Ipar Haizea, Bilbao
Hay tradiciones que no se encuentran escritas en ningún
sitio, pero que no hace falta corroborar para darse cuenta de su plena
vigencia. Lejos de los programas oficiales de fiestas confeccionados
seguramente por gente que lleva sin estar en un concierto desde el pleistoceno,
hay vida más allá en diversos garitos que organizan actuaciones a un nivel
bastante superior al de los petardos que atruenan en Abandoibarra o los
dinosaurios que pueblan otros recintos. Y al igual que no existe una única
manera de ver un asunto, tampoco tenemos una forma exclusiva de disfrutar de la
Semana Grande bilbaína. Casi puede haber tantas como personas.
Una opción muy recomendable era el sarao montado en Ipar Haizea,
el local antaño asaltado por antidisturbios, con Rat-Zinger, The Guilty Brigade
y 1323, unos alemanes incorporados a última hora desde Hamburgo. Ya se sabe que
la presencia de los hijos bastardos del Papa de Roma debía materializarse de
algún modo durante los festejos, y si en el pasado adquirieron masa corpórea en
lugares insospechados casi de incógnito, en esta ocasión prefirieron mostrarse
en plenitud, rodearse de discípulos aventajados y convertir aquello en un
evento indispensable para criaturas con dos dedos de frente.
Bajo el calor sofocante del recinto se batieron el cobre en
un primer lugar los germanos 1323,
punk de resabios hardcoretas con cantante y batera dicharachero que traducía
los títulos de las canciones y nos iba explicando de qué trataban sus temas. El
uso del alemán les daba un punto exótico y por sus letras se podía llegar a la
conclusión de que sus preocupaciones no eran en absoluto diferentes a las de
cualquier autóctono. Quizás por eso el líder elogió a la gente “activa, que hace algo”. Un último guiño
a la militancia. Como entremés cumplieron.
Llamar teloneros a The
Guilty Brigade es de una injusticia total, sobre todo si tenemos en cuenta
la relevancia que han conseguido en los últimos tiempos y la solidez absoluta
de sus trabajos de estudio. Algo que queda de sobra constatado en las
distancias cortas con himnos para gritar a pulmón del calibre de “Niños
Dinamita” o “Como el hierro”, aparte de su más que solvente revisión del “All
My Friends Are Dead” de Turbonegro, que llevan a su terreno al dedicarla a los
que mató “el puto Estado”. Y encima
invitaron a las tablas a Podri de Rat-Zinger en “Animal”, que fue quizás de lo
mejor de un bolo trepidante sin respiro que valga. Son tan grandes que ya no
necesitan acompañantes para brillar como se merecen. Enormes.
The Guilty Brigade rompiendo la pana. |
Hace no demasiados meses acudimos al vermut para hijos de
perra que montaron Rat-Zinger y
pudimos certificar que en la actualidad viven un momento glorioso en lo que respecta a sus actuaciones en
directo, un broche de oro de cara a la celebración de su décimo aniversario
prevista para los próximos meses. Una de las causas de esta fortaleza reside
sin duda en su último lanzamiento hasta la fecha, ‘Santa Calavera’, un
compendio de canciones que parecen pensadas para ser interpretadas a pocos
metros de la peña. Basta escuchar ese inicio demoledor con el corte homónimo
“Santa Calavera” para que se vuele hasta la peluca.
La nihilista “No hay mañana” no tarda en tomar el relevo y
“Uno de los nuestros” ya se corea con el fervor de un auténtico clásico, pese a
que tampoco tenga tanto tiempo. Más solera posee “Apártate”, que continúa
siendo todo un himno para yonkis y descarriados, y “Ya no quedan días de
gloria” aspira a convertirse en una de las fijas en repertorios futuros. La
tralla que mete Xabi a la batería funciona a modo de chupito que pone a tono de
inmediato. ¡Otra ronda, por favor!
La oleada de agresiones sexuales que se han producido en
meses recientes justifica el grito de Podri de “¡Muerte al violador!”, aunque eso ya lo hicieran antes de la
alarma social. La irreverente “Narkosanto” sigue marcando la impronta de la
velada, esto es, a degüello sin contemplaciones hasta el último aliento. Lo han
dicho en repetidas ocasiones y vuelven a recordar al personal que como mejor funcionan
es “bajo presión”, con el aliento de
los fans casi en el cogote. Y la verdad es que entre el calor sofocante y el
altísimo volumen aquello se asemejaba a una olla que podría explotar en
cualquier momento, no se desperdiciaría el producto cocinado a fuego lento en
su interior. Y la deflagración únicamente sucedería en nuestros oídos.
Y si el vocalista Podri salió durante el bolo de The Guilty
Brigade, el cantante de estos les devolvió el favor en “No habrá piedad para
nadie”. Ni un respiro se contemplaba con “Dicen que soy” o en un “Únete al
terror” con coros épicos. Como hemos dicho anteriormente, la última vez que
estuvimos en este sitio entraron antidisturbios en un despliegue descomunal sin
precedentes que ni de lejos justificaba la intención esgrimida de “controlar el aforo”. Eso precisamente
recordó Podri, así como que “robaron” el
dinero de la venta de entradas, merchandising y demás. Y ni un recibo ni nada
de la incautación, oiga.
“Amén” ralentizó un poco el tiempo, la única licencia que se
permitieron, antes de que volvieran a pisar a fondo el acelerador con “Larga
vida al infierno” en el que varios seguidores enarbolaron bufandas y banderas
del grupo. Y Titus de Radikal Hardcore también ejerció de invitado en “L.e.y.”,
otra de las imprescindibles en directo. El poso siniestro de “Tu pasajero”
precedió a los consabidos “Rock N’ Roll para hijos de perra” y “¿Tenéis Speed?”
sin los cuales no se entiende un recital de Rat-Zinger.
Todo un acierto que hayan dejado para la parte final
“Indestructibles”, cuya presencia debería ser obligada a partir de ahora en
cualquier bolo suyo por esa letra para corear a pulmón de principio a fin. Y
Podri mandó levantar “las cacharras” en
“9mm” antes de soltar la habitual bendición a la congregación de “hacer lo que les salga de los ovarios”.
La paz sea con vosotros, hermanos.
Otra descarga antológica en su historial que convierte en
insensato a todo aquel que no les haya catado todavía en esta buena racha que
llevan. Por fortuna, en el supuesto de que exista algún alma arrepentida
viviendo en pecado, el 16 de noviembre volverán a asaltar el escenario del Kafe
Antzokia en el marco de su décimo aniversario. Y reventarán oídos una vez más.
Ese pitido que te acompaña durante varios días es garantía de calidad.
TEXTO Y FOTOS:
ALFREDO VILLAESCUSA
No hay comentarios:
Publicar un comentario