viernes, 2 de diciembre de 2016

RAFAEL BERRIO vs DERRIBOS ARIAS: ¡DIOS SALVE A POCH!



Kafe Antzokia, Bilbao

Que la gente de a pie vincule a la llamada Movida Madrileña con Alaska y demás iconos del petardeo es de una injusticia tal que podría provocar el sacrificio masivo de miles de gatitos. Una afirmación tan falsa que debería hacer supurar bilis de inmediato a cualquiera que sepa que al margen de Radio Futura y otras figuras entronizadas por los pesebreros progres de la época existía toda una corriente underground de tipos que realmente tenían inquietudes y la imagen se la traía por completo al pairo. Hablamos de representantes de un incipiente dark wave como Los Monaguillosh, Agrimensor K o Ceremonia que convivían con el siniestrismo de Parálisis Permanente o Morticia y los Decrépitos y los herederos de Joy Division encarnados por Décima Victima.

Dentro de este último grupo destacaban los inimitables Derribos Arias, que se han ganado el título de pioneros absolutos del post punk en la península y cuyo cantante Poch fue definido en más de una ocasión como “un Ian Curtis puesto de monguis”. Corrientes artísticas como el dadaísmo o el surrealismo influyeron asimismo en la creación de este universo particular a años luz a nivel artístico de otros coetáneos suyos que no hacían más que mirarse en el espejo. Los Ilegales de Jorge Martínez y los no menos irreverentes Siniestro Total eran sus aliados acérrimos, con eso está todo dicho.


Por los motivos antes citados, un homenaje del ciclo Izar & Star a esta banda tan delirante era más que necesario, para limpiar la mancha infligida por el término “Movida Madrileña” y también para reivindicarlos ante las generaciones venideras y así enterrar de una vez ese aldeanismo endémico que nos lleva a considerar a lo de fuera siempre mejor que lo de dentro. Ya está bien.

Y si el encargado de realizar el homenaje se trataba de un tipo tan solvente como Rafa Berrio, aprendiz aventajado de Johnny Thunders, Lou Reed o Corcobado, la visita al piso de arriba del Kafe Antzokia se tornaba imprescindible, aunque coincidiera con un coloso de la altura de Paul Simon. Un puñado de nostálgicos entrados en años opinó de la misma manera, una pena que por allí no se acercara ningún jovenzuelo, la edad, de hecho, llamó la atención del propio artista, que calificó la velada como “una reunión de carrozones”. 


Una lástima que por motivos laborales no llegáramos al inicio con la embriagante “A-Flúor”, pero por lo menos alcanzamos para pillar por los pelos ese descenso a los infiernos llamado “Vírgenes sangrantes (en el matadero”, que sorprendió por una intensidad inaudita. Acostumbrados a escuchar esos temazos en la producción ratonera de la época, era todo un puntazo comprobar que con un toque contemporáneo seguían sonando tan vanguardistas como cuando se concibieron a principios de los ochenta.

La adaptación de Sex Pistols “Dios salve al lehendakari” resultó muy fiel al espíritu original, es decir, un subidón por completo. Y para “Aprenda alemán” Berrio contó con la ayuda de una invitada para reproducir los delirios germanófilos de Poch. Estaban clavando las canciones, sin pervertirlas, pero añadiendo esa mayor sofisticación que se echaba en falta en las grabaciones primitivas. 

La invitada de Berrio evocando los delirios germanófilos.
 Enorme les quedó asimismo “Tupés en crecimiento”, que según relató Rafa estaba dedicada al vocalista de J.M. y los Magníficos, “un tipo con un tupé increíble, como el de los Stray Cats”. Y al hablar de los héroes de los 80 era inevitable no mencionar a ‘Aplauso’,  programa televisivo decano de la época y parte fundamental para entender la historia musical de este país. “Igual los más jóvenes no sabéis lo que es…”, explicaba Berrio, a lo que la multitud madurita le respondió: “¡Aquí no hay jóvenes!”.

Cayó por supuesto el himno “Branquias bajo el agua” con su inefable aire al “Love Will Tear Us Apart” de Joy Division, al tiempo que reparábamos en las guitarras chirriantes escuela PIL  y en esa letra desquiciante a la que Berrio supo otorgar el tono excéntrico de Poch. Poco después, el cantautor rememoró sus días junto al genio donostiarra, al que llegó a conocer personalmente y relató cómo en su forma de hablar utilizaba habitualmente “sh”, al decir “puesh” o “shiego”. Una manera inigualable de introducir la chaladura histriónica de “Un poco shiego”. 


El personal quedó tan satisfecho que los bises se solicitaron a grito pelado y Berrio regresó sin la banda para interpretar repertorio propio, entre ellas “Contra la lógica” en un formato muy punki. Había expectación por ver si se atrevería a arrancarse con “Arcadia en flor”, tema principal de la alabada película de Jonás Trueba ‘La Reconquista’ situada en la carrera hacia los Goya, y vaya sí lo hizo, poniendo los pelos de punta y demostrando que la senda por la que transitaba antaño Nacho Vegas o ahora Pablo Und Destruktion sigue contando con referentes muy vigentes en la actualidad.

Y dedicó a Poch “No solo de amor (del aire también se vive)” de su proyecto Deriva, una pieza con una carga lírica desbordante a la par que destila decadencia y malditismo. Era necesario cerrar la noche con un himno de los grandes, pero ya se sabe que la discografía de Derribos Arias tampoco es que fuera muy extensa, por lo que repitieron por aclamación popular “Dios salve al lehendakari”, en la que dijeron que “si alguien quiere subir al escenario, está invitado”.

Una oportunidad única de escuchar en directo y en condiciones sonoras óptimas el legado de una banda irrepetible y que para muchos ya forma parte del patrimonio cultural de la piel del toro. Porque La Movida, al margen del petardeo y su imagen de frivolidad gratuita, fue ante todo un detonador de tendencias que hasta entonces no existían. Solo queda exclamar: ¡Dios salve a Poch!

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA


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