viernes, 27 de mayo de 2016

THE CREEPSHOW: EL DESPERTAR DE LOS MUERTOS



Sala Edaska, Barakaldo (Bizkaia)

Hay diversas maneras de volver a la vida, aparte de la más literal de todas, esa tan cinematográfica de levantarse directamente del ataúd una buena noche en cualquier cementerio, a ser posible que coincida con algún grupo de chavales que justo en ese momento anden merodeando por el lugar. Pero uno también puede experimentar la resurrección tras una ruptura de pareja, retomando aquello tan lejano de salir hasta las tantas sin que nadie te apremie por la hora, tomar lo que uno quiera y yacer con quien se tercie.

Una vuelta al ruedo similar han protagonizado los canadienses The Creepshow desde que incorporaran a sus filas a la vocalista Kenda Legaspi, que tomó la ardua tarea de sustituir a la carismática Sarah Blackwood, y desde entonces no han parado a girar, llegando a encabezar el Rebellion Festival el pasado agosto en Reino Unido. Otra prueba inefable de su capacidad para sortear los baches en el camino tras sufrir robos, cambios de formación y otras vicisitudes personales, ya han dejado claro que su camino nunca estuvo plagado de unicornios y ponis de colores.


Muy interesante se presentaba a priori la gira por territorio peninsular de los de Ontario, habida cuenta de que los grupos de este palo no se prodigan demasiado por estos lares, y cuando lo hacen, no muchos fieles se suelen animar. Pero en aquella ocasión los astros coincidieron y sala estuvo a reventar, con mayoría de chicas estilosas con pañuelos en cabeza, ganchos de calaveras y combinaciones tan sorprendentes como taconazos y parche de The Plasmatics. A tope con el glamour.

Ya se empieza a convertir en una tradición, pero sarna con gusto dicen que no pica. No podrían faltar en un bolo de este palo los locales Screamers & Sinners, que demostraron una vez más su apabullante solvencia en las distancias cortas con su psychobilly aderezado de alusiones al séptimo arte y actitud punk que no deja títere con cabeza. Habíamos coincidido con ellos hace nada acompañando a Graveyard Johnnys, pero sigue siendo un gustazo verles alternarse a las voces, aullar como lobos o poner los ojos en blanco mientras se cascan temazos del calibre de “100 Maniacs” o “Tutankamon”. Una auténtica apisonadora.

Screamers & Sinners dieron otro bolazo de altura.
 Y no menos frenéticos resultaron en un comienzo The Creepshow, con piezas que ponían el garito patas arriba, caso de “See You In Hell” o “Run For Your Life”. Capitaneados por la tatuada y versátil vocalista Kenda, que además tocaba la guitarra, se movía sugerentemente y hasta jugaba a ser Liza Minnelli, se mostraron compenetrados al extremo e incluso el escenario se les quedaba pequeño con sus idas y venidas.

Los restantes miembros no eran en absoluto convidados de piedra, con un teclista muy activo a los coros y un contrabajista que también ponía su granito de arena a nivel vocal, creando un conglomerado compacto ante el que se antojaba complicado permanecer impasible, unas cuantas féminas bailongas lo corroboraban. Y cuando la cantante se sumergió en la muchedumbre, el entusiasmo ya alcanzó proporciones épicas, si es que aquello era posible, pues la entrega fue algo descomunal desde el inicio.


Molaron también su alternancia a las voces en “Grave Diggers” y sus cambios de tercio que iban desde el horror punk a machete a una suerte de rock alternativo un poco meloso pero al que en directo tampoco le faltaba pegada. Como hemos dicho, Kenda se reveló como una frontwoman bastante decente y reivindicó la mayoría femenina en la sala instando a las “señoritas a ponerse sexys” con “Sell Your Soul” y ese poso añejo que retrotrae incluso hasta a los años 20 o divas tan elegantes y poderosas como Marlene Dietrich. 

Preguntaron por los que tenían que trabajar al día siguiente, los que no o a los que se la sudaba todo aquello, en el súmmum de la actitud punki, antes de acometer con alguno de sus cortes adrenalínicos que hacían olvidarse de un plumazo de cualquier tipo de consecuencia.

Llamadme piña, decía el teclista.
 Sabían lo que quería la concurrencia y eso era mover el esqueleto, por lo que no dudaron en recurrir al rock n’ roll clásico de punteos al tuétano de “Born To Lose”, donde algunas chicas pudieron girar alegremente como peonzas. Había tal fiestón desatado que no tardó en llover cerveza, pero eso no implicaba la más mínima disminución de elegancia, ahí teníamos clase para regalar, no solo por la insólita multitud femenina, sino por esos contoneos que se marcaba Kenda y que quizás por el punto exótico te llevaban hasta algún tugurio humeante con barra americana y sugerentes bailarinas.

Y es que la admiración que suscitaba Kenda no se circunscribía únicamente a la mente de un servidor, el veterano conciertero Toni Metralla, que andaba por las primeras filas, tampoco pudo reprimir la emoción y se subió a las tablas para plantarle a la majetona un casto beso en la mejilla. Hasta los tipos más duros se conmueven en determinadas situaciones.

La admirada Kenda.
Hubo aclamación popular para los bises y el teclista nos confesó un oscuro secreto: quería que le gritaran “piña”. Quizás se debía tratar de una broma de giras pasadas porque no lo pillamos en absoluto, pero allá cada cual con sus perversiones y fetiches. Al hombre aquello de la multitud chillando esa palabra le pareció lo más, así que imaginamos que no dormiría esa noche.

Con “Buried Alive” el personal terminó de entrar en éxtasis, al igual que el teclista, al que de vez en cuando volvían a gritar “piña”, y sobrecogedora fue asimismo la estampa con todas las voces entonando a pleno pulmón el estribillo del fronterizo “Creatures of the Night”. Fogosidad desbordante.

Lo único malo del bolo es que tal vez en estudio ofrecían más de lo que contemplamos en directo, el repertorio adolecía de linealidad en determinados momentos, y eso que en su catálogo disponen de verdaderos cañonazos. A pesar de no diferenciarse en directo en exceso de otros grupos del rollo, aquella noche provocaron sin duda todo un despertar de muertos en vida. Ahora hay que conseguir que mantengan las constantes vitales.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA



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