miércoles, 9 de septiembre de 2015

LOS EXPLOSIVOS: MUCHO PINCHE RUIDO



Satélite T, Bilbao

La escena garajera mexicana es una de las más vitales en la actualidad. Desde principios del nuevo milenio a esta parte existe toda una hornada de bandas que recuperan el espíritu de aquel rock n’ roll crudo y primigenio de mediados de los sesenta que entusiasmara incluso a los propios punkis hasta el punto de declararse herederos de esos chavales que tal vez no tuvieran demasiada pericia musical pero que le echaban unas ganas de flipar.

Con idénticos principios se presentan Los Explosivos, unos veteranos del país azteca que llevan ya más de una década dándole al salvajismo deudor de los primeros Beatles, aunque sin concesiones a melodías empalagosas ni a las versiones tan populares en la época. Su hábitat natural es el directo, de hecho, deben su bautismo a un “güey”, como dicen ellos, que en pleno concierto les dijo que tocaban “bien explosivo”


Y les gustó tanto el apelativo que desde entonces no se despegan de él.
Son además el ejemplo perfecto de que nadie es profeta en su tierra porque casi pasan más tiempo en Europa que al otro lado del Atlántico, sus giras son de las de tirar millas a la vieja usanza y se les considera todo un nombre de culto en el género junto a imprescindibles como Black Lips o Wau Y Los Arrrghs.

No esperábamos tampoco multitudes en el arranque de esta gira española que han titulado ‘Back To The Shit’, una vuelta a la cochambre en román paladino que suponemos está relacionada con el descomunal ímpetu que exhiben en las distancias cortas. Y a ellos se la trae floja que haya veinte, cuarenta o miles de personas, la entrega va a ser la misma por su parte, en eso se nota que son de la vieja escuela, de los que disfrutan sobre las tablas sin importar que se llene o no un local.

Kasko, también conocido como "El Papa Negro".
Ejerció de telonero improvisado el propio batería y vocalista de Los Explosivos Kasko, apodado para la ocasión “El Papa Negro”, que se montó un numerito en plan bluesman hombre orquesta aporreando, tocando la guitarra y cantando. Su paranoia particular estuvo bien para pasar el rato y muchos le gritaban “órale”, “no mames” y demás expresiones de la tierra del guacamole, a la par que añadía cierto toque T-Rex a sus composiciones. Un entretenido entremés.

Después de ver hace un mes escaso a Los Infierno, compatriotas de Los Explosivos que aseguraron ser sin rollos “la mejor banda de México”, uno llega a advertir la falsedad de tamaña bravuconada y el tremendo nivelazo que destila la escena underground de aquel país. No se anduvieron con medias tintas y metieron zapatilla desde el comienzo con “A toda velocidad”, con punteos que levantaban del sitio y macarrismo en estado puro para escupir a los transeúntes por lo menos.


Tal vez eran un poco cafres en su rollo, pero se lo montaban de escándalo, no dudaron en dedicar su himno “Aguarrás”· a todos los borrachos, no en vano su música invitaba a dejarse llevar por los efluvios etílicos por completo. Y por supuesto eso implica asimismo ciertas cosas, como que de repente manden alzar copas al personal y se arranquen con una ranchera de su terruño. El espíritu de una cantina mariachi.

Vienen con las dudas sentimentales en “Creo que esto” y sus gritos desgarradores, antes de recordar en “Action Woman” al “Baby, Baby” de The Vibrators. En escena tenían una actitud punki total, algo que se realzó con “Barracuda”, el homenaje que hacen a Intestino Grueso, uno de los nombres imprescindibles de las catacumbas del rock azteca de mediados de los noventa. Y no renunciaron a los momentos jocosos cuando incitaron a comprar discos y llevarse “un kilo de naranjas o sandías” igual que si estuvieran en un puesto del mercado.

No tenían problemas para cambiar instrumentos.
 Pero este trío no vendía nada al por mayor, sudaba cada producto que ofrecían a la concurrencia, las ganas que le ponían al asunto eran de sábado a la noche y los bises se hicieron obligados. Ahí hilaron fino al optar por el bombazo “Se apagó”, ideal para animar cualquier guateque vintage, y el mítico “The Crusher” de The Novas, que ellos en castellano titulan “El más cruel”, y también sirvió en su día a The Cramps para que Lux Interior desatara todo su histrionismo.

Mandaron levantar a cada uno su “pinche copa” para brindar y decir “Todo es una puta mierda, pero salud”. Tal vez no hubiera multitudes, aunque el entusiasmo fue suficiente para que decidieran volver por segunda vez  y entonces no faltó otra pieza histórica: el “Boys” de The Shirelles que la mayoría de los mortales asocia a Ringo Starr y al primer disco de The Beatles, pese a que su salvaje versión seguramente escandalizaría a los seguidores del aterciopelado cuarteto femenino.

Prendieron la mecha sin dificultad.
Pues fue un planazo muy recomendable para recibir al fin de semana, aparte de la ocasión única de poder charlar tras el concierto con estos tres colgados que nos animaban a decir en la crónica sin problema si eran unos “rechingados”. En su mismo Facebook describen su chaladura musical como “TNT, Uranio y pedos mexicanos”. Y por supuesto, mucho pinche ruido.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA



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