Sala Satélite T,
Bilbao
Hubo un tiempo en aquella urbe gris e industrial a la vera
del Nervión previamente al efecto Guggenheim en el que existía un lugar mítico
llamado Gaueko en el que florecían las vanguardias musicales de la época e
incluso se podían atisbar siniestros o nuevos románticos, algo casi tan inusual
por estos lares como un perro verde. Era el equivalente al Rockola en la
capital del Estado, icono absoluto del moderneo de La Movida y punto de
encuentro entre todos los que pretendían estar “a la última”.
Unos representantes de ese periodo dominado por el Rock
Radical Vasco fueron Cómo Huele!, considerados los Parálisis Permanente
bilbaínos por su poso after punk, aunque en realidad estén más cercanos al tecnopop
ochentero o incluso al petardeo de Alaska y Dinarama. Toda una rareza en el
panorama vasco que demuestra que existía vida al margen de Eskorbuto, Kortatu y
demás.
Más de tres décadas después de su único lanzamiento
‘Romances y Aventuras’, Subterfuge Records rescataba el pasado 16 de abril esta
joya de coleccionistas coincidiendo con el Record Store Day en forma de edición
limitada de vinilo blanco. Y para reforzar tan magno acontecimiento, el dúo
volvía también a los escenarios en una ocasión irrepetible, por lo menos de
momento, pese a que no han renunciado a posteriores presentaciones si les ponen
las facilidades necesarias.
Con una decoración que desde la misma puerta del garito
evocaba al legendario Gaueko, el Satélite T mostraba un ambiente bullicioso,
con todas las entradas agotadas y una muchedumbre de maduritos que deseaban
pegarse la fiesta padre el día que les dejan salir de casa. Muchos movían
levemente la cabeza al ritmo de hits ochenteros tipo “Relax” de Frankie Goes To
Hollywood y otros se quejaban de que no veían, censurando incluso la labor de
los fotógrafos, ignorantes de que ir a un concierto no es como acudir a la
ópera o al teatro en el que cada uno tiene su sitio asignado.
Sin acusar lo más mínimo el descomunal parón, Cómo Huele!, es decir, el cantante
Borja López de Guereñu acompañado del multiinstrumentista Javier Maculet y de
Sergi Barahona al bajo, venido este último expresamente desde Barcelona para
apoyar al conjunto, abrieron la sesión nostálgica curiosamente sin mirar atrás
con “La Virgen del tiempo”, una composición nueva que han recuperado de
aquellos tiempos inmemoriales.
Hay géneros que envejecen mejor que otros, eso está claro,
pero al igual que esas canciones de los ochenta que podrías tirarte tarareando
eternamente, el sonido de este dúo ha soportado el devenir de los años con
bastante dignidad, quizás por el hecho de que los sintetizadores envolventes
nunca pasan de moda y de que tampoco existían demasiados referentes en su
rollo, aparte de esa semejanza forzada con Edu Benavente y compañía.
No tardaron en recurrir a “La Inundación”, tema por el que
incluso se les podría catalogar como pioneros de la cold wave en nuestro país,
o “Tras las dunas”, que posee idéntica atmósfera embriagante. La reacción del
respetable era impresionante, con la mayoría cantando las canciones como si se
tratara de piezas de radiofómula de anteayer, ¿qué son tres décadas de nada? Y
uno que pensaba que sus fans podrían contarse con los dedos de la mano.
Era casi como de museo arqueológico musical escuchar esos
punteos preciosistas deudores de The Cure y el soberbio nivel vocal de Borja,
que sigue conservando las cuerdas vocales en perfectas facultades, cualquiera
diría que ha estado dedicándose a eso toda la vida. El pop oscuro de
“Sebastián” se tornó asimismo hipnótico con el bajo taladrante a lo Joy
Division y con algo más de fuerza de lo que suena en estudio.
Respecto al repertorio, no cabía sorpresa alguna al recurrir
prácticamente en exclusiva a los cortes que componían su redondo reeditado,
aunque lo verdaderamente atractivo era poder escuchar en directo hoy en día ese
testamento de vanguardia artística para mediados de los ochenta. Cierta
inocencia desprendían del mismo modo en la letra de “Uno de los dos”, una
exquisita pieza sobre esa frecuente situación amorosa cuando uno no se atreve a
dar el primer paso. Qué tiernos.
Las novedades vinieron de la mano de tres grabaciones
encontradas en una cassette pérdida de Alejandro Arteche, organizador del evento
y “el culpable de que estemos aquí y no
en el parque con los niños”, según explicaron. Ahí estaba el hasta ahora inédito
tema homónimo “Romances y Aventuras” que se incluye en la reedición, así como
“Esto es todo lo que hay que saber (sobre un gobierno)”, nuevaolera total con
un deje a los primeros Radio Futura, y “Escondidos entre las olas”, que Maculet
calificó como “la más bonita del disco”.
Otra de las imprescindibles de su debut debía ser “El chico
de los ojos salvajes”, con bastante más distorsión que la versión original y
que todavía conserva ese poso punk de los inicios de su carrera cuando bebían
los vientos por The Buzzcocks o Sex Pistols, quién lo iba a decir. Y su
relativo éxito “Me quieren hacer comer”, fundida con el comienzo del eterno
“Blue Monday” de New Order, sirvió para finiquitar una actuación que fue algo
más que un mero ejercicio de nostalgia gratuita.
Dijeron que no solían hacer versiones, pero volvieron para
los bises con la trillada “Heroes” de Bowie, que les quedó más sintética y en
la que se tornaba obligatorio acordarse de Parálisis Permanente. Sorprendente
sí fue desde luego que se arrancaran con la soulera “Talk It Over In The
Morning” de Roger Nichols y Paul Williams, algo que quizás cobrara sentido en
su peculiar estilo versátil denominado por la pareja en la época “tulipunk funk”.
Y hasta aquí dio de sí la aventura romántica de estos locos
sin carnet, como se definían en el libreto interior del vinilo, esos mismos que
no pensaban que “un disco deba ser
redondo, negro y con agujero". Una noche memorable que pasará a formar parte
de la historia musical del gran Bilbao.
TEXTO Y FOTOS:
ALFREDO VILLAESCUSA
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