lunes, 24 de abril de 2017

THE REAL KIDS: DE CUMPLIR EL EXPEDIENTE



Satélite T, Bilbao

Vivir de las rentas es una perspectiva muy alentadora. Lo sabían de sobra las protagonistas femeninas de las novelas de Jane Austen, que lo primero que examinaban en sus pretendientes era su número de posesiones e ingresos anuales. Hay que asegurarse la vejez ante todo, por algo una de las fantasías también de los Pet Shop Boys era encontrar a alguien que les pagara el alquiler, tal y como afirmaban con bastante ironía en “Rent”.

En el mundo de la música son numerosos los artistas que la petaron en un momento dado con un par de discos y desde entonces se dedicaron a aprovechar hasta las migas ese éxito efímero. Algo similar sucede con los legendarios bostonianos The Real Kids, que anticiparon en cierta manera el punk al apostar por la sencillez y las melodías pegadizas y ayudaron a establecer lo que en años posteriores se llamaría power pop.


Inmersos en una maraña de recopilaciones y directos, todavía siguen en activo  con actuaciones esporádicas y para mantenerse en el candelero no han dudado en regrabar viejos clásicos y añadir algunos temas nuevos en su ‘Shake Outta Control’ de 2014. Tal vez debido a esa fama que arrastran desde finales de los setenta, a día de hoy continúan en condiciones de congregar a multitudes considerables como los que se acercaron aquella noche al Satélite T, pese a que hubiera que soportar a alguna subespecie molesta que impedía la labor de los fotógrafos y lanzaba improperios como hiena desatada.

“Better Be Good” fue la encargada de constatar que The Real Kids en la actualidad consiguen dar el callo en las distancias cortas, aunque tampoco estén para demasiadas alegrías y la forma física del líder John Felice diste años luz de la estampa de sus inicios. Pero aquí no venimos a pases de modelos, sino a escuchar rock n’ roll, así que mientras se desenvuelvan con soltura como si pesan 200 kilos. 


Trallazos como la homónima “Shake out of control” o “My Baby’s Book” eran recibidos por un respetable atento, casi como si escuchara una especie de lección magistral en la historia de la música. Se movieron en un definido territorio entre New York Dolls y The Rubinoos, al tiempo que apelaban a la diversión porque sí, sin razón de ser, o en “Just Like Darts” evocaban decepciones con nostalgia adolescente.

El rock n’ roll a la vieja usanza “All Night Boppin’” desperezó a muchos, que dejaron de tomar apuntes imaginarios y se desataron movimientos dignos de cualquier guateque sesentero. Y así casi sin darnos cuenta se despiden por unos momentos con un “Hot Dog” que no sacia ni por asomo y empieza a revelar la cantidad de himnos que se han dejado en el tintero, caso de “Can’t Talk To That Girl” o “No Place Fast” o “Common At Noon”, por citar algunos.


Por fortuna, tuvieron la decencia de regresar con argumentos inapelables como “Solid Gold”, “Do The Boob” o un frenético “Reggae Reggae” en el que los más exaltados saltaron y dieron vueltas de peonza. El entusiasmo fue agradecido por el guitarrista, que saludó a la afición diciendo que teníamos “jodidos cojones”, y tal vez por ello, sin estar incluida en el repertorio, se arrancaron con un “All Kindsa Girls” que por lo menos consiguió poner un broche de oro a un bolo breve que se esfumó de un plumazo.

La sensación predominante es que habían faltado temas, no habían decepcionado tampoco, pero lo suyo se asemejó más bien a un mero trámite de funcionarios del power pop, de cumplir el expediente y vuelva usted mañana. La peña aulló solicitando que se estiraran, esfuerzo inútil, pues la realidad se terminó de instalar cuando se encendieron las luces y sonó por los altavoces el “I Wanna Be Your Boyfriend” de The Rubinoos. Y uno entonces pensó que los de Berkeley se comen a estos “niños” con patatas.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA




  

No hay comentarios:

Publicar un comentario