miércoles, 6 de febrero de 2019

CHUCK PROPHET & CHARLIE SEXTON: EL CAMPECHANO Y EL GUAY


Kafe Antzokia, Bilbao

Los tributos siempre han tenido muy mala fama. Y no es de extrañar con la cantidad de expoliadores de repertorios ajenos que pululan por ahí, muchos incluso de bandas que todavía siguen en activo y con una prolífica vida en carretera. Pero en toda norma o ley debe haber una excepción. O incluso dos, vale. Aquí entrarían por ejemplo los casos en los que por fallecimiento de algún componente sea imposible contemplar ya a ese combo sobre un escenario. O esos homenajes hechos con tanto mimo, clase y gente grande que despreciar semejante esfuerzo sería cometer una profunda injusticia.

En esta última categoría podríamos englobar esta suerte de pasatiempo que se han montado el ex Green On Red Chuck Prophet y el guitarrista de Bob Dylan Charlie Sexton, dos reputados tipos que a estas alturas de su existencia no deben padecer estrechez económica alguna, en especial el segundo al trabajar junto a todo un premio Nobel de Literatura. Por lo tanto, únicamente cabe tomarse esta revisión del mítico disco de los Rolling Stones ‘Some Girls’ como un mero divertimento para ambos, otra delicatesen más del ciclo We Used To Party montado por la promotora Houston Party.


El cancionero de sus satánicas majestades ejerce todavía a día de hoy un atractivo tan potente que su reclamo está fuera de toda duda. Era previsible que el recinto anduviera a reventar de peña, habida cuenta de que se trata de uno de esos denominadores comunes que gustan a un amplio espectro del personal, desde el melómano empedernido hasta ese que se vanagloria de escuchar “de todo”. Los farsantes y quedabien habituales, nada nuevo bajo el sol.

De sobra es sabido que el álbum original de los Stones ‘Some Girls’ apenas alcanza los cuarenta minutos, pero esa noche también caerían otros clásicos a cascoporro, como algunas piezas que Jagger y compañía solían interpretar en esa gira. Un ejemplo claro fue la inicial de Chuck Berry “Let It Rock”, pistoletazo de salida para que Chuck Prophet & Charlie Sexton revelaran una química total y asombrosa entre los dos que engrandecía cada uno de los temas que tocaban.


Con una base rítmica exiliada al fondo del escenario, este carismático dúo fue incrementando la gradación con cortes de la materia principal de la noche como “When The Whip Comes Down” o la original de The Temptations “Just My Imagination (Running Away With Me)”. El reparto de labores estaba muy claro, Chuck Prophet aportaba el toque elegante a la voz, mientras el hacha Sexton se reservaba las posturitas a lo Keith Richards (ha tocado junto a él, así que supongo que se lo podemos perdonar) y los numeritos más vistosos, del calibre de los preceptivos baños de masas o sustituir la púa por una botella, aparte de, por supuesto, solos de escándalo de los de levantarse del sitio.

Lo que quizás les perdía un poco era esa tendencia a alargar ciertos cortes como si no hubiera un mañana, caso de “Beast Of Burden”, en la que bajaron las escaleras para pedir la participación del respetable igual que si fuera una iglesia góspel. Pero hay que escuchar la voz del pueblo, y esa era inapelable, con un entusiasmo tal que ni que fueran los mismísimos Rolling Stones de verdad. 


Y lo cierto es que no era para menos cuando enfilaban algo con tanta clase y aroma noctívago como “Miss You”, que comenzó reforzada por palmas de los fieles y “wows” sazonados de pura emoción. Una combustión de talentos que volvió a florecer en los punteos y hasta en la actitud macarra de Sexton, que lanzó la chaqueta por los aires como un señor. Se estaba calentado el asunto cada vez más y “Respectable” supuso una de las cimas de la velada, con juegos de voces impresionantes y una precisión asimismo impecable a las seis cuerdas.

“Far Away Eyes” mostró la faceta más country antes de que nos despertaran con una enorme y trallera “Lies”, con riffs de los que se te clavan en el alma. Un subidón que no desaprovecharon al recurrir a un himno mayúsculo de la envergadura de “Brown Sugar”, con los ánimos desbordados hasta la estratosfera y elevando un descomunal monumento a la electricidad con los tipos punteando como locos delante de la batería. Demasiado. ¿Pero ya se había acabado?


Por fortuna, no tardaron en regresar, pues el griterío de la afición era considerable y reincidieron en el lado más descarado de los Stones con “Star Star”, otra piedra angular que otros grandes como Burning ya habían versionado antes. Y el colofón final no se entendería sin otra pieza clave de la historia de la música de la enjundia de “Jumpin’ Jack Flash”, con guitarrazos para prender fuego al recinto, macarrismo para regalar y estampas inolvidables como la de Charlie Sexton punteando sentado en las escaleras del Antzoki. Igual que en el salón de su casa.

Muy por encima de las expectativas resultó este homenaje de altura a cargo de un campechano de voz impecable y un guay que aportaba el glamour requerido al que solo le faltaba purpurina. Por poner alguna pega, mencionar esa horrible costumbre de sacar un atril para las letras que denota una falta de profesionalidad pasmosa. ¿Acaso no han tenido tiempo de aprenderse unos textos que tampoco son los de Dylan? Pero bueno, digamos que no se les vio consultar demasiado la chuleta. Hay que llevar aprendida la materia.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA

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