Kafe Antzokia, Bilbao
Hay cosas que por muchas veces que las hayas experimentado
siempre provocarán las mismas sensaciones. Eso de que la frecuencia hace la
rutina se torna completamente falso en ciertos casos, por mucho agotamiento
vital que uno acumule encima. Basta escuchar algunas melodías o letras para
encerrarse en una burbuja espiritual donde no existe peña que raja como
cotorras en los conciertos, la gente valora lo realmente importante y el
postureo tanto físico como intelectual es un fenómeno que desconocemos.
Un mundo idílico que aunque parezca mentira recrean los
madrileños Burning en ese realismo sucio que impregna sus canciones, por mucho
que en ocasiones suelten verdades absolutas sobre el género femenino en temas
como “Miéntelas”. No hay problema por muy mayúsculo que sea que no pueda
arreglarse con un poquito de rock n’ roll.
Ya habían visitado la capital vizcaína hace escasos meses en
el marco de esa gira que parece interminable para conmemorar los “cuarenta palos de los Burning”, como a
ellos les gusta decir. Volvían al Kafe Antzokia, uno de sus escenarios
predilectos, que casi es como su casa, y eso se notó en un respetable madurito
entregado, quizás demasiado, de hecho, a alguna poco le faltó para invadir el
escenario.
Por estar viendo a los garajeros The Fuzztones nos perdimos
la actuación de los teloneros Desvariados,
por lo que ya llegamos con el ambiente a punto, la sala repleta, aunque sin
agobios, y además con espectáculo adicional de viejos rompiéndose y dándolo
todo en esa noche que salían de fiesta. Pensábamos que el repertorio de Burning se asemejaría, al igual que en
la ocasión precedente, a su último trabajo en directo, pero sorprendieron al
decantarse de primeras por “Las chicas del Drugstore”, una inusual elección que
sonó más rockera que en estudio y que introdujo de un plumazo uno de los
asuntos más frecuentes en su cancionero. Ya sabéis cómo son.
La cadencia de “Bestia Azul” incitó a moverse a los
abueletes y la ineludible “Jim Dinamita” tuvo un tinte profético cuando Johnny
cantaba “no dudes en buscarme donde haya
algún follón…” y en ese momento un señor en estado de embriaguez se caía
encima de una mesa y tiraba todas las copas acumuladas que se encontraban allí.
Se puede imaginar el estrépito que causó, con muchos ayudando a levantarse al
pobre incauto. Ese era el auténtico Jim Dinamita, sin duda.
“Baila mientras puedas” era otra de las fundamentales en sus
shows, así como “Jack Gasolina”, otra en la que se entonan a pleno pulmón
salmos necesarios para moverse con dignidad por la vida. Cortes más recientes
del tipo “Tú te lo llevas todo” ya se han incorporado con tanta naturalidad al
directo que se reciben como himnos absolutos, prueba de ello es que volvió a
levantarse esa señora al borde del escenario que se creía transparente, único termómetro
fiable para valorar el grado de excitación de la concurrencia.
El voceras Johnny, con su chulería castiza habitual, tal vez
estuvo más parco en palabras, pero es que con piezas que forman parte de la
historia del rock en español ya está todo de sobra dicho. No hacen falta
grandes parlamentos para arrancarse con “¿Qué hace una chica como tú en un
sitio como este?”. La señora de antes siguió insistiendo en probar a los
asistentes su presencia inmaterial y no pilló la indirecta de “Este no es tu sitio”.
Pocas certezas existen más rotundas de que el fin de semana
hay que echar el resto y eso refleja “Weekend”, donde el maestro Pinilla sentó
una vez más su cátedra a las seis cuerdas, hasta las digresiones eran
totalmente oportunas. Y “Todo a cien” y su aire de rock n’ roll clásico desató
los bailoteos de los entraditos en años. Por encima del bien y del mal.
La vertiente romántica cristalizó en la emocionante “Corre
conmigo” y no menos sentimientos a flor de piel brotaron en “Como un huracán”,
con Edu creciéndose de nuevo en los punteos. Pura arqueología musical se antoja
“I’m Burning”, una reliquia de aquellos inicios en los que incomprensiblemente
cantaban en inglés, era enternecedor contemplar a los mayores haciendo air guitar como si les fuera la vida en
ello. Y a modo de declaración de principios, en “Ginebra seca” intercalaron
todo un medley stoniano compuesto por
“(I Can’t Get No) Satisfaction”, “Jumpin’ Jack Flash” y “Brown Sugar”. Por las
redes sociales ya se están recogiendo firmas para que sean teloneros en la
próxima visita de Sus Majestades Satánicas a Barcelona.
En “Esto es un atraco” siempre solemos echar de menos la voz
de Joaquín Sabina por aquella espectacular versión que se cascaron en su mítico
directo de principios de los noventa. Y tampoco moló que en aras de lo
políticamente correcto en la letra sustituyeran “monos” por “poli”.
¿Autocensura o una de las consecuencias de la inquisitorial Ley Mordaza que
impide hasta tomar fotos a miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado?
La adaptación de Shadow Morton de “Es especial” sigue
conmoviendo en las distancias cortas, en esta ocasión el público hasta repitió
el famoso diálogo entre colegas que se incluye a mitad de la canción. Y el
tradicional champán brotó como agua ceremonial en “Mueve tus caderas”, a la vez
que los maduros se rompían y la consabida señora de las escaleras volvía a
levantarse perturbando el campo de visión del resto de la sala. Solidaridad
total.
En los bises, Johnny confesó que en el Antzoki se sentía “como en casa”, no hacía falta jurarlo
vista la entregada reacción del personal. A un intenso “Pura Sangre” le siguió “No
es extraño que tú estés loca por mí”, con esa introducción de tocar el cielo
que engrandece la leyenda cada vez que la interpretan en directo. Y para
rematar se acordaron de nuevo de las chicas en “Hey Nena” y “Una noche sin ti”,
colofón imprescindible para una tanda de clásicos de levantar el ánimo por las
nubes. Sublime.
Por muchas décadas que pasen, la capacidad para montar un
buen follón permanece intacta, da igual las veces que les hayas visto, su
magisterio en la materia es abrumador. Correríamos con ellos hasta el infinito.
TEXTO Y FOTOS:
ALFREDO VILLAESCUSA
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