mariskal Rock’ allá por navidades.

Pero tampoco les hace falta centrarse en exclusiva en su obra reciente, su debut contiene cortes que una década después todavía permanecen en la memoria colectiva, caso de “Apple Tree”, que debería sonar en cualquier sesión gótica aperturista. Otros como “Motorcycle” parece que han formado parte desde siempre del repertorio por su aire clásico y a buen seguro seguirán conservándolos en vivo durante un tiempo reseñable. No se entendería otra cosa.

La actitud del respetable fue entregada hasta lo indecible, el cantante Luke Donovan incluso se animó a lanzarse inesperadamente del escenario y surfear entre la multitud. Un fiestón en toda regla en el que a pesar del poso electrónico tampoco se echó de menos la distorsión guitarrera, una faceta fundamental en ese equilibrio en apariencia imposible que alcanza su plenitud en directo.

De los puntos álgidos de la velada destacaríamos por supuesto nuestra preferida del reciente disco “Masquerade”, que en la versión en estudio cuenta con la colaboración de la vanguardista leyenda dark wave Anne Clark y que esa noche La China defendió con bastante dignidad mientras se palpaba el corazón en el interludio recitado. Una impecable dramatización.

Y mucho teatro tuvo también cuando sacó un cuchillo, se entretuvo con él y acabó arrodillada en un espectacular final. Su viejo éxito “Confusion!!!” contribuyó a que la peña mantuviera el puestazo mientras una tormenta de flashes acrecentaba la sensación. El ambiente discotequero no cesó en su habitual intervalo puramente electrónico a cargo del líder David Kano y a la vuelta remataron con la frenética “You Talk Too Much”, ideal para colocarse antes de su himno contemporáneo “Saturday Girl”, con la muchedumbre bramando y levantando brazos en el estribillo. Un subidón.

En los bises La China tuvo algunos problemillas con el micro que casi le llevaron a abandonar el escenario, pero enseguida volvieron las aguas a su cauce en “Mechanical”, otra banda sonora para la ingesta de anfetas. Y finiquitaron devolviendo el protagonismo a las guitarras con su preceptiva versión del “More” de The Sisters Of Mercy, que sonó más sintética que la original y devino en un estruendoso acople.

Toda una sesión de fusta y látigo en la que azotaron metafóricamente a los asistentes con su sonido compacto con la contundencia del rock y el hedonismo de las pistas de baile. Un bofetón en la cara ante el que no cabe otra opción que recuperarse del estupor y pedir de inmediato un golpe más fuerte. Con saña.

TEXTO: ALFREDO VILLAESCUSA
FOTOS: MARINA ROUAN



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