domingo, 27 de diciembre de 2015

POWERSOLO: ¿NO HABÉIS COMIDO HOY O QUÉ?



Kafe Antzokia, Bilbao

El surrealismo siempre ha estado unido de alguna manera al mundo del rock. Las primeras referencias que vienen a la mente en este sentido estarían en los Pink Floyd o Genesis de los comienzos, cuyas letras fantásticas y futuristas eran un caso aparte en la época, aparte del peculiar espectáculo audiovisual que desplegaban en directo insuflando teatralidad al máximo en el caso de Peter Gabriel. Tampoco habría que olvidar la influencia de Salvador Dalí en músicos alemanes de los setenta tipo Edgar Froese o Klaus Schulze, eso sin mentar la archiconocida complicidad existente entre Alice Cooper y el genio de Figueras, que llevó incluso a este último a erigir dos retratos al rockero en formato holograma.

Basta escuchar en estudio a los daneses Powersolo para darse cuenta de que son absolutos herederos de ese histrionismo vanguardista que entronca con el descaro de The Cramps o un sentido del humor absurdo propio de Peter Sellers. Los casi gemelos Kim y Bo Jeppesen debido a su extrema delgadez se hacen llamar además ‘The Railthin Brothers’, aunque no les gusta nada ser etiquetados, únicamente lo tolerarían si habláramos de whisky.


Tras las gratas sensaciones que nos dejaron en el último festival Azkena, cuando facturaron a pleno sol una de las mejores actuaciones del evento, acudimos prestos a la llamada a pesar de la noche electoral. Por motivos que desconocemos, pasaron el bolo del recogido piso superior a la sala grande del Antzoki y pensamos que la afluencia quizás había desbordado las previsiones. Para nada, apenas unas 60 o 70 personas se congregaron allí, dejando bastante espacio libre y restando intimidad a un show que podría haber ganado en intensidad en un recinto más reducido.

Pero eso a los colgados de Powersolo les daba un poco igual, el fiestón lo iban a montar de todas las maneras. Ya desde el principio se mostraron espasmódicos con “Baby, You Ain’t Looking Right” y en “New Fashioned Girl” ya había por ahí féminas bailoteando. Con el protagonismo copado por los dos daneses casi idénticos, el bajista tuvo su momento de gloria para cantar un tema y a veces hasta parecía que se pegaban por el micro por sus descomunales ganas de soltar alaridos.


El respetable andaba bastante mermado respecto a su bolo vitoriano, pero su torbellino escénico devastó con la misma potencia. Se recrearon en los ritmos sincopados, manejando los silencios y alargando quizás en exceso las piezas antes de arremeter con saña. Golpeaban los micros con las guitarras y chillaban como monos que hubieran estado encerrados en una jaula durante meses. Cualquiera los dejaba sueltos.

Si su propensión a estirar el repertorio restó algo de ímpetu en un comienzo, no tardaron en enderezar la marcha hacia el ecuador con la acelerada “Frantic” y desgañitándose en “Asshole”. Y desbordaron el histrionismo con el aire a lo The Cramps de “Jurassic Sex Party”, donde les faltó calzarse unos tacones como Lux Interior. 

Kim Jeppesen en una de sus pocas poses serias.
 Había una pareja de guiris que parecían estar de celebración por las jarras de cerveza que sacaban cada dos por tres y ese entusiasmo desmedido del que no está acostumbrado a la música en directo. Se pasaron casi todo el concierto cantando el pegadizo estribillo de “Canned Love” y hasta que no consiguieron lo que querían no pararon. “¡Es mi canción preferida!”, gritaba uno de ellos, por lo que dado el ambiente familiar no se pudo desestimar tal petición, que fue recibida además por los guiris chocando palmas.

Por gustos personales, consideraríamos sin dudarlo “The Leather Suit” uno de los picos de la velada por su rollo noctívago deudor de Iggy Pop y tuvieron un empacho mariachi con “Juanito”, donde el batería se rió como una hiena mexicana y no escatimaron en “chiquitas” y “putas de madre”. Conservaron empero las formas para bajarse del escenario y darle una púa en mano a una de las asistentes. Un caballero a la antigua usanza. 

Los casi gemelos se pegaban por el micro.
 Retornaron para los bises y seguir vertiendo ese variopinto conglomerado de sus cabezas con funky a lo James Brown, rock n’ roll aullante y su desconcertante punto cómico charlotesco. Eran unos tipos multifunción totalmente, por lo que el hecho de agarrar unas baquetas no impedía demasiado refrescar el gaznate, con la inestimable ayuda del vocalista, eso sí.

Terminaron a tope de revoluciones, con un interludio improvisado del cantante Kim al bajarse del escenario para pedir unas cervezas y aprovechar la coyuntura para mover el esqueleto con una chica de idéntica camiseta de rayas. Rotaron incluso sobre sí mismos cual peonzas y para completar el numerito el voceras regresó a las tablas con movimientos robóticos. Vaya trueno tienen.

Pese a que molaron infinitamente más en el festival Azkena, los auténticos gemelos ultradelgados volvieron a demostrar que no hay nada podrido en Dinamarca, sino que su rollo está muy vivo. Llevaban tal chaladura encima que alguno hasta exclamó: “¿No habéis comido hoy o qué?”.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA


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