miércoles, 12 de diciembre de 2018

NUEVO CATECISMO CATÓLICO: SIEMPRE EN EL SUELO


Pub Mendigo, Barakaldo

Quizás con tanto festival hayamos perdido un poco la perspectiva. Lo que significaba acudir a un bolo donde se pueda sentir el sudor y la emoción de los asistentes, donde la gente se sabe las canciones de principio a fin y eso de sacar un móvil para hacerse una foto parece una mongolada reservada para otros cotos exclusivos de postureo. La misma esencia del rock que a veces parece sepultada por completo entre grandes eventos en los que únicamente alcanzas a atisbar a los artistas allá por la lejanía.

Debería tener más valor eso de contemplar a los músicos a un palmo de distancia. Por algo la propia personalidad como banda de Nuevo Catecismo Católico está intrínsecamente ligada al directo, no en vano no son pocos los que afirman que los discos en estudio no les suelen hacer justicia a la hora de capturar todo su potencial. Y puede ser cierto, aunque muchos temas suyos harían saltar de la silla incluso aunque se escucharan en un dispositivo minúsculo. Poseer agallas nunca guardó relación alguna con una mejor o peor calidad de sonido. Los exquisitos que se vayan a un bolo de rock progresivo.


Muy buena timba se había montado en el Pub Mendigo de Barakaldo para celebrar los veinte años de la promotora Another Freak Production. Dada la limitada capacidad del garito, estaba claro que las entradas durarían un suspiro y que se alcanzaría el tope sin problemas. Había tal ambiente de olla a presión que parecía que si alguien más se incorporaba a la fiesta aquello se desbordaría por completo. Lo cierto es que aguantar ahí fue un tanto duro por la excesiva aglomeración, pero por fortuna nos encontramos con almas caritativas como la de Pepe Bombs que nos cedió de vez en cuando su cerveza para no morir de deshidratación. Moverse unos milímetros podría convertirse en una auténtica odisea.

Para calentar el ambiente recurrieron a los demoledores Telepath Boys, unos agradables cafres de velocidad endiablada que lo mismo veneraban a Zeke que a Municipal Waste. Su rollo eran tan hardcoreta y extremo que algunos se lo tomaban a broma y soltaban cosas como “¡Más rápido!”, pese a que eso seguramente fuera virtualmente imposible. Vaya tralla, tuvieron que acabar reventados, pero lo cierto es que no les faltaba de nada, punteos al tuétano, simples redobles que ejercían de pausa entre canción y canción y la voluntad indisoluble de volar la cabeza al personal. Puro salvajismo. Enormes. 

Los salvajes Telepath Boys.
Frente a otros que recurren a la espectacularidad, cañones de confeti o pollas en vinagre, Nuevo Catecismo Católico siempre dejan que la música hable y que haga el resto. La declaración de principios “Prefiero estar en el suelo” sienta las bases antes de la inmisericorde munición de “En llamas” o “Incontrolable”. Zapatilla a raudales para delirio de la afición.

En sus más de dos décadas de trayectoria han logrado amasar un considerable catálogo que deviene en bomba de relojería en las distancias cortas, caso de “Sabes Demasiado” o “No soy un criminal”. Caían los himnos cual mazazos imposibles de esquivar, con “Tú y yo podemos comprenderlo” como uno de los puntos álgidos de la velada, pero ellos se quejaban de los acoples. Un inconveniente que tampoco molestaba demasiado, habida cuenta de que ya íbamos de sobra mentalizados para acudir a un evento de esos de peña normal, con luces y sombras. La perfección en ocasiones importa un comino.


A mí si me plantan pildorazos del calibre de “La huida”, que apelan al colegueo noctívago, poco más puede importar. No hablemos ya si además enfilan con principales salmos de su peculiar catecismo como “No quiero obedecer” o “Soy un aberrante”, el que jamás las haya escuchado todavía en directo, seguirá siendo virgen en lo que respecta a rock n’ roll. No se deberían consentir tales muestras de descreimiento.

El voceras Gonzalo reparó que entre el público, entre la avanzadilla valenciana para apoyar a los teloneros, se encontraba “la leyenda” Javi de la discográfica No Tomorrow Records, no en vano para esa misma escudería grabarían unos cuantos trabajos, entre ellos un siete pulgadas compartido con Shock Treatment allá por mediados de los noventa. Y otro mito que tuvo su recuerdo durante la velada fue Manu de Porco Bravo, cuyos compromisos parentales le impidieron asistir a la cita, aunque habría sido épico que se hubiera subido con ellos al escenario. El espíritu incendiario que desencadenó el grito “Groooo”.


“Aquí llega Dios” siguió provocando el delirio y el tal Javi hasta surfeó por la multitud, si no nos equivocamos. “Detrás de tu mirada” constituía otra de las balas más mortíferas del cargador antes de desempolvar esa suerte de AK-47 de las distancias cortas llamado “Odio la velocidad” que trata de algo tan poético como la peña de puestazo. Fuera las disquisiciones filosóficas de sábado noche, he aquí los asuntos que de verdad importan. Una pena que en esta línea no se hubieran explayado con su monumental versión de La Banda Trapera del Río “A mi dosis”. De colores dorados.  

Aquello fue casi un visto y no visto, en su tónica habitual, vaya. Quizás por eso siempre nos quedamos con ganas de más, a pesar del efecto saciante que supuso el inconmensurable bis del “Sonic Reducer” de The Dead Boys. Esta sí que es una buena forma de terminar con galones. Nunca defraudan. Su actitud y su manera de plantear los bolos sigue  alcanzando el calificativo de apabullante. Siempre en el suelo. Y que ni se les ocurra subir.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA


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