miércoles, 7 de junio de 2017

DEADHEADS: BENDITO RACA RACA



Satélite T, Bilbao

Hay escenas que desencadenan en nosotros una fidelidad incuestionable. Una de ellas sería aquella que sacudió los cimientos de la civilización allá por la década de los noventa del siglo pasado cuando unos macarras escandinavos que levantaban los mástiles al cielo desempolvaron el protopunk de MC5 o The Stooges, le sacaron lustre y lo devolvieron con las revoluciones incrementadas y una actitud incendiaria deudora claramente del 77. The Hellacopters, Turbonegro y Backyard Babies formaban una santísima trinidad incuestionable para cualquier fan del rock enérgico. Y su palabra todavía sigue tan vigente como si fuera la verdad revelada.

Por eso no es de extrañar que en Suecia y otros países de la zona el legado de Nicke Andersson y compañía continúe muy vivo, según dan fe los miles de grupos que salen hasta de debajo de las piedras con fidelidad absoluta a sus postulados eléctricos. Un claro ejemplo de la extensión de este evangelio serían Deadheads, que toman influencias tanto de los setenta como de los noventa y definen su música como “energía, energía, energía” y no dudan en atribuirse el mérito de “mantener el rock n’ roll vivo desde finales de 2012”. Ahí es nada.


Tienen además cierto vínculo con la península, ya que la discográfica española Ghost Highway Recordings editó su debut ‘This is Deadheads first álbum (it includes electric guitars)’ en 2014, por lo que están ya tan familiarizados con estos lares que hasta se atreven con una gira de cinco fechas, así por lo pronto. Un periplo que les ha llevado incluso por el festival interurbano GetMAD! que se ha celebrado en salas de Madrid durante el pasado mes de mayo.

Poca gente se animó empero a su cita con la capital vizcaína, pero a estos oriundos de Göteborg eso les daría igual, pues ya han acompañado a figurones de relumbrón en su rollo del calibre de Turbonegro, Imperial State Electric o Supersuckers y conocen de sobra el favor de las masas. Con los espectaculares antecedentes de su lugar de procedencia, de ahí no podría salir nada malo, a día de hoy sigue siendo una cantera inagotable para cualquier fan del rock n’ roll enérgico.


Ya las mismas pintas de Deadheads con sus mostachones y chaquetas vaqueras plagadas de chapitas anticipan que tampoco van a inventar la rueda ni sacudir el panorama musical con imposibles experimentaciones. Pero quién necesita algo de eso cuando atruena “There’s A Hole In The Sky” o la frenética “Let Loose The Fool” que en seguida remiten a The Hellacopters por sus estribillos y esos punteos de llevarte los demonios que parecen inclinar inevitablemente los mástiles hacia al cielo.

“The Need To Sleep”, con cierto aire al “Hopeless Case Of A Kid In Denial” de los de Nicke Andersson, reafirmaba su voluntad de ir a piñón fijo, no pasa nada, a veces es necesario y hasta deseable, sobre todo si te cascan así sin avisar el clásico “Motörhead” del eterno Lemmy pasado por el tamiz de Göteborg. Sin desviarse de los temas homónimos, “Deadheads” supone otra declaración de principios inapelable para los que no sepan de qué va su historia. Una inmersión inmediata.


Y “Venom” rompió la dinámica al acercarse a Dio o Rainbow, con el cantante adentrándose en un registro en el que no desentona para nada, muy destacable además la labor del batería. La calma duró poco y antes de cambiar de tercio preguntaron un mítico “Are you ready for rock n’ roll?”, justificación necesaria para levantar mástiles como si no hubiera un mañana. Valga señalar que el guitarrista llevaba camiseta de Status Quo, enemigos declarados de la sofisticación y muy de apelar a los instintos primarios. Una pulsión inevitable.

No cuentan con un repertorio inmenso al estar trabajando en estos momentos en un tercer disco, pero disponen de los trallazos suficientes para levantar del sitio en las distancias cortas, caso de un pletórico “My Demons” o un “Keep On Searching” para regodearse en los punteos y acabar enarbolando mástiles a modo de estandartes. Ofrenda a un dios eléctrico.


Los asistentes no llegaban ni al medio centenar, pero se armó el suficiente revuelo para que los suecos retornaran con un par de bises para echar chispas, entre ellos el acelerado “Live On”, otra orgía de riffs desenfrenados y actitud para regalar que dejaba un sabor de boca inmejorable. Nunca habrá suficientes grupos deudores de The Hellacopters.

En tiempos en los que las camisetas de Kiss o Rolling Stones se venden en tiendas de ropa convencionales, no está de más reivindicar ese bendito raca raca que todavía puede asustar a timoratos políticamente correctos y desagradar a hipsters que lo ven como algo tan completamente pasado de moda como los Status Quo. Esto era música de verdad, señores. Cero postureo.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA




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