Sala Satélite T,
Bilbao
Las siglas siempre han despertado todo tipo de conjeturas
acerca de su supuesto significado. Basta acordarse del ejemplo palmario de
W.A.S.P., con interpretaciones que iban de un extremo a otro, desde las que
aludían a la moral tradicionalista como “White
Anglo Saxon Protestants” a aquellas denominaciones descalificantes que les
atribuían las fuerzas vivas de la sociedad tipo “We Are Sexual Perverts” o “We
Are Satanic People”. Ellos mismos quitaban hierro al asunto respondiendo
con un “We Ain’t Sure Pal”, es decir,
“No estamos seguros, amigo”, toda una
manera elegante de sacudirse el muerto de encima.
A pesar de que en su página web despejen la incógnita con
una inefable fórmula casi matemática de éxito asegurado, el supergrupo
madrileño SCR en su corta trayectoria también han conocido diversas explicaciones
respecto al acrónimo a cada cual más jocosa como “Solo Con Rubias”, “Suenan Como Ratas” o “Su Culo Rock N’ Roll”. Y
a tenor de lo visto en directo, probablemente la última definición encajaría a
la perfección para describir a este power trío formado por miembros de Cobra o
Última Experiencia que tratan de aportar algo de garra en el tan saturado
panorama contemporáneo.
Venían ya calentitos para la sesión dominical del Satélite T
bilbaíno tras pasar el finde girando junto a los altamente recomendables Niña
Coyote Eta Chico Tornado, otra de las bandas actuales con más pegada en las
distancias cortas. Lástima que apenas una treintena de personas se animaran a
presenciar este proyecto en progresión ascendente surgido desde las más puras
catacumbas underground que consiguió
un llenazo absoluto en la madrileña sala Siroco y repitió más tarde la jugada
en la sala El Sol, otra de las plazas fundamentales del foro para todo artista
emergente que se precie.
Ante unos cuantos resacosos de la monumental descarga de
Ilegales el día anterior, SCR no se
amilanaron en absoluto y demostraron que
andan ya muy rodados en escena y que si en estudio ya sacuden entrañas, a
escasos metros pueden desatar un vendaval de imprevisibles consecuencias. Algo
que constata la base contundente de “El dinero” o el punteo hendrixiano de “La
Celda” que no tarda en transformarse en una explosión de adrenalina.
Parece mentira que sean solo tres para el sonido tan
compacto que consiguen, con un vocalista y guitarra más que competente y un
bajista encargado de vigilar que no decaiga la intensidad, mientras el
pluriempleado Ekain Elorza (Dinero, Cobra) aporrea con la saña que le caracteriza.
Quizás puedan recordar a Wolfmother por su poso stoner, que precisamente
también tocaron la noche anterior en la sala Santana en el marco del festival
Kristonfest, aunque la compenetración total que exhiben como grupo dista
bastante de cualquier atisbo de personalismo.
Al igual que en la mítica secuencia de sota, caballo y rey,
un elemento únicamente cobra sentido en la combinación con los otros dos
factores restantes y he ahí donde reside el secreto de la fuerza descomunal.
“Contigo y Contra Ti” tal vez disminuya las revoluciones en un comienzo, pero
los posteriores estallidos eléctricos confirman que en ocasiones no es
necesaria la tralla para alcanzar el grado de potencia requerido.
En “La vieja” de su debut ‘Hipnosis’ rescatan el sabor
sureño y hasta se vislumbra cierto aire a lo ZZ Top, antes del riff rockero con
mayúsculas de “Grita”, que los acerca a sus lejanos parientes macarras Cobra,
tal vez por la influencia de Ekain, que también toca la batería con estos
últimos. Y en “Hipnosis” con su ritmo ensimismante que se repite como un mantra
uno desearía de inmediato tener algo a mano para fumar, aunque la tormenta
eléctrica que se desata después con redobles y acelerada final más bien incita
a ponerse a salvo. Que un aguacero te pille sin abrigo a la intemperie es algo
letal.
Un par de álbumes tampoco dan para un repertorio muy
extenso, pero se animaron con unos bises en los que nos aconsejaron cambiar
nosotros mismos para poder cambiar el mundo, tal era la idea subyacente del
trallazo “Puedes” directo a la yugular y con preceptivo toque stoner para
añadir consistencia al plato. Como bien ha dicho la prensa especializada, en
ocasiones para que las cosas funcionen no hace falta inventar la rueda, y
aunque los ingredientes sean de sobra conocidos, hay que reconocer una maestría
evidente a la hora de salpimentar el producto para lograr que no se indigeste
en absoluto.
Y sin soltar el acelerador, “Arma” reincide en esa receta
contundente que sube al de unos minutos de cocción lenta y ya se torna
complicado evitar que la energía se desborde. Un sabor que se conserva por más
que se baje el fuego al mínimo.
Encontrar propuestas que destaquen en el maremágnum retro
resulta casi tan complicado como aquello de la famosa aguja en un pajar, mucho
más mérito tiene todavía si cabe conjugar los sabores clásicos de siempre, esos
que nunca defraudan, con una pegada contemporánea que sacuda los cimientos y
vetustos ropajes sin ventilar durante años. Es la eterna lucha de los de abajo
contra los de arriba, los que empezaron a escalar posiciones de la misma manera
en que una multitud espontánea comenzó a reunirse en la madrileña Plaza del Sol
una tranquila jornada de reflexión. Y desde entonces no les echaron.
TEXTO Y FOTOS:
ALFREDO VILLAESCUSA
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