miércoles, 18 de enero de 2017

RADIOCRIMEN: EL ALIENTO DE LAS CLOACAS



Satélite T, Bilbao

Quedan pocos reductos de autenticidad. Lugares de esos a la antigua usanza con pósters decorando las paredes, envueltos en humo y una especie de agujero negro al fondo que algunos llaman baño. Santuarios a los que acudir los fines de semana a rendir culto o templos en los que disfrutar de ritos musicales al margen de los circuitos oficiales, glorificando los bajos fondos, ese puro underground que por mucho hipster que haya, todavía sigue existiendo. Solo hace falta alejarse de la luminosidad del centro de la ciudad, adentrarse en el extrarradio y aspirar el aroma a lumpen, a vida de verdad.

Todo esto último reivindica el supergrupo punk Radiocrimen desde su propia creación, una suerte de nostalgia subversiva de los “tiempos salvajes”, de “contenedores ardiendo”, como bien dicen en sus temas. Un homenaje nada velado a la época de Eskorbuto, R.I.P., Parabellum y tantos otros que ayudaron a crear la conciencia de una generación que se despertaba de la larga noche del franquismo y que en lo político tampoco ha cambiado demasiado hoy en día con los representantes del régimen del 78 repartiéndose el pastel y dejando todo bien atado una vez más.


Estaba claro que se liaría una gorda en el primer Rabba Rabba Hey! del año, que incluiría además la proyección del vídeo “Mundo Basura” y hasta una insólita pedida de mano. Sí, amigos, los punks también hacen esas cosas, a veces hay que poner en pausa el sentimiento nihilista. Un ambiente inmejorable por tanto con los clásicos del rollo y bastantes habituales del garito La Espuela, uno de los grandes rincones bilbaínos retratados en el nuevo adelanto visual de Txarly Usher y compañía.

Con todo el papel agotado, como era de esperar, Radiocrimen pisaron fuerte de primeras con “Terror” y “Control”, directas a la yugular, sin tiempo ni de respirar, antes de seguir homenajeando a los malditos en “Buko”. Para entonces el voceras Txarly ya andaba encaramado a la valla de separación desplegando su inagotable retahíla de recursos escénicos, nadie diría que nos encontrábamos en pleno mediodía en vez de a altas horas de la madrugada.


Lo que no esperábamos desde luego es que presenciaríamos una pedida de mano previamente a su himno nihilista “Amar Mata”, un título que el propio Txarly cuestionó al decir que “A veces te salva”. Todo un puntazo contemplar a la parejita fundirse en un abrazo con el cartel de Rabba Rabba Hey! y el vocalista como improvisado maestro de ceremonias. “Ahora ya somos una banda de bodas, bautizos y comuniones”, dijeron para clausurar la ceremonia de alto copete.

A partir de ahí, la cosa únicamente podría ir en progresión ascendente y eso sucedió con “Delfín Negro” y “Saco de Huesos”, donde Txarly ungió al bajista Gato con el micro, apuntó a la peña con el pie de micro y hasta se arrastró por el suelo, otra demostración más de que sigue siendo uno de los frontman más espectaculares que se pueden ver en directo por estos lares. Fiel a su gusto por la improvisación y a su camaleónica capacidad para adaptarse a cualquier recinto, pilló una silla para subirse encima de ella y tuvo un recuerdo para el antiguo guitarrista Javi, presente entre el público, que abandonó la formación para centrarse en su banda madre Rat-Zinger.

Una romántica pedida de mano en un entorno nihilista.
 Con tan solo tres álbumes cuentan ya con un repertorio verdaderamente impepinable, con piezas que en poco tiempo se han convertido en himnos absolutos, caso de “Lágrimas de carretera” o “Tiempos salvajes” y el papel de Luis “Punk” a las voces empieza a tornarse cada vez más relevante. Tienen tanto predicamento entre la punkarrada actual que uno ya hasta ha escuchado hacer versiones de ellos.

Y en “El Solitario”, otra oda a los antisistema, Txarly se tapó los ojos con un pañuelo y se subió a la silla para relatarnos la historia de aquel tipo que expropiaba bancos a punta de pistola, el pie de micro en este caso sirvió a modo de recortada, podrían haberle pedido munición a Toni Metralla, destacado francotirador local. La nostalgia punk se apoderó de los fieles en “Contenedores”, con algún que otro veterano en las primeras filas, y en “Mundo Basura” se montó un leve pogo, para no perder las buenas costumbres.


Aquello se pudo venir abajo con “Ahógate en el W.C.”, tema bandera de La Broma de SSatan y palmario ejemplo de que a veces las versiones pueden superar a las originales, impresionante escuchar todas las gargantas desatadas en el estribillo. “Creíamos que no hay futuro y efectivamente no lo hay”, sentenció Txarly antes de arrancarse con “Los chicos ya no quieren llorar” y preguntar al respecto a un niño de la primera fila: “¿O si queréis?”.

Sin bajar el pistón en ningún momento, terminaron ciscándose en los poderosos en “Todo el que manda” y reivindicaron la cochambre con “En las Cloacas”, que contó con la participación de un punki veterano grandullón antes de que Txarly señalara al exterior y dijera “La Ría, ese es nuestro futuro” y luego añadiera “Vivimos mejor que ellos, porque pensamos, sentimos y disfrutamos”, al tiempo que se palpaba la entrepierna. ¡Yeah! 


No se me ocurre ninguna otra banda que hoy en día lleve la autenticidad punk hasta tal extremo, puro aliento de las cloacas destinado a espantar timoratos, lacayos del poder y demás criaturas arrastradas. Eso sí, para los que se prometieron sobre las tablas amor eterno quizás sí haya futuro.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA











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