miércoles, 4 de diciembre de 2019

DISCÍPULOS DE DIONISOS: PALADINES DE LO ANALÓGICO


Sala Shake, Bilbao

La de cosas que habremos perdido con la llamada revolución tecnológica. Se nos vende como que la llegada de las redes sociales y demás ha supuesto un avance del copón, pero nunca se habla de todos los damnificados que se quedaron por el camino. Aquella manera artesanal de obtener información que consistía en pillar un tocho cualquiera y leérselo de cabo a rabo para subrayar los datos interesantes. O esa liturgia especial que había al realizar sencillos actos cotidianos como escuchar un disco en casa o acudir a un cine para disfrutar de una película en pantalla grande. Placeres que se volverán desconocidos para esas generaciones futuras que se ofenden casi por cada esquina.

En tiempos de dictadura de lo políticamente correcto convendría conservar en formol propuestas crudas y directas a la yugular como la de los históricos donostiarras Discípulos de Dionisos, pioneros del porno punk y pata fundamental de esa espectacular tríada que forman junto a sus paisanos Nuevo Catecismo Católico y Señor No, el equivalente patrio a la Santísima Trinidad del guitarreo escandinavo compuesta por The Hellacopters, Turbonegro y Gluecifer. Gente que nos recuerda qué era la música con agallas.


Andaríamos a contrarreloj para poder acudir al concierto de Airbag en el Kafe Antzokia, pero ni nos planteábamos faltar a una nueva visita a la capital vizcaína de estos azotes de la incorrección por cuyas venas corre el espíritu del verdadero punk. Y a pesar de que hemos estado en bolos suyos asfixiantes en cuanto a peña, una multitud considerable se congregó aquella noche de sábado en el Shake para rendir homenaje a la electricidad y a la actitud sin paliativos. Una cita no apta para melindrosos ni mojigatos.

Debido a que los mexicanos Los Sustos llegaron tarde al local no pudieron tocar tal y como estaba anunciado, aunque Snobs no perdieron en absoluto el tiempo con una enérgica versión del “Won’t Get Fooled Again” de The Who y piezas muy macarras como “No quiero ser como tú”. Rescataron también otros temazos para levantarse del sitio del calibre del “Bomber” de Motörhead o el apabullante “The Girl Who Lives on Heaven Hill” de Hüsker Dü, casi nada al aparato. Y hasta se montó un pogo reducido con “Sucio lameculos”. Salvaje total.

Snobs, salvajes totales.
Si realmente existen conciertos que provocan idéntico efecto al de un chupito de whisky, esos deberían ser los de Discípulos de Dionisos, una experiencia inolvidable para el que los vive por primera vez y un recordatorio de desenfreno para los veteranos. Se oyen tantas cosas acerca de sus directos que parece que cierto halo de leyenda les envuelve, como ese rumor que asegura que en alguna ocasión han tocado en pelotas o que incluso han aparecido en televisión, en concreto en ‘La noche prohibida’ de Antena 3. Y la de historias curiosas que no sabemos. Los secretos del culto.

Con el voceras y guitarra Juan completamente desatado, como es habitual, enfilaron la actuación desde el comienzo con “Vidas cruzadas”, “Mi obligación” y “Comer, beber, amar”, elocuentes testimonios de que en su estilo no caben las medias tintas. Lo suyo es puro libertinaje, pues se zambullen de lleno en el pilón y no levantan la cabeza hasta terminar. Sus temas de escasos minutos pasan de refilón, pese a que sea inevitable no berrear el estribillo de “Coca ardiendo”, en una ocasión hasta cambiaron su explícita letra por la presencia de público infantil. Y “Látigo rojo” resulta tan evocadora que no hace falta ni escuchar la primera palabra para saber de qué va el rollo.


Puede que a algunos su frenetismo les parezca demasiado cafre, pero benditos sean esos bolos en los que no se agobia a la peña pidiendo que den almas, se agachen o que hagan el pino puente, otra de las costumbres infectas de la época moderna. Imposible detenerse en semejantes sutilezas mientras los cortes casi se atropellan unos con los otros y los fieles no cesan de moverse al ritmo acelerado que proponen los giputxis.

“Seventeen” se carga de un plumazo todos esos absurdos prejuicios raciales que pululan en la actualidad y que exigen que en cada ficción tengamos muestras de diversidad, así que hale, que los susceptibles lean esta letra en voz alta, por favor. Y como “una canción sobre gente sumisa” se presentó “Soldados del orgasmo”, otra bala a la cabeza de los meapilas, mientras su inquieto voceras se tiraba por los suelos y lamía el clavijero. Si alguien quiere saber lo que es la actitud del rock n’ roll, que eche un vistazo a Juan tanto en Discípulos de Dionisos como en el proyecto Bullet Proof Lovers. Un derroche de energía sin parangón.


Y no se sabe si fue cierto o lo contaba para impresionar el personal, pero antes de “Ginger Lee” confesó que había conocido a la actriz porno que da nombre al tema y que le impresionó “su mirada felina”. En su peculiar universo cabe cierta dosis de frikismo, ya sea foráneo o patrio, como ese homenaje al cine quinqui que hacen en “Navajeros”. ¡El Torete vive!

“En la época analógica éramos más felices”, sentenció Juan previamente a arremeter con uno de sus mayores himnos, “Vagina eléctrica”. Y entonces, ni cortos ni perezosos, el cantante y el otro guitarra demostraron que en el amor no hay fronteras comiéndose la boca a la vista de todos. Sin complejos. Para mí que lo de oficiar en bolas va a ser una verdad como un templo. Fijo que se atreven a eso y a mucho más. El punk todavía puede escandalizar.

Para no perdernos a Airbag tuvimos que salir escopetados de allí, pero con la sensación de que aquello había sido un recital tremendo, como meterse varias rayas de una tacada, después de eso se podría aguantar la tralla que sea. Un agradable pitido en el oído certificaba que había sido una descarga de las buenas. Quedaba confirmado. Los paladines de lo analógico son la resistencia. Y que aguanten al pie del cañón por muchas innovaciones que lleguen. La magia de lo añejo jamás la sustituirá una máquina.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA

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