jueves, 18 de enero de 2018

100 IZAR & STAR: JÚPITER JON + MC ENROE



LOS TRIBUTOS NECESARIOS

Kafe Antzokia, Bilbao

Lo cierto es que nunca hemos sido ni de homenajes ni de bandas clónicas. Bastante extenso es ya el panorama como para andar perdiendo el tiempo con los que se dedican a recuperar el catálogo de grupos o artistas en activo. Pero siempre hay notables excepciones, sobre todo si se hacen las cosas con un gusto inefable y un mimo que solo podría entenderse si tenemos detrás a un verdadero aficionado a la música con mayúsculas. El amor al arte debería reivindicarse más a menudo.

Ese es el caso del ciclo Izar & Star, creado por el veterano periodista bilbaíno Javier Corral, una andadura que comenzó hará ya ocho años y ha contribuido tanto a dinamizar la ajetreada agenda cultural de la villa como a rescatar del olvido a unos cuantos nombres que dormían el sueño de los justos. Porque esto no se trata de simples tributos, copias al milímetro que nada aportan al panorama, sino de contemplar un legado concreto a través de una peculiar mirada, que en ocasiones puede ser muy personal y otras veces profundamente respetuosa, aunque sin renunciar a impregnar con su propio aroma las composiciones ajenas.

Ricardo Lezón y Mc Enroe en formato intimista.
El sarao montado para celebrar los 100 conciertos de esta brillante iniciativa, parecía a priori muy apetecible con los getxotarras Mc Enroe en un formato intimista recreando a El Último de la Fila, una empresa arriesgada que a cualquiera con dos dedos de frente le podría dar hasta vértigo. Algo que no podría suceder desde luego a unos maestros del slowcore tan competentes con una ya considerable trayectoria que se remonta a principios del presente siglo.

Escuchar cantar a Ricardo Lezón a escasos metros es una de esas experiencias que te sacude el alma por completo, una descarga de electricidad similar a cuando dos desconocidos que se gustan se tocan por primera vez, no es raro que la carne se ponga hasta de gallina. Daba igual que uno no fuera demasiado fan de la mítica banda de Manolo García y Quimi Portet, el mismo Ricardo tampoco lo era, no tuvo reparo en admitir su entusiasmo hasta los dos primeros discos, aunque “luego ya no”. En esta línea también confesó que en su juventud se hartó de oír una cinta con The Smiths en una cara y El Último de la Fila por la otra hasta un punto tan excesivo que ambos cancioneros se mezclaban. Dios salve a las TDK 90.


De esta forma, sonaron muy llevadas a su terreno atormentado piezas clave en la historia del pop patrio como “Insurrección” o “Aviones plateados”, sosegadas, con poso doliente, pero para nada carentes de ímpetu. Una delicia para aficionados a Mc Enroe o incluso al Nacho Vegas decadente de los inicios. Se acordó incluso de su banda madre con una estremecedora “La electricidad” en la que la voz retumbante relegaba todo lo demás a un cuarto o quinto plano por lo menos. Pura emoción.

Lo de los irundarras Júpiter Jon ya se barruntaba que iba a ser una marcianada de tres pares de narices. Y es que con un epígrafe que respondía al título de “Punky reggae party” uno tampoco podría esperar una sobriedad sobrecogedora. En su lugar se palpó puro espíritu post punk, deudor por completo del de aquellos chalados que a finales de los setenta tomaron los tres acordes como base para desparramar y efectuar fusiones imposibles. Imposible no bendecir en este apartado al glorioso sello discográfico Rough Trade.

Júpiter Jon, con Mursego desatada.
Marcaron las directrices surrealistas recordando de primeras a los psicodélicos Gong, auténtica terapia de choque antes de sumergirse en un saxofón chirriante, ritmos hipnóticos y parrafadas musicadas que dejaban a los asistentes con cara de póker, había que meterse mucho en su rollo para pillarles el punto. Contaron además con la ayuda de Mursego a la voz, mucho más suelta que de costumbre y casi poseída por el afán vanguardista y experimentador.

La dama de la no wave Lydia Lunch también tuvo su momento, al igual que los post punkis ingleses Blurt o el poeta, músico y activista jamaicano Linton Kwesi Johnson, cuyo colofón con dub fumeta constituyó uno de los momentos impagables de la velada. ¿Dónde está la marihuana, por favor? Una lástima que no se extendieran en esta onda de cuelgue y rescataran, por ejemplo, el “Give Youth A Chance” de The Ruts o el “Offshore Banking Business” de The Members.


Se hizo cortísimo, pero valió de sobra para catar a los guipuzcoanos y desear verles pronto en solitario en una de esas timbas instrumentales no aptas para estrechos de mente. Estos sí que son los tributos necesarios de veras. ¡Larga vida al ciclo Izar & Star!

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario